La obra poética “Piel del aire” (2011), producto de la inspiración y de la vida misma del reconocido cultor y catedrático dominicano, Basilio Belliard, está compuesta por un total de ochenta y tres poemas, cuya diversidad estructural es notable en la versificación de un genuino pensamiento artístico. La musicalidad de sus versos se expresa en un encadenamiento de personificaciones y metáforas que, en el primero de los casos, otorga vida y cualidades humanas a diversos elementos de la naturaleza, con los que el poeta construye una simbiosis lingüística y artística, entre palabras e imágenes mentales que escapan, en la expresión, a toda lógica racionalista.
En su creación artística confluyen, en el plano lexical, un universo semántico, juntamente con una dimensión fonológica formulada mediante un preciso y constante juego de morfemas, semas y fonos que admiten musicalidad y elegancia a sus composiciones.
La metáfora, en tanto tropo de la vida natural, adquiere, en la poética de Basilio Belliard, álgida expresión verbal al fusionarse con otras formas del lenguaje poético que otorgan vida, incluso a los objetos inanimados en que, desde la semiótica verbal de Greimas, se construyen los actantes del discurso. Empero esa fusión sinérgica del lenguaje poético no es creada por el autor como significante de la realidad, sino como insumo cuasi imperceptible de un poetizar que transforma la ecología de la vida natural en pensamientos que trascienden a la literalidad ortodoxa de la poética aristotélica, sin que necesariamente el teorizar del estagirita quede ausente en su poesía:
“La ciudad es un cuerpo
Un eco de libélulas.
El cuerpo de la ciudad es un fuego
Trasnochado por el vino.
Un diapasón en el silencio citadino
Estrellado en los labios del agua
En los aires secretos de la negrura”… (Belliard, 2011, p. 16).
El título mismo de la obra (piel del aire) pretende constituirse en una cuasi personificación en tanto se atribuye al aire la condición humana de piel, con la objeción conceptual de que el epitelio no constituye, en modo alguno, prelación a la materialidad del cuerpo humano. La secuencia metafórica de los versos con frecuencia suelen partir de la contemplación poética del cuerpo humano para transitar de este a su mismo interior y luego viajar más allá de las dimensiones telúricas, como se colige de la observación de los versos siguientes:
Tus ojos
tienen la forma de tu corazón
Y tus labios las líneas de la luna.
Estás sumergida
en mi sombra
como un cielo horizontal
como un arcoíris
en tus parpados de mar.
El mundo se equilibra
en tus ojos
que giran al compás de las estrellas (Belliard, 2011, p. 35).
Los temas recurrentes en la poética de nuestro autor incluyen dimensiones marinas, telúricas, celestes, citadinas, rurales, sociales y corpóreas. Asimismo, las oposiciones poéticas adquieren sentido tanto en planos fonológicos como semánticos y, en otros raros casos, adquieren en apariencia, formas jitanjáforas, en tanto poetizar significante cuyo fin consiste en sus valores sonoros, a través del ocultamiento y/o elisión del sentido:
El mar es un mal de amor
Amar el mal es un mar mayor
Amo el mal del mar
Amar el mar es el mal menor
El mal es mala compañía
El amor es un mal del mar (Belliard, 2011, p. 96).
Es evidente que el producto artístico que resulta de la expresión verbal del poeta guarda un nexo constante con su observación histórica, la cual Basilio transforma en arte verbal a merced del aura platónica que emana de sus lóbulos parietales. La contemplación de la vida natural y la meditación constituyen tácitas estrategias que emplea el autor, como inusitados mecanismos de inspiración, y que la escuela del presente debería recuperar, si desea que de sus aulas egresen ciudadanos con sensibilidad humana.
Belliard, Basilio (2011) “Piel del aire”. República Dominicana: Editorial Gente.