Título original: Exodus: Gods and Kings. Género: Drama/Aventura. Dirección: Ridley Scott. Guión: Steve Zaillian (Historia: Adam Cooper, Bill Collage). Reparto: Christian Bale, Joel Edgerton, Aaron Paul, Sigourney Weaver, Ben Kingsley, Emun Elliott, John Turturro. Duración: 2 horas 31 minutos. Clasificación: + 12 años. País: USA
Hollywood siempre ha querido dar precisiones sobre algunos aspectos históricos y otros relacionados con los libros de la Biblia.
El texto bíblico siempre ha sido materia prima para la realización cinematográfica ofreciendo detalles ajustados a la concepción artística y argumental más que en ofrecer un ensayo y estudio de la veracidad del texto en sí.
Recordemos que sus adaptaciones en el celuloide precisamente son iniciadas en aquellas interpretaciones mudas que realizó la casa productora francesa Pathé en el año1896 con la vida de Cristo.
Hoy, más que una inspiración, es un asunto de explotación temática teniendo en cuenta la nueva generación de las audiencias que copan las salas de cine.
Después de la reciente adaptación de la historia de Noé y el Diluvio Universal, llevado a la pantalla por Darren Aronofsky, Hollywood pretende seguir explotando esta arista y le encarga al maestro Ridley Scott, quien lleva un fardo de grandes producciones cinematográficas como “Blade Runner” (1982),“Thelma & Louise” (1991), “Gladiator” (2000), encontrar el punto de equilibrio entre la codicia mercantil y la inspiración artística; trabajo nada fácil pues ha tenido sus malas consecuencias.
“Exodo”, versión un tanto justificada de “Los 10 mandamientos” porque, al final, trata de lo mismo, es una transcripción modificada en algunos aspectos de este anterior filme.
Sin ser una película de época estival, ni remotamente de celebración del período de Semana Santa, “Exodo: Dioses y Reyes” es un filme difícil de ubicar dentro del calendario del ´releasing´ de la industria cinematográfica norteamericana.
Su componente principal es que está basado en un texto bíblico, pero en su realización rehúye del mismo para no caer en tentaciones banales. Por eso más bien se centra en el famoso arquetipo del “viaje del héroe”, la plataforma en la que se han sustentado miles de historias épicas y de aventura tanto en literatura, teatro como en cine.
Por eso la figura de Moisés es colocada en esta posición, la de un hombre que desafió a un imperio entrando en franco antagonismo con el faraón Ramsés, lo que dio como resultado la liberación de los 600.000 esclavos y la huida a través de Egipto en busca de la Tierra Prometida.
Si se ve el filme en estos términos verdaderamente cumple su objetivo. Lo que sí puedo desdeñar es su parafernalia hueca en la que se sostiene, donde el único personaje que se desarrolla, y a conveniencia de la historia porque no faltaba más, es el de Christian Bale como Moisés.
El intenta mover los órdenes de su moraleja por el empeño íntegro al que se debe por su compromiso con el Creador, asumido en la figura de un niño, imagen que solidifica ciertos patrones de conducta humana reducida a la supuesta candidez infantil.
De esta manera la dualidad en el pensamiento de Moisés frente a lo que está sucediendo a su alrededor, es el apoyo por el cual justifica su acción pretendiendo establecer su voluntad (o la de Dios) sobre la Tierra y entre sus semejantes.
Lo demás es la supuesta batalla (no en el filme) sino la de Scott por conseguir un producto que no se note mucho lo de la codicia mercantil y logre, en sus propios términos, una película loable y digna para su filmografía. ¿Lo ha logrado?