SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Los hombres del campo no quieren ‘‘paños tibios’’ ni parches, no quieren promesas y menos limosnas. Los productores de arroz y banano, afectados por los huracanes Irma y María, sueñan con que el Gobierno ponga los pies en el campo y observe lo evidente: se necesitan soluciones concretas a los problemas de la agropecuaria.

‘‘Yo sueño con que él [Danilo Medina] resuelva el problema de encausar esas aguas. Ese sería mi mayor sueño. Yo despertaría feliz’’, es la respuesta del productor de arroz de La Vega, César Espaillat, al mandatario tras el recorrido por la zona en la que observó los destrozos a la agricultura que dejaron los dos ciclones que hace unos días se aproximaron a la costa noroeste del país.

Espaillat, un agricultor con más de 35 cultivando esa semilla y quien, además, dirigió la Federación Nacional de Productores de Arroz (FENARROZ), detalla que de manera preliminar los productores de ese alimento básico para los dominicanos, han contabilizado pérdidas de unas 120 mil tareas de arroz.

Rafael Sosa, productor de banano, estima –también de manera preliminar– que las inundaciones impactaron unas 85, 612 tareas de banano.

A principios de semana, el presidente Medina se reunió con comunitarios de Monte Cristi y Duarte en el Palacio Nacional. Prometió obras. Precisó la construcción de un puente, dos muros de contención y reparación de todas las carreteras dañadas por los efectos del ciclón.

Pero los líderes arroceros y bananeros, Espaillat y Sosa, de manera separada, pero con sentido común, miran con lucidez el futuro y su perspectiva no se aturde con ‘‘politiquerías’’. Quieren soluciones de raíz a las pesadillas que atormentan al hombre y a la mujer del campo dominicano.

Espaillat menciona que menos de un 20 % de los arroceros cuentan con un seguro agrícola para sacarle, al menos, la inversión a la cosecha que se perdió.

Sosa es otro que se traga el discurso gubernamental de ‘‘apoyo al sector’’. Desde su experiencia del año pasado, el Banco Agrícola los maltrató.

‘‘El Gobierno nos facilitó 1,300 millones de pesos, de los cuales hemos desembolsado 978 millones. Pero nos lo ha prestado a un interés más caro que la banca formal, con más trabas que la banca formal, con mucho más trámite que la banca formal… Hasta el extremo que todavía hay productores que no le han hecho el primer desembolso, de tantas trabas que ponen’’.

‘‘Nosotros no queremos que nos regalen, eso es lo primero’’

Adobanano, entidad con sede en Mao que agrupa 28 asociaciones de productores de banano para consumo local y 16 exportadores, tiene planteamientos claros pos inundación.

Primero, piden una renegociación de los préstamos de las inundaciones de noviembre y diciembre 2016. Hay que refinanciar porque ya algunos estaban pagando y ahora necesitarán más crédito. ‘‘Entonces ahora al perder la plantación, con qué van a pagar esos productores’’, es lo que preocupa. Esto debe incluir un periodo de 18 meses libres de impuestos y solo el pago de cuotas.

Reclaman, además, préstamos para los agricultores impactados que no tenían préstamos.

‘‘Que el impuesto sobre la renta 2017 sea eliminado porque con qué vamos a pagar los impuestos’’, es otra de las demandas.

Si de algo están seguros los que sostienen la alimentación de la población dominicana es que no están pidiéndole nada al Gobierno. Pero instan a quienes administran el Estado a sentarse y planificar. Pensar con cabeza fría sobre el futuro incierto, partiendo de que el país se encuentra en la ‘‘ruta de los huracanes’’.

En el día a día, los agricultores saben cuáles son sus batallas y con cuáles espadas se gana a la irreverente naturaleza. Desde su sabiduría popular, oriunda del campo, mencionan como el encause de las aguas como el principal problema de la región.

