SANTO DOMINGO-. La llegada del COVID-19 a la República Dominicana sembró como regla la distancia entre la gente y de paso, transformó cualquier evento social en potencial peligro. Los bares, restaurantes, conciertos, las obras de teatro, los cines, discotecas cerraron sus puertas, y se han mantenido en un estado intermitente, dependientes del comportamiento de una curva que, cuando da una brecha, vuelve a subir.
Como respuesta a la incertidumbre, marcharon los reajustes. Las transmisiones en vivo de conciertos musicales, especialmente en Youtube e Instagram, fueron parte de la cotidianidad del encierro. Los programas de televisión dejaron los estudios, los medios de comunicación, volcaron contenido a sus redes sociales, y uno que otro artista también interactuó con sus seguidores.
El teatro, que tiene como premisa fundamental la reunión viva en tiempo y espacio, se mudó a la pantalla del computador. "Utilizamos la plataforma Zoom y hubo que desarrollar toda una modalidad de contacto con el público para que se pudieran hacer pagos en línea, abrir una sala virtual con contraseña…", explica la actriz Clara Morel, miembro fundadora del Colectivo Las Tres, una iniciativa que abrió una brecha para llevar el teatro a los confinados.
Mudarse a la pantalla fue una respuesta colectiva, una especie de empuje motivado por la necesidad de oficio, de ingresos, y porque el público estaba ahí. "Y además, en una situación que necesitaba más que nunca de sus artistas", agrega la actriz.
Todavía, el Gobierno se encuentra levantando cifras para medir el impacto real que ha dejado la pandemia en la República Dominicana. Aun no hay datos oficiales de las Mipymes que quebraron, tampoco números actualizados del mapa de pobreza que dejó la pandemia, que, entre abril a junio pasado, disparó los números en 632,000 nuevos pobres.
Esto, dificulta medir los niveles de desempleo y pérdidas económicas que dejó la pandemia del COVID, especialmente en las actividades cuya naturaleza involucra el encuentro de personas que consumen arte, y cuyas estadísticas no se miden desde el 2014, cuando fue publicada la primera "Encuesta Nacional de Consumo Cultural (ENCC-RD 2014)".
Para ese año, los trabajadores en actividades vinculadas a la cultura, representaban el 12.5% de la ocupación nacional, con 468,324 personas. Entre el 2010 y 2014 el gasto en cultura registró un crecimiento similar al Producto Interno Bruto (PIB) nacional, alcanzando los RD$41,253.6 millones de pesos en el año 2014, según datos del Primer Informe de Resultados de la Cuenta Satélite de Cultura (2016). El gasto en bienes y servicios culturales se estima en 1.5% del PIB. En términos generales, el 2020 cerró con una caída de -6.7% del PIB.
La encuesta sobre consumo cultural, ubicaba las visitas al cine (45%) como la principal salida cultural de los dominicanos, seguido de eventos artísticos (14.6%), parques naturales (10.9%), lugares históricos (7.3%), museos (7.3%) y bibliotecas o hemerotecas (7.2%).
En el 2020, ir al cine fue un habitó perdido, primero porque las salas cerraron por más de siete meses consecutivos, y además, por su condición: espacios cerrados, con aire acondicionado son dos elementos de riesgo para el contagio de COVID-19.
Sin embargo, contra todo pronóstico, República Dominicana se mantuvo, incluso el 2020, como un atractivo destino de rodaje. "Hemos roto el récord de producciones extranjeras con el presupuesto más altos que han venido, durante la pandemia", adelanta la encargada del Sistema de Información y Registro Cinematográfico (Sirecine), Manuela Germán. Lo dice porque mientras el 2019, el monto total de proyectos aprobados fue de RD$3,721 millones, para el 2020 esa cifra alcanzó los RD$9,769, millones aprobados.
"Proyectos internacionales hemos tenido desde finales del 2020 hasta ahora, tres súper grandes que suman mas de 7,000 millones de pesos en presupuesto, que es un dinero que entra y aporta a todo lo que es la economía naranja, porque todo eso se refleja en hospedajes, restaurantes…", cuenta Germán.
Las tres grandes producciones filmadas en el país entre noviembre y febrero son "Shotgun Wedding", con Jennifer López, "Arthur The King” con Mark Walhberg y la película "Old", del cineasta M. Night Shyamalan, creador de "El sexto sentido".
En términos de cantidad de producciones, el 2020 redujo significativamente los estrenos y los rodajes dominicanos, y los premios internacionales a la cinematografía nacional.
2019 | 2020 | |
Estrenos dominicanos | 28 | 9 |
Rodajes dominicanos | 44 | 30 |
Premios | 43 | 8 |
"Para pagar facturas"
Jorge Chame es propietario del bar "Donde Chame", en la avenida Tiradentes de la capital, un bar reconocido por la música con aires de Sabina y sus mojitos. Los ingresos de los bares y restaurantes se han mantenido dependientes de los decretos y horarios de toque de queda que hace apenas unos días dio nueva tregua, para que operar hasta las 9:00 de la noche los días de semana, y las 7:00 de la noche los fines de semana. "Recuperación no hay. Lo poco que hacemos es para resolver. Pagar facturas nuevas y viejas".
La actividad de hoteles, bares y restaurantes representaba al 2019 cerca del 7.4 % de la población ocupada, con más de 340 mil puestos de trabajo directos e indirectos. Y en conjunto, ha sido una de las más afectadas por la pandemia, al registrar una variación de -73% en el resultado del PIB entre abril y junio del 2020, según datos del Banco Central.
El Gobierno ha tratado de impulsar estas áreas de la economía, con incentivos al turismo, el programa Fondo de Asistencia Solidaria al Empleado (FASE), que integró a los empleados, y el establecimiento de horarios de delivery para que los restaurantes siguieran operando en toque de queda. Pero si la noche sigue apagada, el camino hacia la recuperación de los negocios nocturnos es incierto.
El escándalo de las ayudas
Es costumbre de otros años que los artistas y bandas de renombre, como Mozart La Para, Eddy Herrera o Fernando Villalona, sean contratados de forma directa para amenizar las fiestas de ministerios y otras entidades del Gobierno.
Y esa costumbre le valió en esa ocasión sobradas críticas, por la decisión del Gabinete de Coordinación de Políticas Sociales de, literalmente, regalar a los artistas más reconocidos de la música poco más de 100 millones de pesos.
El escándalo que se le armó al director del Gabinete, Tony Peña Guaba, le valieron las peticiones colectivas de renuncia, por interpretarse desde el mismo Gobierno, como una reafirmación de que los artistas valen según su fama. El funcionario se ha mantenido desde entonces en bajo perfil.