SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Tres de los cuatro autores del estudio publicado por la revista científica The Lancet sobre los riesgos cardíacos del uso de la hidroxicloroquina para tratar a pacientes de covid-19 decidieron retractar el documento al no poder garantizar la veracidad de los datos empleados, todo ello en el marco de un debate sobre un medicamento que en plena pandemia ha degenerado hasta en amenazas de muerte.

Los tres científicos recuerdan que tras la publicación del estudio el 22 de mayo "se plantearon varias preocupaciones con respecto a la veracidad de los datos y análisis realizados por la empresa Surgisphere Corporation y su fundador", Sapan Desai, que figura como el cuarto firmante de la investigación.

En una nota enviada a la revista científica británica, los tres autores consideran que ya no pueden "garantizar la veracidad de las fuentes de datos primarias" usadas para el documento que reveló la investigación, a la vez que se disculpan con los editores de la publicación y con los lectores.

The Lancet, por su parte, indicó en una declaración que "se toma muy en serio las cuestiones de integridad científica" y que "hay muchas preguntas pendientes sobre Surgisphere y los datos que supuestamente se incluyeron en este estudio".

Por ello, señaló que, siguiendo las directrices del Comité de Ética de Publicaciones y del Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas concluye en que "se necesitan urgentemente revisiones institucionales de las colaboraciones de investigación de Surgisphere".

Los autores que han decidido retractar el estudio son Mandeep Mehra, del Hospital Brigham de Mujeres de Boston (EEUU); Frank Ruschitzka, del Hospital Universitario de Zúrich (Suiza) y Amit Patel, de la Universidad de Utah (EEUU).

Tras conocerse las dudas suscitadas por los datos proporcionados por Surgisphere Corporation para el estudio, los tres autores solicitaron un examen independiente de Sugisphere "con el consentimiento de Sapan Desai".

El objetivo era evaluar el origen los elementos de la base de datos, "confirmar la integridad de la base de datos y reproducir los análisis presentados" en el estudio.

La empresa Sugisphere no facilita "el conjunto de datos completo" 

La empresa Sugisphere informó a los revisores independientes de que no facilitaría "el conjunto de datos completo" ya que esa "transferencia violaría los acuerdos con los clientes y los requisitos de confidencialidad", por lo que no pudo realizarse dicho examen, señalan los tres autores en su nota.

Los científicos destacaron que siempre han aspirado a realizar sus investigaciones "de acuerdo con las más altas directrices éticas y profesionales" y que "nunca" pueden olvidar su responsabilidad para asegurarse "escrupulosamente" de que dependen "de fuentes de datos que se adhieran" a altos estándares.

Por eso, y teniendo en cuenta lo sucedido "ya no podemos garantizar la veracidad de las fuentes de datos primarias", escriben los tres autores que ahora retractan el estudio.

"Todos entramos en esta colaboración para contribuir de buena fe y en un momento de gran necesidad durante la pandemia de covid-19. Nos disculpamos profundamente con ustedes, los editores, y con los lectores de la revista por cualquier vergüenza o inconveniente que esto pueda haber causado", concluyen los autores su carta.

La Organización Mundial de la Salud tomó en cuenta el citado estudio, que señalaba que el uso de cloroquina o hidroxicloriquina en enfermos de coronavirus se relacionaba con un aumento de las tasas de mortalidad, para detener temporalmente sus ensayos con ese medicamento.

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Sin embargo, la OMS volvió a darles luz verde a sus ensayos con ese medicamento el mismo día en que The Lancet publicó una advertencia sobre el citado estudio al haberse planteado "importantes cuestiones científicas sobre los datos".

El uso de la hidroxicloroquina ha protagonizado una de las mayores polémicas durante la pandemia de la covid-19, desde que el presidente de EEUU, Donald Trump, defendiera el medicamento desde marzo como uno de los más prometedores para combatir la enfermedad, y lo propio han hecho sus colegas de Brasil y Venezuela, Jair Bolsonaro y Nicolás Maduro, a pesar de que hasta ahora no hay evidencias claras al respecto.

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Cuando empezaron a aparecer estudios limitados sobre riesgos cardíacos en los pacientes que la utilizan, Trump dejó de hablar de ella, aunque el mes pasado reconoció que la tomó durante semana y media como medida preventiva ante el aumento de casos positivos en personal de la Casa Blanca.

Brasil: Amenazas de muerte tras juicio con cloroquina para COVID-19

Con este título, la misma revista The Lancet informó esta semana que "los resultados desfavorables" que arrojó un ensayo clínico brasileño con cloroquina "llevaron a amenazas de muerte y animosidad hacia los investigadores".

