SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El libro de José Francisco Peña Gómez sobre la revolución de abril de 1965 tiene más de mil páginas y está repleto de descripciones de momentos estelares, con lujo de detalles. El libro se titula La revolución de Abril de 1965 narrada por José Francisco Peña, de Miguel Decamps Jiménez.
Un momento estelar es el que narra el libro sobre lo alocución del programa Tribuna Democrática del PRD, en el que Peña Gómez se dirigía al país, y el 24 de abril de 1965 interrumpió la normalidad del programa para anunciar el inicio del levantamiento militar contra el Triunvirato.
Léalo a continuación, narrado por Peña Gómez
El retorno al orden constitucional está cerca
La madre del doctor Balaguer está enferma, y el Partido Reformista, que orienta el expresidente exiliado en Nueva York, está realizando una campaña intensa encaminada a obligar al gobierno a permitir el regreso del líder del reformismo.
Nosotros creemos que los balagueristas están dando coces contra el aguijón. A este gobierno no lo ablanda ni la agonía de la muerte; este gobierno no se apiada del dolor de nadie; para este gobierno sólo cuentan sus propósitos continuistas, y ningún acontecimiento que pueda – aunque sea por accidente – entorpecer sus planes va a ser tomado en cuenta por el Triunvirato.
Este gobierno no se compadece del dolor ajeno. El doctor Reid Cabral definió su actitud ante el sufrimiento de los demás, cuando expresó – en momentos en que decenas de madres se sometían a una huelga de hambre demandando libertad para sus hijos – que esas señoras estaban haciendo una campaña publicitaria al compañero Ángel Miolán, a quien se le murió el padre.
El gobierno se negó a permitirle la entrada al país. Nosotros vimos en Puerto Rico, cuánto sufrió el compañero Miolán a causa del fallecimiento de su padre; nosotros vimos reflejado en su rostro su angustia, su desesperación y su dolor; pero el gobierno, implacablemente, no quiso que él viniera a su país a darle el último adiós a su padre que moría.
A los hombres del gobierno se les han encallecido los corazones y por eso poco les importa que se mueran las madres de los desterrados. Porque sabemos esto, es por lo que decimos que los balagueristas están dando coces contra el aguijón.
En otro orden de ideas, queremos informarles que esta mañana, mientras autoridades municipales y gubernamentales asistían a una inauguración en el ensanche Capotillo, los moradores de dicho barrio y otros del barrio La Zurza, promovieron una manifestación de repudio contra los funcionarios del Cabildo, quienes no pudieron llevar a cabo la celebración.
Tan pronto se ejecutaron las notas del Himno Nacional, la multitud congregada comenzó a lanzar aclamaciones en favor de Juan Bosch y de la constitucionalidad. El chasco que sufrieron los funcionarios del Cabildo y del gobierno fue grande, ya que cuando se escucharon los primeros aplausos y gritos de “Juan Bosch, Presidente”, el síndico del Distrito, Tancredo Aybar Castellanos, y sus acompañantes, aplaudieron también, creyendo que se trataba de aclamaciones del público en su favor. Después de que los cartelones de los jóvenes de La Zurza y Capotillo fueron levantados, y cuando las aclamaciones fueron más audibles y una lluvia de piedras fue lanzada contra los funcionarios gubernamentales, se produjo un estado de confusión. El síndico Tancredo Aybar esgrimió su pistola y tanto él como sus acompañantes pusieron pies en polvorosa, en casas cercanas, y después escaparon en automóviles, a gran velocidad.
El acto de inauguración fue un fracaso rotundo. El pueblo de La Zurza y del ensanche Capotillo le demostró una vez más a los explotadores, que nada ni nadie podrá engañarlo, arrojándole migajas.
No podemos terminar nuestra intervención sin mencionar otro hecho que nos produce gran preocupación. El profesor Dato Pagán Perdomo será juzgado próximamente. No sabemos qué cargos hará el gobierno contra el profesor y dirigente político.
Pagán Perdomo regresó al país haciendo uso del derecho natural que tiene de vivir en su tierra, y ningún juez puede arrancarle ese derecho.
Llevar al profesor Pagán Perdomo a los tribunales, es una villanía y una vergüenza; mayor vergüenza aún es que este ciudadano esté encarcelado en las ergástulas de La Victoria, sin que se le pueda acusar de la comisión de ningún delito.