‘‘Yo como productor estoy seguro que el Gobierno lo que tiene es que encausar esa agua. En Bajo Yuna se encausaron los últimos 25 kilómetros, desde Arenoso hasta la desembocadura del río Yuna, hace cinco años y no ha vuelto a hacer daños’’, cita Espaillat, quien siembra casi tres mil tareas de plátano, batata, yuca y, principalmente, arroz.

‘‘Eso mismo tiene que hacerlo desde Montecristi hasta Mao: encausar el agua del Yaque para que esos daños no sean tan feroces. Porque de lo contrario no se va a poder sembrar nada porque no es arroz. Es guineo, plátano, vegetales orientales que se están afectando grandemente’’, continúa asesorando en espera de que en el Palacio Nacional y en Agricultura piensen un poco en acciones a largo plazo.

Espaillat entiende que eso es lo que debe hacer el Estado, ‘‘más que estar dando limosnas’’.

Con esta acción, indica, también se beneficiará la población que habita en las proximidades del río. ‘‘A quien se le inunda una casa, ha perdido una gran fortuna. A mucha gente se le hace imposible volver a reponerla por años. Entonces hay que evitar esos riesgos y cuidar que la gente no siga construyendo a la orilla de los ríos. De manera provincial coordinar equipos para que se decida cuáles son las áreas que tienen riesgos y no permitir casas en la zona’’.

Espaillat confiesa que se molestó cuando Medina pasó por La Vega. Y sus palabras lo evidencian: ‘‘Esas no son cosas de un Presidente. El Presidente no debe estar en eso. Lo que debe es planificar para corregir los problemas de raíz. Para mí yo lo veo como un payaso. Su función es ver cómo se erradican los problemas, no estar poniendo un paño tibio. Eso es seguir en lo mismo’’.

Y tras 35 años sembrado en la tierra, su reflexión sobre el Gobierno cae como una lluvia a cántaros: ‘‘El Estado lo que tiene que procurar la seguridad alimentaria. Tiene que luchar por eso. Yo he visto que para ellos ahora son más fáciles las importaciones porque parece que hay un grupito ahí que se beneficia más’’.

Sosa, desde el noroeste, también tiene una mirada limpia que observa las carencias de las provincias que se inundan cada año.

‘‘Los administradores del país deben construir dos presas. Una en Amina y otra en Guayubín. Eso garantizaría que no se nos vuelvan a inundar las plantaciones. Porque nosotros los agricultores no tenemos garantía de que esa reinversión que vamos a hacer no se nos va a perder, mientras tanto no se haga la presa de Amina y río Guayubín’’.

No existe estructura de regulación de caudal. Esos dos ríos se combinan y vierten 600 metros cúbicos de agua. El presidente de Adobanano rememora que en su momento hablaron con Hipólito Mejía, luego con Leonel Fernández y, por último, aunque con el galillo a punto de secarse, con Danilo Medina. ‘‘Pero ningún gobierno nos ha ayudado verdaderamente’’.

No hay que ser un hombre de ciencia, sino de sentido común, plantean. ‘‘Nosotros podríamos almacenar toda esa agua que hoy nos inunda, nos ahoga. Nosotros entendemos que el manejo de la presa de Tavera hay que regularlo. No es posible que sabiendo que venía este huracán, que tenía un volumen de agua tan alto, haya que esperar dos días antes…’’

Los productores de banano dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Pero no vislumbran un compromiso real del Gobierno.

‘‘Ojalá que el Gobierno esta vez cumpla. Ojalá que el Gobierno nos ayude con la construcción de las dos presas. Básico para la solución de los problemas. De lo contrario a cada rato vamos a tener las mismas inundaciones.

‘‘Ojalá que el Banco Agrícola entienda que es a productores que va a financiar, no a dealers de vehículos. Ojalá que el director del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos se deje asesorar, gaste menos dinero, sea más eficiente en el uso de los recursos’’.