SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Era su único día libre de la semana, salió a primera hora de la mañana y no ha regresado. Este viernes que despierta a septiembre hace once días de su desaparición.

Heidy Acevedo apenas ha recorrido 31 primaveras. Es madre soltera de tres niños de trece, diez y cuatro años de edad.

Heidy reside en Moca, municipio cabecera de la provincia Espaillat. Tiene dos tandas de trabajo en Juan Pablo Mofongo, en Moca. De 11:00 a 3:00 en la cocina y de 6:00 a 12:00 de la noche es mesera.

‘‘Los niños no quieren salir de la casa esperando la llegada de su mamá. No quieren que ella aparezca y no los encuentre en la casa’’, narra Raquel Santos, tía de la desaparecida Heidy.

El martes 22 de agosto salió con destino a Jamao, una localidad de la provincia Espaillat, alrededor de las 8:00 de la mañana.

Como todos los martes iba a visitar a su hijo menor, de cuatro años, quien vivía con la abuela. En esta ocasión, se encontraba enfermo. Le urgía llegar para determinar la condición de salud de su hijo. Es la información que cuenta la familia.

El motoconchista que supuestamente la transportó relató que la dejó en la estación de autobuses. Pero al revisar las cámaras de seguridad, no se registra que abordara algún vehículo en ese lugar, advierte Raquel.

‘‘Hace once días que sucedió esto y la Policía no ha hecho nada’’

Raquel explica que las autoridades no han puesto interés en investigar el paradero de Heidy.

Según cuenta la tía, la Policía de Moca tiene detenido al motoconchista.

‘‘Tengo entendido que él era el concho de confianza, quien la llevaba al trabajo y quien transportaba a los niños cuando iban a casa de mi hermana, la abuela’’.

El sábado 26 solicitaron a Indotel que entregue el registro del celular de Heydi para determinar a quién llamó y cuál fue su última ubicación antes de apagarse el celular.

El Coronel Marte –como la tía Raquel se refiere al jefe de la Policía de ese municipio– no les ha prestado mucha atención.

‘‘El coronel Marte me dijo: ‘Una persona adulta no se desaparece. Si usted como adulta toma la decisión de irse y no decírselo a nadie, lo puede hacer’’.

De acuerdo a la versión de Raquel, con ese tipo de alegatos la institución encargada de investigar, ha ignorado el caso.

‘‘Me indigné porque ella no tenía esa forma de proceder. Una madre de tres hijos, sola, sin ayuda, y un trabajo del cual mantenía a sus hijos… Yo dudo que se fuera sin decírselo a nadie’’.  

Emplaza a las autoridades a que se pongan a trabajar.

La voz de Raquel expulsa un río de impotencia en cada palabra.

‘‘No me diga usted a mí que ellos [la Policía] no tienen la potestad de decirle a Indotel que ese registro de su teléfono tiene que aparecer. No me diga usted a mí que para que Indotel me escuche, tengo que ir donde un político que use su cargo para influenciar en el asunto’’.

Cada mañana la familia camina en dirección hacia el cuartel de Moca. Van a rogar que le busquen a su Heidy.

‘‘Yo pido que dejen de tanto mamonear, que quizá si ella estaba viva y ya no lo esté por ellos [la Policía] dar tantas vueltas. Hace once días que sucedió esto y la Policía no ha hecho nada’’.

 ‘‘Estamos batallando solos’’

Ayer jueves realizaron una marcha ‘‘porque como nadie nos quería ayudar, como nadie nos escucha, nos tiramos a la calle en Moca. Aparecieron algunos canales de televisión, pero la verdad es que todo lo ha arropado el caso de la pobre muchachita de San Francisco’’.

Tras más de una semana sin rastros de su sobrina, Raquel se ha convertido en la señora desesperanza.

‘‘A mí se me ha ido toda la esperanza de que mi sobrina esté viva después de once días. Cada vez que ponen en la televisión que encuentran a una mujer muerta, ustedes no saben cómo uno se pone pensando que es su cara la que vamos a ver. Once días viendo diariamente dos o tres muertas en el país’’.