SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Desde que maestra norteamericana Isadora Ducan estableció, a principios del siglo XX, el concepto de la danza moderna, muchas experiencias del escenario han sido entregadas a todos los públicos del mundo, por multitud de artistas de la danza de la más amplia procedencia.
Compañías y grupos, solistas y parejas se han orientado hacia las tablas llevando entre sus giros y saltos de sus cuerpos, el premio de un concepto, aquel que intenta comunicar trascendencia por medio de la danza.
Fue esta fue la historia de dos hombres jóvenes argentinos, danzantes para mayor indicio que se atrevieron a sentar su historia, sin pronunciar una sola palabra, pese a lo cual se pronunciaron en un universo multicolor y vivido, aquel de deviene de un arte que da sentido a la expresión poética del más alto nivel, en el ristre de los cuerpos.
Una pena que el programa del XI Festival Internacional de Danza Moderna, no haya incluido sus nombres o la compañía a que pertenecen, y que sólo nos indicara que eran argentinos.
Los danzantes lograron sembrar en el público, el dramático proceso del establecimiento de un nexo, de la creación de una relación en una pareja que debe pasar por el traumático e incierto proceso de interrogantes que se clavan en la piel y la garganta en torno a la posibilidad de lograr el acercamiento.
Dos hombres que bailan con limpieza estética, dos cuerpos que se afinan y dos percepciones que se unen poco a poco, reconociéndose en detalles, entrando en nuevos marcos y distintas referencias a la clásica vinculación entre nombres, normalmente más llamada a la competencia sin sentido, al enfrentamiento del ego o al festín sin sentido ni valores del machismo latinoamericano, heredado de España, a la que los árabes le marcaron con ese acento castrante y patriarcal.
El montaje Creando Vínculos, sin apelar a grandes masas danzantes, sin despliegue de vestuario o efectos escénicos de gran escala y con tan solo dos hombres jóvenes en el entablado, además de espectáculo de danza y adicional a la representación albiceleste de alto nivel que entregaron, representa fielmente un proceso de entendimiento, que sufre caídas y traspiés, al albergue de sospechas y dudas sobre la confluencia a que están llamados.
Una lección para quienes pretenden fijar el comportamiento humano a reglas rígidas e inexorables normas, olvidando que la diversidad ofrece la sal de la vida. Estos dos muchachos consagran el milagro final de hacer uno de sus dos cuerpos, invitan al ensueño de una vinculación humana moldeada tan solo por la paz y la armonía. Ellos nos dijeron largos discursos, sin una sola palabra dicha. Fue un compendio universal del entendimiento, el amor y la unidad entre los seres aparentemente distintos y recelosos el uno del otro.
Vale por la danza.
Vale por Argentina, tremendamente bien representada en Edanco.