Sobre la tierra amarga,

camino tiene el sueño laberintico;

sendas tortuosas,

parques en flor

y en sombras;

y en  silencio (Antonio Machado)

 

LONDRES, Reino Unido.-Como ahora hay tantos protagonistas, procuro con la justicia de los  documentos en la mano recordar a Orlando Martínez y sus afanes para con ese acontecimiento músico-cultural de 1974, que fue 7 Días con el Pueblo.

Orlando fue uno de los primeros que vio la trascendencia de la actividad, al margen cualquier contradicción ideológica con sus organizadores, lo que era normal porque  algunos teníamos claro que el valor del  evento trascendía a veces la propia visión de sus organizadores, a la caza de maximalismos para ver  qué sucedía.

Yo era entonces coordinador de Arte de Ahora en la Revista ¡Ahora! y  Orlando, como ejecutivo de esa publicación, me planteó que las páginas de mis columnas (cada jueves) deberían estar al servicio de la información que generara 7 Días con el Pueblo.

Me pidió además varias crónicas que serían publicadas en la página de opinión del periódico El Nacional, cerca de su columna

Microscopio. Y así lo hice.

Así nacieron los artículos titulados "Quien conoció a…", que eran retratos o impresiones de momentos vividos

con algunos de los artistas más afines a nuestros criterios. Escribí sobre Antonio Cabán Vale (El Topo), Roberto Darwin, Guadalupe Trigo (+) Ana Belén y Víctor Manuel, entre  otros. Eran crónicas cortas, para divertir e informar.

Me parece un gran desliz de los que ahora han organizado la celebración del 40 aniversario de 7 Días con el Pueblo, haber olvidado a Orlando Martínez, una persona que de modo desinteresado ayudó todo lo que pudo para que se hiciera posible el gran concierto popular

Para la entrada de los cubanos Silvio Rodríguez y Noel Nicola, Orlando Martínez -sin saber que ya exponía su vida- buscó la  ayuda del canciller de entonces. Por eso pudieron entrar Silvio Rodríguez y Noel Nicola. Orlando, en cierta manera, fue su garante. Me fascinaría que me desmientan.

El propio Orlando llegó a escribir sobre el significado de los 7 Días con el Pueblo. En conversaciones personales me valoró más de una ocasión la trascendencia del evento.

Doy fe de que si algo le dejaron llevar a  la tumba injusta y cobarde, fue aquella alegría que le produjeron esos días.

En Santiago, conmovido con los ojos aguados me señalaba el gentío, y al mismo tiempo que se erizaba hacíamos bromas con la berrenda gorra de los Tigres del Licey que usaba Francisco Santos, mientras caminaba en el Estadio Cibao hacia el lef field. La  broma la comencé yo, nada ofensiva. Decíamos que era sindicalista, pero que para quitarle esa gorra habría que  matarlo. Más tarde el chiste circulaba entre Emma Tavárez Justo y Marcos Rodríguez.

Tiempos después, en su última navidad vivo (véase un artículo escrito en Acento.com.do sobre este tema), en su habitación en pleno 24 de diciembre, aún nos reíamos de las ocurrencias e incidencias de 7 Días con el Pueblo.

Cuando se hace la despedida de los 7 Días con el Pueblo, en el estadio Olímpico, en el momento en que se instrumentalizó a los artistas extranjeros, exponiendo sus vidas en un estadio repleto de guardias adoctrinados con el odio a toda oposición a Balaguer, nerviosos y con armas largas, Orlando se llenó de cólera. Sobre todo cuando miraba a Víctor y Ana corriendo con una pancarta que pedía libertad para los presos políticos de entonces.

Me dijo de inmediato que esa provocación podía costar vidas y me señalaba con tensión los puntos donde los guardias -medio fuera de sí por tanta gente  congregada gritando consignas contra  el régimen- sostenían sus armas largas prestos para usarlas ante la primera orden.

Aquello pudo haber ensangrentado el final de los 7 Días con el Pueblo y, de paso, llevarse el régimen de Balaguer, pues eso también habría sucedido si la masacre hubiera tenido lugar. Por suerte nada  ocurrió a los artistas, a no  ser la deportación y la declaración de Persona Non grata a todos los  artistas extranjeros para que abandonaran el país en 24 ó 72 horas.

Me parece un gran desliz de los que ahora han organizado la celebración del 40 aniversario de 7 Días con el Pueblo, haber olvidado a Orlando Martínez, una persona que de modo desinteresado ayudó todo lo que pudo para que se hiciera posible el gran concierto popular.

Tengo la certeza, en caso de que haya sido ignorado, que Orlando Martínez sí será recordado por los que tienen memoria larga, tan larga que se convierte un río de lágrimas cada diciembre, porque quizás aquella fue su última gran fiesta entre amigos y amigas, nacionales y extranjeros.(CFE)