Efectivamente, el resultado desfavorable de este estudio efectuado en Brasil provocó la animosidad, primero en los Estados Unidos y luego en el país sudamericano, de quienes apoyan el uso de cloroquina para tratar COVID-19, detalla el texto de Estella Ektorp en la revista The Lancet.

"La única conclusión que puede sacar del estudio es que este medicamento, cuando se usa en dosis altas, no es seguro", declaró Marcus Lacerda, el investigador principal del primer ensayo clínico aleatorizado y controlado que probó cloroquina, un congénere de hidroxicloroquina supuestamente menos tóxica para tratar pacientes con síntomas graves de COVID-19.

Micheal Coudrey, un activista político estadounidense con más de 261 mil seguidores en Twitter, se refirió a este trabajo como "un estudio financiado por la izquierda que administró intencionalmente dosis extremadamente altas y usó una versión menos segura del medicamento hidroxicloroquina como un pretexto para indicar que la cloroquina era ineficaz y peligrosa".

Poco después, el hijo del presidente brasileño, Eduardo Bolsonaro (que tiene 2 millones de seguidores en Twitter) lo llamó "estudio falso destinado a demonizar la droga".

En otro tuit inflamado, Eduardo Bolsonaro afirmó que los autores del estudio estaban afiliados al partido financiado por el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y solicitó una investigación.

Poco después, Lacerda comenzó a recibir amenazas de muerte a través de las redes sociales y tuvo que solicitar protección policial, que se mantuvo durante más de 2 semanas.

"Cuando se publicó el artículo en JAMA, las amenazas se detuvieron", reveló Lacerda, lo que indica que publicar el estudio en una revista de alto impacto revisada por pares puede haber protegido al investigador y a su familia.

Además de sufrir las amenazas de muerte, los autores del estudio tendrán que responder a una acción legal tomada por tres fiscales.

Con 32 puntos que los autores deberían justificar, la acción legal desafía principalmente la alta dosis utilizada en el ensayo, la elección de cloroquina en lugar de hidroxicloroquina y la población de pacientes.

“Cuando anunciamos por primera vez que probaríamos cloroquina para tratar COVID-19 fuimos vistos como héroes en Brasil, la gente nos envió mensajes alentadores y todos estaban emocionados. Sin embargo, cuando salieron los resultados del estudio, la actitud cambió”, dice Lacerda, todavía incrédulo.

Además de políticos y activistas, el estudio también ha sido fuertemente condenado por algunos médicos y científicos, quienes citan estudios observacionales y retrospectivos con menor nivel de evidencia y relatos anecdóticos, para apoyar el tratamiento de COVID-19 con cloroquina, un medicamento utilizado tradicionalmente para tratar la malaria. y que supuestamente tiene efectos adversos, en particular en relación con la función cardiovascular.

"Estos estudios carecen de controles, por lo que, en el caso de cualquier cosa que se haga sin el control adecuado … puedes ver lo que quieras", cree Nikolaos Vasilakis, vicepresidente de investigación del Centro de Biodefensa y Enfermedades Infecciosas Emergentes y Centro de Enfermedades Tropicales del Instituto para Infecciones e Inmunidad Humana en la Universidad de Texas en Galveston, Estados Unidos.

Para Mauro Schechter, especialista en enfermedades infecciosas y epidemiología y profesor en Brasil y Estados Unidos en la Universidad de Pittsburgh, y en la Escuela Bloomberg de Higiene y Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, “el problema principal es que los médicos no tienen idea cómo funciona un ensayo clínico o qué se necesita para establecer que un medicamento sea efectivo".

Schechter, quien se está recuperando de COVID-19, dice que le ofrecieron hidroxicloroquina cuando fue hospitalizado, pero lo rechazó por "respeto a la ciencia".

La adopción o no de hidroxicloroquina para tratar COVID-19 se ha convertido en una disputa política que parece no beneficiar a nadie. "Podemos pasar por esta pandemia sin saber si este medicamento funciona o no", lamenta Lacerda.

En una carta emitida por la Sociedad Brasileña de Virología repudiando las amenazas recibidas por el grupo de investigación de Lacerda, la sociedad advierte: “Solo la buena ciencia puede salvarnos en esta pandemia del nuevo coronavirus; así suplicamos, ¡dejen a los científicos solos para que hagan su trabajo! ". (Con informacions de EFE y otras fuentes)