SANTO DOMINGO, República Dominicana-. Cuando la esperanza camina por carreteras pedregosas. Cuando avanza descalza durante días que sacarían de quicio hasta el tiempo, detener el paso, descansar o abandonar el camino podría verse como una opción razonable. Pero no. Lucidanea de la Rosa Tejeda seguirá adelante, sin abandonar el camino, y mucho menos sin desandar el recorrido.

Catorce corrientes sindicales adscritas a la Asociación de Empleados de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (ASODEMU) expresaron su apoyo y valoración a las acciones encaminadas por FAPROUASD en demanda de reinvindicaciones y reajustes de salarios en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Foto:© Diana Peguero Fecha:03/02/2017

Una mañana gris, pero de calor incesante, leía La batalla contra mi propio yo, de Dio Astacio, cuando la travesía en la Universidad Autónoma de Santo Domingo apenas empinaba el primer día, el primer revés, del semestre académico.

"No hay clases" es el saludo que recibe. Descortesía que se extiende la semana completa.

 

‘‘El libro que estoy leyendo va bien. Habla de la responsabilidad que tengo conmigo misma. Tú sabes que es fácil echarle la culpa a los demás, pero la verdad es que nosotros mismos somos dueños de las decisiones que tomamos, de nuestras vidas’’.

Estudiante de medicina de octavo semestre, aspira a terminar la universidad y cumplir su sueño de salvar vidas; curar las dolencias de su madre, ya de 60 años. Anhela viajar y que sus ojos se abran en Estados Unidos, en Venecia, en Francia.

Madre Vieja Norte, en San Cristóbal, la ha visto batallar durante 22 abriles. Observa sus luchas con las primeras luces del amanecer. Mira su paso constante y su espíritu sereno, pero firme. Cada mañana se despierta a las 5:00 de la madrugada. Cuarenta minutos más tarde, sus pasos se enfilan hacia la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).Los profesores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) justificaron el paro de la docencia en esa academia porque, según alegaron, la rectoría de esa casa de altos estudios se ha negado a cumplir los compromisos contraídos desde el pasado año con los maestros, y por la resistencia del Gobierno a cumplir la Ley y que establece la asignación de un 5% del Producto Interno Bruto a la academia estatal. Foto: © Diana Peguero Fecha:01/02/2017

Pero a veces su alma máter le niega su derecho al aprendizaje. Dice que cuando esto sucede, se siente molesta e impotente. Mas no desmaya.

Su voz fluye como un río en la falda de la Cordillera Central, mientras narra los infortunios que la atropellan cada día para llegar a la academia estatal.

‘‘Mira, yo casi siempre tengo clases a las 7:00 a.m. Para poder llegar a tiempo tengo que salir de mi casa, caminar un buen pedazo, y luego coger una guagua. Luego otra y luego otra. En total son tres. Y este trayecto me toma 1 hora 20 minutos.

‘‘Entonces lo peor es cuando hay huelgas, lo cual es muy frecuente. ¿Tú sabes lo difícil que es venir desde San Cristóbal, gastando dinero en pasajes, exponiendo mi vida –porque los guagüeros son las personas más imprudentes e irrespetuosas del mundo– y que cuando llegues te digan: ‘‘no hay clases’’?

‘‘Uno viene con la esperanza de que los maestros aparecerán, pero muchas veces ni se acercan. Entonces cuando las cosas se normalizan un poco nos llevan acelerados y nos culpan si no logramos el nivel que desean.

‘‘El desorden es tan grande que no sabes cuándo habrá clases y cuándo no. Te puedo decir que estos cuatro años han sido una batalla constante, pero la estoy dando, y seguiré hasta terminar mis estudios’’.

Y continúa hablando con prontitud, como si la velocidad calmara la angustia y la incertidumbre; como si el limbo académico en el que se encuentra, se resolviera al terminar de contar su historia.

"Aquí nunca vas a iniciar un semestre con tranquilidad. Y mi esperanza de que esto mejore está muy lejos’’.

Pero Lucidanea no renuncia a pesar de que esta semana completa, y de manera indefinida, una huelga de profesores obstaculiza sus estudios e intenta detenerla.

El 31 de enero debió iniciar la docencia en la universidad Primada de América, pero los maestros reclaman un aumento salarial y se niegan a iniciar las clases hasta tanto las autoridades administrativas cumplan con las promesas que, de acuerdo con Santiago Guillermo Ventura –presidente de la Federación de Profesores de la UASD– les hiciera el rector Iván Grullón hace 18 meses. El letargo va para rato.

Otros quince sindicatos se han unido a esta parálisis. Entre ellos la Asociación de Empleados de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, el Frente de Empleados Progresistas Universitarios, Juan Pablo Duarte, Juventud Universitaria, Frente de Empleados Unidos para Emprender, Convergencia Universitaria, Avance Administrativo y Empleados Universitarios Observando.

La espiral de una educación arrinconada

El rector de la academia estatal pide a los docentes un ‘‘compás de espera’’; los docentes piden a los estudiantes ‘‘tener paciencia’’; Lucidanea pide por ella, y por más de 200 mil alumnos, una sola cosa: que no le nieguen su educación. Que no enfermen su futuro.Catorce corrientes sindicales adscritas a la Asociación de Empleados de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (ASODEMU) expresaron su apoyo y valoración a las acciones encaminadas por FAPROUASD en demanda de reinvindicaciones y reajustes de salarios en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Foto:© Diana Peguero Fecha:03/02/2017

Y aparece la insomne desesperanza. Siempre atenta.

‘‘Aquí todo el mundo anda en buscar lo suyo. Esta situación no va a mejorar, te lo digo. Siempre ha habido este tipo de huelgas. Pero ni la dirección ni los profesores ni el Gobierno piensan en nosotros, que somos los más afectados.

Después de cuatro años de abruptos, el amanecer se dilata y la primavera ni se divisa. El horizonte es confuso.  La ‘‘buena educación’’ –derecho de Lucidanea y de cada uasdiano, y única razón de ser de la UASD– se convierte en utopía, condenada por los mismos trucos politizados que no han caducado en la sociedad dominicana.

Mientras, Lucidanea no podrá graduarse a tiempo. Ojalá que el camino se reconstruya. Que la espera no desespere, y que transforme. Ojalá.