El destino de los revolucionarios dominicanos es sufrir y deambular por los caminos interminables del exilio. Aquí nunca ha habido justicia para los buenos. Aquí nunca se ha premiado la virtud ni el patriotismo. Aquí no se respeta la verdad. Aquí se le rinde culto a la mentira.
Si se piensa, por un minuto, en los millares de dominicanos que han sido asesinados desde 1930 hasta la fecha por la metralla o el puñal alevoso de los dictadores, y si se enumeran los criminales que han sido enjuiciados, nos daremos cuenta que el contraste es abismal y enorme, y que nuestro país está lleno de delincuentes sin castigo.
Aquí los que van a la cárcel cuando se trata de cuestiones políticas, no son los que violan la ley, sino los que la respetan y se esfuerzan por hacerla cumplir. Los que están en palacio y los que gozan de sueldos lujosos en las em- bajadas, consulados y secretarías de Estado, violaron la constitución liberal y democrática de 1963. Los que defendieron esa constitución están en la cárcel, en la tumba o en el exilio, o son víctimas de la persecución de los derrocadores.
El profesor Dato Pagán Perdomo será llevado a los tribunales y nos cuesta creer que haya jueces que se atrevan a sentar en el banquillo de los acusados a un hombre inocente como él.
Nos da trabajo creer que haya jueces que se deshonren condenando a ciudadanos que sólo han correspondido al llamado de la dominicanidad. Los que hagan eso, no serán jueces, sino verdugos.
La injusticia de la justicia dominicana no habrá de durar mucho tiempo; hay un juez más poderoso y más justo que todos los jueces de la tierra. Ese juez es el pueblo y ese juez juzgará a los opresores y dictará su sentencia inapelable. Entonces serán lavadas las afrentas sufridas por hombres que – como el profesor Dato Pagán Perdomo – sólo han servido a su pueblo.
Al llegar al este punto interrumpí mi alocución para atender una llamada telefónica sumamente importante, mientras la atendía el equipo técnico de Tribuna Democrática puso en el aire, a solicitud nuestra, las notas musicales de La Marcellesa himno de Francia. En lo que los demás verificaban la autenticidad de la información recibida, volví al aire con estas palabras:
Los acordes vibrantes que se escuchan pertenecen a La Marsellesa y nos anuncian el advenimiento de la revolución dominicana.
Son las notas triunfales del himno de la revolución francesa; el himno que llevó a los revolucionarios al combate y a la victoria; las mismas notas que llevarán al pueblo dominicano hacia la conquista definitiva de sus derechos conculcados.
¡Adelante, pueblo dominicano, que pronto o despacio llegaremos a pa- lacio!
Las notas del himno francés continuaron escuchándose durante varios minutos hasta que ya confirmada la noticia tronó mi voz improvisando lo que sería en el futuro recordado como el comienzo de la revolución:
¡Atención, pueblo dominicano!; ¡Atención, pueblo dominicano!; ¡Atención, pueblo dominicano!. En estos momentos Tribuna Democrática acaba de recibir una llamada telefónica del capitán Peña comunicando que las clases y los rasos de la Jefatura de Estado Mayor del Ejército acaban de hacer presos en estos momentos a todos los miembros de la Jefatura de Estado Mayor, entre ellos el Jefe de Estado Mayor, general Rivera Cuesta; subjefe de Estado Mayor, coronel Ruiz Batista; auxiliar encargado de personal, mayor Pompeyo Vinicio Ruiz; mayor García Tejada, oficial de inteligencia, y mayor José Silvestre García, auxiliar G-2.
Nos comunican las clases y los rasos de la Jefatura de Estado Mayor del Ejército que han tomado esta dramática decisión en vista de que esos oficiales se habían reunido para cancelar a los oficiales, clases y soldados honestos de esa institución, y que en virtud de esas arbitrarias actuaciones de la Jefatura de Estado Mayor, se encontraban presos el teniente coronel Gutiérrez Ramírez y el mayor Eladio Ramírez Sánchez, que ya han sido puesto en libertad por las clases, los rasos y oficiales subalternos de las fuerzas armadas.
Nos comunica el capitán Peña Taveras – en nombre de las clases y los rasos de las fuerzas armadas – que han tomado la dramática decisión de libertar al pueblo dominicano de sus cadenas y que en consecuencia invitan a toda la ciudadanía y a todos los hombres honestos de las fuerzas armadas a sumarse a este movimiento libertador que habrá de destruir para siempre el yugo opresor de la oligarquía explotadora que tiraniza al valiente y bravío pueblo dominicano.
24 de abril, 1965