¿Qué hace clásico a un clásico?
La pregunta ha sido formulada más de una vez por el público espectador, por agudos cronistas de arte y por irascibles críticos de la escena, para llegar a una sola respuesta: la obra que resiste el tiempo y la circunstancia debido a la fortaleza de los talentos infinitos responsables de su realización.
Ese y no otro es el origen de un clásico, tal cual resulta ser Cascanueces, el ballet sinónimo de la Navidad y junto a El Lago de los Cisnes, el ballet más representado del mundo, dada la excelencia de quienes lo produjeron, justo lo que ocurre con la versión de Cascanueces estrenada anoche en Teatro Nacional, esfuerzo de cuatro compañías de teatro y objeto de una singularmente cuidada producción, al punto que su representación se transforma en uno de los acontecimientos cruciales del ballet en los escenarios locales, precisamente cuando el año estaba entregando sus últimos días y recogiendo sus recuerdos de final de ruta.
Lo que se ha logrado con este proyecto en el Teatro Nacional (en cuya sala principal se repite mañana sábado y el domingo, desde las cinco de la tarde) es dar dignidad a un proyecto que fue pedido en 1890 por el director por el director de los Teatros Imperiales Rusos, Iván Vsévolozhsky en 1891 con música compuesta por Piotr Ilich Chaikovski entre 1891 y 1892 con coreografía original la coreografía creada por Marius Petipa y Lev Ivanov y la historia escrita por Iván Vsévolozhsky y Petipa, apoyándose a su vez en la adaptación de Alejandro Dumas del cuento El cascanueces y el rey de los ratones, de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann.
Lo que logra el conjunto de artistas y técnicos, bajo la orientación de a profesora Catana Pérez es un montaje exquisito, cuidado en sus aspectos cruciales, proporcionando una sensación integran de buen gusto, de arte hecho con sentido universal y de validez técnica en escenografía, vestuario y diseño de luces.
Hay buen gusto y sentido de trascendencia desde el programa de mano, (el más sobrio y documentado que hemos visto), las actuaciones de las figuras de las compañías Ballet Concierto (Carlos Veitía),Ballet Nacional Dominicano (Armando González), Escuela Nacional de la Danza (Endanza/Marianele Sallent) y el Ballet Nacional de Sobre (Uruguay), dirigido por el maestro argentino Julio Bocca (Jennifer Ulloa); una escenografía de ensueño con capacidad para sumar los ambientes y lograr hacerlos ensoñadores y creíbles (Fidel López); el diseño de luces de B. Miranda…todo para sumar brillo a un acontecimiento emblemático de la navidad.
Su historia
El Cascanueces es la más genial combinación de Toy Story y Alicia en el país de las Maravillas, con la única diferencia que el ballet fue estrenado, el 18 de diciembre de 1892 en el Teatro Mariiski, de San Petersburgo, inicial e increíblemente con poca acogida de crítica y público hasta años más tarde, en 1927, en Hungría, cuando la gente tuvo el buen sentido de comprender su trascendencia.
Posteriormente, en 1940, Walt Disney lo llevó a la imaginería popular cuando tomó su banda sonora para producir un animado, Fantasía, que igualmente se transformó en un clásico del cine y le otorgó a este Ballet el derecho de picaporte al gusto general
A la gente le gustó la película y comenzaron a interesarse por el ballet. El interés creció cuando el montaje de El cascanueces de George Balanchine fue televisado a finales de 1950.
Los apoyos
El proyecto Cascanueces, fue patrocinado por: Banco Central, Banrservas, Fundación Corripio (Diamante); Propa-gas, Fundación Propa-gas, Club de Lectores del Listín Diario; Banco Popular, Indotel, Obras Públicas, Grupo Mejía Alcalá, Fundación Amigos del TN, CERTV, Color Visión (Oro); Claro, Fundación por la Danza y Scotiabank (Plata); Central Romana, United Brands y Seguros Universal (Bronce).
A la función premier asistieron representantes y ejecutivos de las empresas patrocinadoras del montaje, la primera dama, Cándida Montilla de Medina, invitados especiales y miembros de la crónica de arte clásico.