(A.M): En tu ensayo “Publicaciones científicas y formato digital: ventajas epistemológicas y sociales del acceso abierto” (2006) se deja entrever cómo en esta era del cibermundo, de la esfera cibernética o  ciberesfera, las tecnologías computacionales y ciberespaciales han revolucionado los sistemas de publicación y revisión de los textos basados en investigaciones científicas  La utilización de las plataformas digitales se abre a los comentarios, revisiones y posteriores  contestaciones de los autores; se implementa un proceso mucho más interactivo y dinámico de producción y revisión. Como bien tú dices, los artículos pueden ser revisados, una y otra vez, por los autores produciendo versiones sucesivas hasta alcanzar un alto grado de consenso con la comunidad interlocutora y que un sistema de revisión por pares mediado por tecnologías computacionales, sólo puede llevarse a cabo si se puede acceder libremente a los artículos ¿Qué giro ha dado este tipo de formato? ¿Las ventajas sociales y epistemológicas han cambiado?

(R.F.O). Como bien dices, las prácticas de publicación, revisión y difusión del conocimiento científico se han transformado en la ciberesfera. Como las tecnologías son ambivalentes, estas transformaciones están teniendo líneas de avance y consecuencias de varios tipos.

Al pasar de las revistas y libros en papel a las revistas y libros electrónicos se han abaratado muchísimo los costos de publicación y difusión del conocimiento científico. Desde el punto de vista de las editoriales comerciales, esto ha servido para unificar sus plataformas y herramientas y ofrecer la posibilidad de publicar muchos más artículos y trabajos científicos. Una consulta sencilla en Internet nos indicará como los números han aumentado paulatinamente hasta llegar a los miles de artículos científicos en formato digital que se publican cada año.

Pero sigamos con otras consecuencias de la digitalización de los artículos científicos. Desde el punto de vista de los investigadores y sus instituciones, esto ha servido para que puedan autogestionar con más sencillez sus propias publicaciones científicas y, también, poder abrir más revistas especializadas. Si los investigadores hacen las labores de revisión de manera gratuita y se cuenta con un buen sistema de plantillas para que los autores entreguen los artículos con la suficiente calidad editorial, el coste de mantenimiento de una revista digital es virtualmente cero. Existe software libre y gratuito para la gestión editorial de una revista y cualquier universidad o institución puede prestar espacio en sus servidores para alojarlo. El resto es trabajo de los científicos como parte de sus actividades cotidianas. De hecho ya hacen ese trabajo cuando actúan como revisores para las revistas comerciales.

El astrofísico Carl Sagan

En esta situación surgen dos cuestiones básicas. La primera es que la producción de artículos científicos es enorme y la competición para ser citado y reconocido por los colegas es cada vez mayor. Los índices que tratan de objetivar la calidad de una revista se basan en este impacto de un artículo, es decir, las veces que es citado por sus colegas y la calidad de las revistas en las que está esa cita. De este modo se establece una competición cuantitativa sobre el número de artículos que publica un investigador y la calidad de las revistas en que se publican. Cuantificar la investigación científica no es sencillo porque, entre otras cosas, va en contra de la parsimonia, la paciencia y el sin fin de resultados negativos que requieren los grandes descubrimientos científicos. La ciencia necesita tiempo para avanzar. Someter a los científicos a la presión de publicar buenos resultados cada pocos meses condiciona mucho su trabajo experimental y la exploración de paradigmas alternativos.

Por otro lado, muchas de esas revistas autogestionadas por científicos e instituciones pensaron que, ya que el costo de las mismas era muy pequeño, podían dejar el acceso libre y gratuito a sus artículos. Esto beneficia la difusión del conocimiento científico y, también, el impacto de los artículos pues son más fácilmente citados. Las ventajas epistemológicas y éticas de este modelo se tradujeron en la declaración internacional de Berlín sobre el acceso abierto de 2002. Muchas instituciones de investigación se hicieron eco de esta iniciativa y recomiendan a los científicos publicar en acceso abierto. Las revistas de investigación de pago por suscripción (acceso cerrado) están también empezando a publicar en acceso abierto. Pero lo hacen a cambio de que los autores paguen una cuota extra por acceso abierto. La idea del movimiento, que el conocimiento científico se distribuyese de manera abierta y gratuita, ha sido tergiversada de manera que los científicos deben pagar por esa apertura.

