SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El periodista Miguel Guerrero, en respuesta a una nota editorial publicada por Acento.com.do, remitió una carta a la dirección de este diario en la que afirma que no tiene nada que dirimir con el periodista Marino Zapete y que “Me importa un bledo lo que pueda seguir diciendo sin que logre quitarme un minuto de sosiego. La gente como él, que se pasa la vida juzgando a los demás, tiene que aprender a administrar sus enconos. Y no seré yo quien le ayude a aliviar la carga de sus excesos”.

Este diario hizo público un editorial llamando al periodista Marino Zapete y al empresario de televisión Fernando Hasbun a detener el debate que han iniciado sobre la terminación del contrato de trabajo que se mantuvo durante 7 años entre ellos, y que en diciembre pasado finalizó por voluntad de Fernando Hasbun, presidente del Grupo SIN.

A continuación la carta del periodista Miguel Guerrero

14 de enero de 2016.

Lic. Fausto Rosario Adames

Director de Acento.

Estimado y admirado amigo:

He leído con atención el editorial de Acento sobre el problema surgido con la destitución del equipo de comentarista del programa “El Despertador”, que encabezaba el señor Marino Zapete y el productor del programa Fernando Hasbún, presidente del grupo de noticias SIN, exhortándolos a ambos a dirimir sus diferencias. El editorial hace referencia a los múltiples y  desconsiderados ataques a mi persona hecha por dicho señor y me invita también a dirimir en otro plano las diferencias.

Aunque entiendo que el editorial es un acto de buena fe, apelo a su paciencia y comprensión para recrear algunos puntos sobre el tema. Lo primero es que entre el señor Zapete y yo no han mediado cinco minutos de conversación si llegaran a sumarse los momentos en que hemos coincididos en algún lugar, de manera que no existe entre nosotros ninguna relación. Lo segundo es que él ha utilizado cuantas cosas pueden imaginarse para denostarme, llegando a decir en su programa de televisión que yo escribí contra él un artículo ofensivo.

Como bien recuerda el editorial de acento que motiva este correo, se trata de una columna reproducida por Acento en la que señalaba que la destitución del señor Zapete no constituía una violación a la libertad de prensa, como él pretende todavía presentar, y que no me parecía justo que se acusara a los productores de haber tomado la decisión bajo presión del Gobierno, una grave y calumniosa acusación difícil de probar. En otras palabras que no se trataba de un caso de héroes y villanos.

El señor Zapete ha manipulado el contenido de ese artículo para lanzarme los peores señalamientos que su fértil y calenturienta imaginación le han permitido y lo ha hecho no sólo a través de su programa, sino haciéndolos reproducir en otros medios escritos y electrónicos, sin respeto alguno por la verdad y  la honra personal de quien suscribe. En esa tarea también se ha valido de las redes, en su propia cuenta de Twitter y por mediación de otras de reciente creación, en cuyos historiales sólo figuran menciones calumniosas sobre mi trabajo profesional.

También ha difundido repetidamente que el artículo que tanto le ha molestado fue escrito para aprovecharme de su salida y reemplazarlo, presentándolo como un acto de indignidad profesional, a sabiendas de que acepté el empleo sólo por un tiempo hasta que se encontrara un sustituto permanente y luego de muchos ruegos del señor Hasbún.

El señor Zapete ha empleado en contra mía todos los epítetos. Por dos semanas ha estado presentándome como un ser despreciable, chelero, indigno de la profesión, periodista entre comillas, perverso, canalla, mensajero del Presidente de la República, lambón, corrupto y no sé cuántas cosas más, igualmente impropias de un caballero.

Asimismo, ha dicho que yo le sustituí como pago por ese artículo, lo cual es otra grosera mentira, puesto que su salida fue un viernes y el lunes siguiente el programa continuó sin mi presencia. Yo entré al espacio casi un mes después de su destitución, no llenando su posición, que ya estaba cubierta, sino abriendo una nueva posición para quitarle el toque personalista que le impuso en sus siete años en el programa el señor Zapete.

Permítame explicarle que hago esta relación de afrentas no porque me importen, sino para poner las cosas en su justa dimensión. El señor Zapete puede decir de mí muchas más cosas de la que ya ha dicho y le aseguro que no me molestarían como no me han molestado las que ya conocemos. Obviamente él tiene de mí una opinión muy pobre. Yo no tengo, en cambio, ninguna sobre él.

El odio y la sinrazón actúan en el interior de los individuos como una serpiente que los devora y no los deja vivir con tranquilidad.

Así pues, querido y admirado amigo, le escribo sobre el editorial de Acento para informarle que no tengo nada que dirimir con el señor Zapete. Me importa un bledo lo que pueda seguir diciendo sin que logre quitarme un minuto de sosiego. La gente como él, que se pasa la vida juzgando a los demás, tiene que aprender a administrar sus enconos. Y no seré yo quien le ayude a aliviar la carga de sus excesos.

Afectuosamente,

Miguel Guerrero

Informaciones relacionadas:

Marino Zapete, Fernando Hasbún y Miguel Guerrero: otro modo para dirimir las diferencias

Zapete dice se negó a pasar como noticia espacio pagado del Gobierno; responde a Hasbún y a Guerrero