SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Muestra las secuelas permanentes que en su piel oscura han dejado años de trabajo duro en el corte de caña. Sus padres vinieron desde Haití. Nació en un batey y dedicó los mejores años de su vida útil al trabajo de bracero en varios ingenios de azúcar en República Dominicana.

Maxilíe Simeón, sentado en el vórtice de un triangulo de cemento picudo en el elevado de la Avenida 27 de Febrero, espera que lo llamen luego de dejar su único documento de identificación en el edificio de Oficinas Gubernamentales Juan Pablo Duarte, el Huacal.

“Estoy aquí desde el domingo, durmiendo en la Avenida Nicólas de Ovando y a la espera de que me den los documentos que me acrediten que nací aquí”, relata Simeón.

Aunque nació aquí no tiene como demostrarlo, ya que según explica vino al mundo con una partera que se encargo del proceso de parto de su madre en el municipio de Sabana Grande de Boya de la provincia Monte Plata

Dice que a los 12 años fue introducido por su padre al corte y cultivo de caña, y seis años después recibió su identificación como cañero.

Aunque nació aquí no tiene como demostrarlo, ya que según explica vino al mundo con una partera que se encargo del proceso de parto de su madre en el municipio de Sabana Grande de Boya de la provincia Monte Plata.

“Allí nací y mis hijos; además murieron mis padres que eran haitianos, los cuales se dedicaron a la caña desde que fueron traídos aquí”, detalla.

Sus hijos son dominicanos ya que fueron declarados por su madre, hija de haitianos pero reconocida legalmente como ciudadana dominicana; sin embargo le preocupa su futuro.

Señala que a pesar de que el plazo otorgado por el gobierno para el fin del plan de regularización de extranjeros se vence este miércoles 17 de junio, él ni otros cañeros pueden quedarse sin un documento que les asegure la permanencia en el país.