Como ves, las consecuencias epistemológicas de la digitalización son ambivalentes y hay muchas cuestiones editoriales, económicas, meritocráticas y políticas que influyen en cómo ver esta cuestión. El resumen es claro: hay que encontrar el equilibrio entre la cantidad de artículos y su calidad. Lo que garantiza esa calidad es el proceso de revisión por pares. Sin embargo, no hay sistemas transparentes para evaluar el propio sistema de revisión. Su naturaleza, como sistema ciego y anónimo que ejecutan dos o tres pares, no ofrece las suficientes garantías para comprobar su fiabilidad. De hecho, las noticias sobre artículos fraudulentos que han sido publicados en revistas de prestigio son, por desgracia, habituales. Un sistema de revisión por pares abierta, transparente y basado en las tecnologías de la ciberesfera se ha propuesto para salvar estas dificultades. Sin embargo la comunidad científica no ha tomado ese camino, aún no al menos.

Hay algunas propuestas más radicales que tratan de establecer un nuevo modelo que puede solventar estos problemas. Por ejemplo, las llamadas “publicaciones líquidas”. El ejemplo de este cambio proviene de las prácticas de producción del conocimiento tecnológico en la red. Movimientos como el de las comunidades de desarrollo del software libre han demostrado que se puede compartir en la red todo el proceso de construcción colaborativa de conocimiento. Si los científicos compartían solo los resultados a través de un artículo final, ahora podrían compartir todo el proceso. De hecho esto se hace así en comunidades científicas cerradas en las que se van viendo los avances paulatinos en la investigación. La propuesta de las “publicaciones líquidas” es que, en lugar de “congelar” un trabajo en un punto determinado para la publicación de un artículo, se vayan publicando diferentes versiones del trabajo en función de su evolución, no en función del proceso de publicación. Eso, aunque parece que aumenta el número de publicaciones, sería justo al revés, lo disminuiría. Un equipo de investigación tendría abierto solo un artículo sobre el tema en el que trabajan, aunque ese artículo presentara diversas versiones en función del avance de la investigación. Para entenderlo, solo tenemos que pensar en el desarrollo de software. Un programa recibe actualizaciones de seguridad de manera constante, pero es un solo programa. Luego, si cambia mucho el programa (en nuestro caso la investigación) se abre un nuevo desarrollo con otro nombre (otro artículo diferente).

Esta si sería una gran revolución en el sistema de difusión del conocimiento científico. Se aprovecharían todas las ventajas de la difusión de todo el proceso de investigación, fortaleciendo la colaboración entre los grupos de científicos. Y se eliminarían las desventajas de la sobreproducción de artículos y revistas pues se publicaría y evaluaría el trabajo científico en conjunto, no las versiones parciales preparadas ad hoc para poder publicar varios artículos con la misma investigación.

Un modelo híbrido similar a esta metodología se está llevando a cabo hace tiempo en comunidades de científicos que comparten en acceso abierto las versiones en borrador de sus artículos, las comentan y las mejoran intercambiando información en un proceso de revisión abierta. Finalmente, y por eso el modelo es híbrido, se publica la versión final en revistas indexadas. El sitio ArXiv es un ejemplo de este modelo de revisión por pares abierta en una comunidad especializada.

(A.M): En este sentido, el acceso abierto ofrece la posibilidad más allá de una  epistemología para colocarse en una epistemología digital, que he llamado  ciberepistemología, la cual busca  que la producción y difusión de conocimiento  sean más fiable y veraz. Dicho conocimiento no es pasivo, sino interactivo y constituido por redes de sujetos cibernéticos, de conocimientos y objetos en la dimensión de lo virtual, más allá de la relación tradicional de sujeto- objeto. ¿Hoy se puede decir  en torno a la publicación científica y de formato digital que nos encontramos en una ciberepistemología que mejora la producción científica?

(R.F.O) Cuando hemos hablado antes de los cambios o transformaciones que las tecnologías computacionales han operado en nuestro cerebro, hemos debido ser cautos y precisos pues, a día de hoy, esos cambios siguen en una línea de continuo con el resto de aprendizajes de nuestra mente. Pero si quieres que hablemos de los cambios que esas tecnologías han causado en la actividad cognitiva humana más excelsa, la ciencia, podemos ser totalmente claros: las tecnologías computacionales han cambiado la forma en que se lleva a cabo la investigación científica de manera radical, disruptiva y epistemológicamente revolucionaria. Y lo han hecho en todas y cada una de las prácticas científicas. Desde la toma y procesamiento de datos hasta la eclosión de nuevas disciplinas basadas íntegramente en las metodologías computacionales como la bioinformática o la inteligencia artificial.

