(Libro en desarrollo, primera entrega)

SANTO DOMINGO.-Treinta años después de haber iniciado un esfuerzo organizado de autogestión comunitaria para enfrentar problemas críticos de delincuencia social y calidad de vida, el sector Loma del Chivo del barrio 27 de febrero, en el Distrito Nacional, muestra un impresionante balance de mejoras sostenibles en materia de bienestar social y desarrollo comunitario.

El padre Rogelio Cruz durante una misa en La Loma del Chivo, año 1993.
El padre Rogelio Cruz durante una misa en La Loma del Chivo, año 1993.

Durante ese trayecto, la comunidad compuesta por unas 625 familias que vivían en condiciones de extrema de pobreza, logró ganarle la batalla al narcotráfico, erradicar las pandillas juveniles, mejorar los servicios básicos y alcanzar notables reivindicaciones sociales, entre ellas la construcción de una escuela, reconstrucción de viviendas, instalación de un parque, y habilitación de un destacamento policial y una escuela laboral para mujeres.

Pero no   menos importante ha sido el trabajo con los niños y jóvenes del barrio a través de un vigoroso movimiento deportivo encabezado por el Club Los Astros del  27 y apoyado por las nuevas generaciones de dirigentes deportivos del barrio, muchos de los cuales ni siquiera habían nacido cuando se inició esta pequeña revolución comunitaria.

En una realidad social donde la primera opción de vida que se le ofrecía a los niños y jóvenes era iniciarse en el consumo de alcohol y marihuana o “trabajar” para los puntos de drogas que operaban libremente en cada esquina o callejón, el deporte y la educación se han convertido en la principal línea de defensa contra la amenaza de la drogadicción y otros vicios.

Ana Miguelina de Los Santos, selección nacional de baloncesto y maestra desempleada.

Hay cientos de ejemplos de cómo ha cambiado la vida de su gente  durante este período, pero uno de los testimonios que con más orgullo exhibe la comunidad es el caso de la joven Ana Miguelina De Los Ángeles, (Yeyita) “huérfana de padres vivos”, que siendo niña fue  rescatada de la calle para convertirse en selección nacional de baloncesto y maestra egresada de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), con el sentido  interés de ejercer la docencia en la escuela construida por el barrio,  para apoyar a otros niños en condiciones similares a las que ella vivió.

En el presente relato, basado en el testimonio de sus principales protagonistas y en las propias vivencias del autor, se describen los hechos que han convertido la Loma del Chivo en un modelo de resiliencia social que bien podría replicarse en muchos barrios populares y comunidades del país.

Una escuela, una cancha y un centro comunal

Los logros sociales del barrio tienen el sello de la propia comunidad, ya que además de gestionar los cambios producidos, el liderazgo comunitario, con el apoyo de muchos aliados externos solidarios, fue responsable de trazar y poner en marcha las estrategias que permitieron alcanzar las reivindicaciones prioritarias.

Los objetivos estratégicos fueron definidos durante una reunión celebrada una noche de noviembre de 1992 en la casa de Doña Nena, en el mismo corazón de la Loma del Chivo, bajo la coordinación de Andrés Mañón, principal dirigente comunitario, y Florinda González, líder de las mujeres del barrio, con presencia del padre Rogelio Cruz y quien escribe (Luis José Chávez), como asesores externos de la iniciativa.

En aquella reunión se analizaron los diversos problemas y carencias que afectaban a la comunidad, pero finalmente el grupo se puso de acuerdo en que era necesario plantear tres grandes objetivos de alto interés para el sector, con énfasis en la educación, la recreación sana y la promoción comunitaria.

La senadora Milagros Ortiz Bosch aportó una botica popular y media cancha para el barrio.

De aquel encuentro surgió la decisión, como una acción estratégica,  de establecer una alianza con autoridades vinculadas a las áreas de servicio y temas de seguridad y personalidades públicas reconocidas por su sensibilidad social y que en el transcurso del proceso hicieron aportes invaluables a los objetivos identificados.

También se acordó gestionar la celebración de un telemaratón pro escuela, cancha y centro comunal para la Loma del Chivo, que finalmente se llevó a cabo el 25 de julio del año 1993 en el programa “7 por 7 Roberto”, mediante un acuerdo con su productor y posteriormente alcalde del Distrito Nacional, Roberto Salcedo.

Sin embargo, el ejercicio de solidaridad social representado por la participación directa de personalidades públicas, empresarios, autoridades, periodistas y representantes de las iglesias, entre otros actores, es un capítulo que merece una especial ponderación en las próximas entregas.  (17 de mayo 2021)