El padre Abraham Apolinario, vicario general de la Arquidiócesis de SD en Salcedo, dijo en su homilía en memoria del asesinato de las Hermanas Mirabal que estas fueron víctimas del abuso del poder  gubernamental como ahora mismo sucede con las deportaciones de haitianas embarazadas recién paridas.

"Por esa nobleza que nos caracteriza no podemos permitir que algunas personas denigren nuestra nación con actos innobles", subrayó monseñor Abraham Apolinario.

"El abuso denigra al abusador y al abusado, pero deshonra más al abusador. Cuando el abuso lo comete una autoridad es más grave aún, pues mancilla también al pueblo que esa autoridad representa. Por eso ha causado tanta indignación en nosotros el abuso cometido recientemente por algunas de nuestras autoridades contra un grupo de haitianas embarazadas y recién paridas. Nos indignamos por ellas y por sus criaturas. Porque son mujeres y porque son madres", expresó monseñor.

El sacerdote aludió también a "la larga historia de abuso contra los obreros de la caña traídos desde Haití, iniciada durante la primera invasión americana, potencializada por la familia Trujillo y los gobiernos que heredaron su estilo".

Insigne dominicano de origen haitiano

"Fue con la llegada al poder del PRD en 1978 que se redactó un contrato con los obreros haitianos, documento que algunos de los presentes conocen mejor que yo. El PRD, cuyo principal líder era un insigne dominicano, de origen haitiano", subrayó el padre Abraham Apolinario.

"Nuestros viejos decían: “Lo mal hecho, ni se hace ni se apoya”. Por eso repudiamos el abuso contra personas tan frágiles y a quienes,  contradiciendo lo que establece la ley, se le envía a un país sumido en la violencia total, poniendo en inminente peligro sus vidas y las de sus criaturas y a sabiendas que algunas de esas mujeres viven en nuestro país desde hace tiempo o nacieron en él".

"Damos gracias a la familia Mirabal y a la comunidad de Salcedo por invitarnos a mantener viva la memoria de Patria, Minerva y María Teresa, asesinadas junto a Rufino, su chofer, por el tirano" Trujillo, añadió:

La homilía completa: 

Homilía en la Iglesia San Juan Evangelista, Salcedo
Memoria del asesinato de las Hermanas Mirabal
25 de noviembre de 2021
P. Abraham Apolinario

Nos reúne el Señor en esta mañana del 25 de noviembre, para darle gracias por la vida de tres jóvenes mujeres que ofrecieron sus vidas, por luchar en favor de la libertad de esta nación.

Hemos venido a esta Iglesia a agradecer a Dios por este noble sacrificio, que precipitó la caída de la Tiranía de la familia Trujillo.
La palabra de Dios que hemos leído esta mañana pertenece al género apocalíptico. El libro del profeta Daniel fue escrito en un momento muy difícil de la historia del pueblo de Israel. Es el
tiempo de la persecución contra de los Macabeos y el profeta viene de parte de Dios, a levantar la moral y fortalecer la esperanza del pueblo. Los libros apocalípticos, contrario a lo que algunos piensan, son libros de esperanza.

El mensaje es claro: La maldad no tiene la última palabra. El bien vencerá, la justicia prevalecerá y la paz se impondrá a la violencia y a la barbarie. La frase final del evangelio de hoy despierta esperanza: “levanten la cabeza, se acerca su liberación”.

El profeta Daniel nos revela que la injusticia es como una estatua construida con distintos metales. Su cabeza es de oro, su pecho y sus brazos son de plata, su vientre de bronce, sus pies son una mezcla de hierro y barro. Son frágiles. Toda injusticia tiene pies de barro y puede ser derrumbada. La dictadura de la familia Trujillo tenía pies de barro y por eso tres tiernas mariposas contribuyeron a su caída.

El origen de mi familia se remonta a este pueblo de Salcedo, donde nos encontramos hoy. Mis antepasados son de aquí, aunque yo nací en Cayetano Germosén.

De niño solía pasar mis vacaciones con mi familia y en uno de esos veranos escuché una historia que marcó profundamente mi alma de niño. Hubo una pelea entre dos vecinos armados de machetes. Uno de ellos perdió su arma y corrió a refugiarse, increíblemente en la casa del contrincante. Parecía una locura, pero eso le salvó la vida. Su vecino aunque lleno de ira no se atrevió a matarlo, porque se protegió en su propio hogar. El código de honor, el respeto por la casa de su propia familia, no le permitía agredirle. Tal vez por eso escuchamos decir “sal para afuera, para que arreglemos esto como dos hombres”.

Nuestro pueblo es una nación noble, capaz de ofrecer su vida por sus ideales. Es lo que hoy venimos a agradecer a Dios. Por esa nobleza que nos caracteriza no podemos permitir que algunas personas denigren nuestra nación con actos innobles.

El abuso denigra al abusador y al abusado, pero deshonra más al abusador. Cuando el abuso lo comete una autoridad es más grave aún, pues mancilla también al pueblo que esa autoridad representa.

Por eso ha causado tanta indignación en nosotros el abuso cometido recientemente por algunas de nuestras autoridades, contra un grupo de haitianas embarazadas y recién paridas.

Nos indignamos por ellas y por sus criaturas. Porque son mujeres y porque son madres.

No voy a mencionar aquí la larga historia de abuso contra los obreros de la caña traídos desde Haití, iniciada durante la primera invasión americana, potencializada por la familia Trujillo y los gobiernos que heredaron su estilo.

Fue con la llegada al poder del PRD en 1978 que se redactó un contrato con los obreros haitianos, documento que algunos de los presentes conocen mejor que yo.

El PRD, cuyo principal líder era un insigne dominicano, de origen haitiano.

Nuestros viejos decían: “Lo mal hecho, ni se hace ni se apoya”. Por eso repudiamos el abuso contra personas tan frágiles y a quienes, contradiciendo lo que establece la ley, se le envía a un país sumido en la violencia total. Poniendo en inminente peligro sus vidas y las de sus criaturas y a sabiendas que algunas de esas mujeres viven en nuestro país desde hace tiempo o nacieron en él.

Damos gracias a la familia Mirabal y a la comunidad de Salcedo por invitarnos a mantener viva la memoria de Patria, Minerva y María Teresa, asesinadas junto a Rufino, su chofer, por el Tirano.

Ellas nos demostraron a los hombres y mujeres de este pueblo, que la injusticia no dura para siempre. El ejemplo de las Hermanas Mirabal nos compromete a seguir construyendo, como nos dice la Palabra de Dios, un Reino de justicia y de paz. A respetar a toda persona, empezando por nosotros mismos. Porque el pueblo que no respeta sus propias leyes y las leyes de Dios, no puede esperar conquistar la libertad, para la cual hemos sido creados.

Damos gracias a Dios por el noble sacrificio de las Hermanas Mirabal, agradecemos a Dios por mantener viva su memoria y por todos los hombres y mujeres que se siguen batiendo por el respeto a los derechos humanos y por la protección de los más frágiles.

Damos gracias a Dios porque este noble sacrificio ha despertado la conciencia en nuestro país, que ha designado esta provincia con su apellido y en otros muchos pueblos, pues desde el 1981 se designó el 25 de noviembre como el Día de la eliminación de la violencia contra la mujer.

Confiemos que Dios nos siga regalando jóvenes, como los Trinitarios que crearon esta nación y por los que se han sacrificado por ella. ¡Amén!