La revolución epistemológica y metodológica es muy grande y de mucho calado en nuestras teorías sobre el conocimiento científico. El mejor ejemplo de ello es el de los modelos de simulación computacional. Hoy en día todas las disciplinas de ciencias y de humanidades tienen a su disposición modelos de simulación computacional que sirven para reproducir procesos experimentales. Los químicos modelan posibles reacciones químicas, los economistas modelan el comportamiento de los mercados o los agentes económicos y, por ejemplo, los filósofos pueden modelar comunidades de agentes artificiales para ver cómo evolucionan socialmente siendo cooperativos o siendo individualistas. Requiere mucho trabajo filosófico establecer la validez epistémica de estos modelos. Para unas disciplinas son ideales y obtienen todo tipo de resultados fiables, para otras habrá que seguir investigando. Pero se trata de un recurso de investigación revolucionario y que ayuda mucho a los científicos para hacer exploraciones previas con todo tipo de hipótesis.

El divulgador cientifico Eduardo Punset y la doctora Lidia Losada

(A.M): Estamos en unos tiempos cibernéticos de velocidad, de cambios de enfoques epistemológicos,  de la Big Data, el cual también ha venido en un dataísmo, en donde lo multimodal y las redes de datos, videos e imágenes entran en las redes de apertura hacia la investigación y la publicación  y revisión del texto científico. ¿Cómo tu enfocas tal complejidad de procesamiento de datos, de ciberseguridad , de veracidad de los textos  científicos?

(R.F.O);  Hoy en día estamos inmersos en un proceso muy interesante en cuanto a la publicación de los resultados científicos. Cada vez más revistas científicas acometen la tarea de completar las publicaciones con archivos suplementarios con datos de todo tipo que demuestran que el procedimiento y los resultados son veraces. Se adjuntan las bases de datos originales con las que se ha trabajado, evidencias en modo gráfico o audiovisual y, también, el software que se ha usado para llevar a cabo experimentos o análisis. Como sabemos los filósofos de la ciencia, la veracidad del conocimiento científico se basa en que se ofrezcan los elementos necesarios para reproducir y contrastar los experimentos. Y todos estos elementos ayudan a esa reproducibilidad aumentando la veracidad del conocimiento científico.

El cambio viene mediado, como no, por las tecnologías. El formato de artículo con los elementos principales de la investigación venía determinado, entre otras cosas, por las restricciones editoriales de publicar en una revista de papel y los costes de distribución de esos ejemplares. Ahora todas esas restricciones se eliminaron y podemos publicar cuantos archivos digitales que queramos sin aumento de coste significativo.

Todo este proceso mejora la investigación científica y su fiabilidad. Por ejemplo, las bibliotecas de los centros de investigación ya no solo guardan artículos y libros, ahora también guardan y protegen datos científicos de todo tipo en formato digital. Esta transparencia y este registro de datos multimodales mejoran, sin duda, la calidad de la producción científica y el legado que vamos a dejar a las próximas generaciones de científicos para que sigan construyendo más conocimiento.

(A.M). En cuanto a la divulgación científica, en marzo 2015 el investigador y profesor de Ciencia, Tecnología y Sociedad, Eduardo Puntset, vino a la República Dominicana, participé algunos de sus encuentros, porque creo que unos de los divulgadores del conocimiento tecnocientífico de nuestro tiempo que se ha dedicado a la divulgación de las investigaciones científicas, sobre neurociencia, mente y tecnociencia.   Muchos de sus diálogos con filósofos, neurocientificos y tecnocientíficos se encuentran en obras como: El viaje a la felicidad (2014); Cara a Cara con la vida, la mente y el universo (2011); Viajes al poder de la mente (2010); El viaje al amor (2007); El alma está en el cerebro (2006)), entre otras.  ¿La divulgación científica  producida por Eduardo Punset cobra importancia en estos tiempos cibernético?

