SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Hace justo ocho años, la vida de un joven de 26 años de edad cambió drásticamente. Gavino Duval perdió la movilidad, sensación y funcionalidad de la parte baja de su cuerpo, tras recibir un disparo que pudo haber sido mortal.
“Mira como estoy, parapléjico. No me doy cuenta cuando orino ni cuando hago pupú”, relata Gavino, conocido como Franklin entre sus familiares y allegados.
Lo que fue una buena jugada en una banca de apuestas deportivas, terminó siendo una mala jugada del destino para Gavino y su hermano menor.
“Un hermano mío, en el 2008, se sacó una jugada de Pelota en la Banca American Sport. Mi hermano era menor y yo tenía 26 años. Él me da el ticket para que vaya a cobrar la jugada, cuando voy a la banca la digitadora me dice que no tiene esa cantidad de dinero y debe hablar con el propietario, que se llama Edward Orozco Oviedo”, expone.
Explica que luego de tanto luchar por el premio de 165 mil pesos, empezó a vivir una pesadilla, ya que apenas dos meses después de haber recibido el dinero ganado por su hermano en la banca, recibe un disparo a quema ropas.
“La bala que me entró por el pecho, me salió por la médula espinal y le dio a un niño en la cabeza; por eso él no me siguió tirando. Ahí mismo se montó en su carro y se fue”, detalla Gavino. La persona a quien acusa de haberle disparado es Edward Orozco Oviedo, propietario de la banca deportiva.
La odisea
Relata que tras el disparo fue trasladado al hospital Traumatológico Dr. Darío Contreras, en un vehículo perteneciente a la Policía Nacional.
“Al otro día temprano, van dos espalderos de Edward Orozco Oviedo, a uno le llaman El Mayor y al otro Randon, ese hoy está en España; y el Mayor anda por ahí perdido, con el cerebro fundido; me sacan del Darío y me llevan a la clínica que esta próximo, la Integral o la Altagracia. No estoy seguro de cual fue”, destaca.
Recuerda, con rostro inexpresivo, que tras el segundo día de haber recibido el disparo no había sido atendido. “Allí me subieron a un segundo piso, no me toman placa ni nada. Al otro día me dicen que debo desalojar y le dicen a mi madre que la persona que me llevó dijo no se haría responsable”.
"Mira como estoy parapléjico, no me doy cuenta cuando orino ni cuando hago pupú”
Y la pesadilla para Gavino continua, cuando es dejado en una camilla junto a su madre sin recursos y problemas psicológicos, en el estacionamiento del citado centro de salud.
“Al otro día de estar en el Darío ya yo sentía que me iba, cuando apareció una señora y me abrió, y me metió un tubo de pecho…me sacó dos botellas de sangre negra y entonces la barriga me empezó a bajar”, dice, tras contar que fue recogido por un taxista y llevado de regreso al Darío Contreras, donde fue atendido.
Era tarde
Recuerda como si estuviera viviendo aquel día, cuando ya no pudo mover la parte baja de su cuerpo. “Duré 28 días en el Darío. Mi hermano a través de ese problema terminó quitándose la vida, ahorcándose”.
Durante ocho años Gavino trató de mantener limpia la parte baja de su cuerpo sin vida, pero no pudo. “Mis piernas estaban llenas de gusanos”, recordó cómo se encontraba un mes antes de amputarle sus dos extremidades inferiores.
“Yo perdí todo lo de la nalga, estoy de los glúteos hasta los miembros inferiores; es decir la parte de abajo yo lo que tengo es solo el hueso cubierto con la telita de carne”, agrega.
Justicia
A pesar de que Gavino Duval yace postrado en una cama sin percatarse de cuando hace sus necesidades, su supuesto atacante se encuentra fuera del país y contra este no se ha abierto investigación alguna.
“Quien me disparó está en Miami, y las bancas las está administrando un hermano de él que se llama Richard Orozco Oviedo”, apunta Gavino.
Indignado, asegura que deberá reabrir el caso porque todo los documentos y pruebas desaparecieron.
Ayuda
El joven que reside en la ribera del río Ozama, se la pasa acostado en un pequeño colchón a fuera de su casa recién construida en block y cemento por ayuda del doctor Cruz Jiminían y otros.
Lleva un tratamiento de por vida, pero aún necesita otras medicinas prescritas al amputarle sus piernas. Él no las puede costear.
“Le pido a todo aquel que pueda colaborar, que me aporte con algo. Grano a grano se llena la gallina el buche. Ni que sea 5 pesos”, solicitó.
Gavino muestra cada una de ellas, mientras se acomoda con dos palos, ahora que hace un mes le amputaron sus piernas. Ahora anhela el día en el que pueda hacer uso de una silla de ruedas y con ella, volver a trabajar.
“Ya yo voy a poder sentarme en una silla de ruedas, voy a poder hacer mi trabajo y no voy a ser un mendigo, porque no quiero ser un mendigo”, concluye.
Para cualquier ayuda, Gavino Duval posee una cuenta en el Banco Popular, número 796661965.