SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El expresidente de la República Hipólito Mejía criticó que el origen "espurio" de la administración de justicia dominicana llegue al extremo de perseguir y acosar a jueces que actúan con probidad e independencia, los cuales según dijo son pocos en las Altas Cortes.

Señaló que el también expresidente Leonel Fernández, valiéndose de su preeminencia en el Consejo Nacional de la Magistratura, convirtió la Suprema Corte de Justicia y el resto de las llamadas “Altas Cortes” en burdos comités intermedios de la facción que encabeza a lo interno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

Destacó que salvo pocas excepciones, el lugar que deberían ocupar magistrados prestigiosos, adornados con sobrados méritos, lo tienen hoy militantes activos y asociados “de quien llegó a creerse que él era el Estado y los demás sus insignificantes lacayos”.

“Esa mal llamada justicia fue la que, precisamente adelantándome a lo que está ocurriendo, denuncié, con la responsabilidad que me caracteriza, durante la campaña electoral del 2012”, dijo en una misiva enviada a los medios de comunicación.

Mejía llamó a la población a marchar por la independencia de la justicia y por el respeto a la institucionalidad.

“Tengan la seguridad de que estoy comprometido y decidido a luchar para que tengamos una justicia independiente, justa, eficaz, creíble, integrada por jueces de carrera, que cumplan su rol con dignidad, tal como lo reclama y merece nuestra sociedad”, argumentó.

Pidió, asimismo, a los dominicanos sacar la toga y el birrete del lodo en que se encuentran, para que la justicia esté al servicio de todos y no tan solo de aquellos que la utilizan para procurarse protección e impunidad.

 

DECLARACIÓN DE PRENSA

HIPÓLITO MEJÍA DOMÍNGUEZ

EXPRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DOMINICANA

Desde que inicié mi mandato constitucional al frente del Poder Ejecutivo, recibí sugerencias de importantes personalidades del país, en representación de diversos sectores nacionales, para que convocara el Consejo Nacional de la Magistratura a fin de sustituir los jueces que integraban la Suprema Corte de Justicia en ese momento. A pesar de que pude haberlo hecho sin contratiempos, resistí esa tentación y no obtemperé a los mencionados reclamos porque consideré que ese importante órgano debe funcionar como un contrapeso de los restantes poderes del Estado.

Además, consideré que ese alto tribunal había sido constituido democráticamente por un Consejo Nacional de la Magistratura en el que habían estado representadas las tres principales fuerzas políticas del país, reconociendo, además, el notable avance que había experimentado la Administración de Justicia durante la gestión de esos probos jueces.

Sin embargo, el prestigio y la credibilidad construida por ellos durante más de una década, hoy tenemos que reconocer que rueda por el suelo.

En otros tiempos de debilidad de nuestra justicia se afirmaba que la misma era un mercado y que las sentencias que pronunciaba eran elaboradas en las oficinas de algunos abogados vinculados al gobierno de entonces. Sin embargo, ahora sería peor, ya que, según se afirma, sus decisiones se toman en la oficina de quien las conformó a su particular interés y disposición.

El Presidente Leonel Fernández, valiéndose de su preeminencia en el Consejo Nacional de la Magistratura, convirtió la Suprema Corte de Justicia y el resto de las llamadas “Altas Cortes” en burdos comités intermedios de la facción que encabeza a lo interno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

Salvo pocas y honrosas excepciones constituidas por jueces de carrera, el lugar que deberían ocupar magistrados prestigiosos, adornados con sobrados méritos, lo tienen hoy militantes activos y asociados de quien llegó a creerse que él era el Estado y los demás sus insignificantes lacayos.

Sin lugar a dudas, el espurio origen de esta administración de justicia es lo que explica que se haya llegado al extremo de perseguir y acosar a los jueces que se han atrevido a actuar con probidad e independencia.

Esa mal llamada justicia fue la que, precisamente adelantándome a lo que está ocurriendo, denuncié, con la responsabilidad que me caracteriza, durante la campaña electoral del 2012.

Esa justicia desacreditada es la misma que la iglesia católica acaba de calificar en la pasada Semana Santa, como una vergüenza para los dominicanos; la misma que los jesuitas pidieron sea renovada con el nombramiento de jueces imparciales; y, la misma que el Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP) afirma, con preocupación, que atraviesa por una crisis de confianza.

Esa es la justicia que la sociedad dominicana, puesta de pies, pide a gritos que sea liberada de las garras criminales de la delincuencia y la corruptela, de quienes le han robado la tranquilidad y la paz a la ciudadanía aterrorizada.

¡Marchemos todos unidos por la independencia de la justicia y por el respeto a la institucionalidad!

Tengan la seguridad de que estoy comprometido y decidido a luchar para que tengamos una justicia independiente, justa, eficaz, creíble, integrada por jueces de carrera, que cumplan su rol con dignidad, tal como lo reclama y merece nuestra sociedad.

Saquemos la toga y el birrete del lodo en que se encuentran, para que la justicia esté al servicio de todos y no, tan solo, de aquellos que la utilizan para procurarse protección e impunidad después de robarse los dineros del pueblo.

Hipólito Mejía

8 de abril de 2015