Andrés Merejo y Roberto Feltrero

 (R.F.O) :Otro caso muy interesante de revolución radical que la ciberesfera ha producido en la ciencia es el caso de la divulgación científica. A finales del siglo pasado, la divulgación científica de masas se basaba en la existencia de programas de televisión sobre el tema. En los 70 y 80 había programas de este tipo relativamente conocidos. Como los de Custeau o Carl Sagan. Pero cada cada vez eran más escasos. Por ejemplo, los años 90, en España se necesitaba esperar hasta altas horas de la madrugada para ver el único programa de divulgación, que se llamaba Redes y era dirigido por el recientemente fallecido  Eduardo Punset. Los cambios de horario en la parrilla televisiva de este programa eran constantes y verdaderamente fue un éxito que se mantuviese tantos años en antena. El verdadero éxito de estos programas no se debía a la audiencia, siempre muy escasa en términos televisivos, sino a las vocaciones que suscitaron. Cuando a Punset le preguntaban cuál de sus libros había ayudado más a la gente, siempre recordaba que su labor más social era conseguir despertar la vocación en todos esos jóvenes que un día se le acercaron para decirle que se decidieron a estudiar ciencias a raíz de lo que vieron en su programa. Y es que para eso sirve la divulgación de la ciencia, para que los científicos vean reconocido su trabajo y, para que los que no lo somos, los valoremos y queramos ser como ellos.

Hoy en día, los programas de Punset se pueden ver a cualquier hora gracias a la página de Internet de Televisión Española. Ya es un gran avance. Otro gran avance, enorme, es la de los blogs de científicos divulgadores que decidieron solventar la falta de divulgación por ellos mismos. Gracias a ello, la red está ahora poblada de muchísimos espacios de divulgación especializada y uno puede tener acceso a los últimos descubrimientos científicos en un lenguaje accesible y comentado por científicos y especialistas.

Pero un cambio totalmente revolucionario de la divulgación científica se produce cuando las tecnologías posibilitan que los usuarios de Internet puedan participar directamente en proyectos científicos. Esto es posible gracias a la infraestructura tecnológica. Los grandes grupos de investigación trabajan con el sistema de grid computing. Es decir, comparten sus recursos computacionales como grandes bases de datos o supercomputadores para hacer más rápidos y eficientes sus análisis y experimentos. Cuanta más potencia computacional, mejor. Los grandes computadores científicos son muy potentes, pero miles de computadores personales trabajando en paralelo son mucho más potentes. Por eso a alguien se lo ocurrió que los ciudadanos interesados podían “prestar” algunos de los recursos de sus computadores para experimentos científicos. Esto se llama “volunteer computing” y consiste en que un ciudadano instala una aplicación en su computadora para que parte de los procesos de análisis de datos científicos se lleven a cabo en su computadora. De este modo se le hace partícipe de los experimentos y de una comunidad de interesados en la ciencia. La divulgación se convierte en participación en la investigación

Aunque el caso más radical en el que la divulgación se convierte en participación directa es el de las disciplinas que se basan solo en computadores. Ya hablábamos antes de la bioinformática o los modelos de simulación. Pues bien, algunos aficionados a la ciencia se plantearon que si las herramientas básicas de esas ciencias son los computadores, la ciencia no tenía por qué confinarse a los laboratorios científicos. La más famosa de estas iniciativas es la comunidad de los que se autodenominan “biohackers”. En su comunidad se divulgan conocimientos sobre bioinformática y se comparten herramientas y datos para el análisis, por ejemplo, de secuencias del genoma. Esto permite a estos investigadores aficionados plantearse problemas científicos con algún tipo de función social que quizá los investigadores no lleguen a plantearse. Un caso muy famoso es el de una integrante de esta comunidad que, alarmada por la contaminación de muchos productos lácteos con melamina, se planteó modificar genéticamente una bacteria. Una pequeña gota de esta bacteria se pondría azul al contacto con un producto contaminado, por lo que serviría de test indicador “casero” barato y sencillo.

Más allá de otras consideraciones, estos ejemplos muestran las diversas opciones que brindan las tecnologías computacionales para acercar la ciencia a la ciudadanía. En países como la República Dominicana con fuertes inversiones en la mejora del sistema educativo, sobre todo en la enseñanza de las ciencias, se puede tomar nota de estas nuevas fórmulas para promocionar las vocaciones científicas entre los jóvenes del país.

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