Miami (EE.UU.), 26 nov (EFE).- La muerte de Fidel Castro, además de su "fuerte simbolismo" por haber sido el líder de la Revolución Cubana, no generará cambios políticos en la isla, expresó hoy el experto en política internacional Eduardo Gamarra.
"No va a cambiar nada internamente, todo está controlado", aseguró a Efe Gamarra, profesor de Relaciones Políticas e Internacionales de la Universidad Internacional de Florida (FIU), en Miami.
Gamarra dijo que basado en unas conversaciones con varios mandatarios de la región en los últimos años, Fidel Castro, que murió este viernes a los 90 años, era un "viejito senil al que le tenían cariño, pero el poder real lo ha ejercido su hermano Raúl y su entorno".
El catedrático explicó que Cuba había estructurado una transmisión del poder desde antes de que Castro se enfermara de "diverticulitis", mal que lo obligó en 2006 a delegar el poder en su hermano Raúl.
"La muerte de Fidel no es algo que cae de sorpresa a la estructura de poder de Cuba, que se ha venido preparando para eso desde hace mucho tiempo (…) y que tiene además una línea de sucesión establecida", indicó Gamarra.
El experto recordó además que el propio Raúl Castro, actual presidente de Cuba, ya ha anunciado incluso su retiro, previsto para 2018.
"No creo que la muerte de Castro vaya a tener un impacto dramático además del simbolismo, que es muy fuerte, que es muy poderoso porque al final Fidel fue la Revolución", manifestó.
El profesor dijo que aunque será "difícil continuar con el legado de una Revolución sin el líder máximo", esa revolución ha sido prácticamente un "status quo" de sesenta años con algunas reformas económicas que han ocurrido poco a poco.
"Es un cambio controlado en lo económico, pero no va a haber un cambio en lo político", precisó Gamarra, al recordar lo sucedido en Venezuela tras la muerte en 2013 del presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
"Lo que ha pasado en Venezuela quizás es peor desde la muerte de Chávez", recordó Gamarra, aunque aclaró que el ya fallecido mandatario venezolano, pese a que no era de la misma talla que Castro, sí estaba en ese momento en el poder.
En el caso de Castro, este se "limitaba a dar opiniones", entre ellas su oposición al restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos emprendido por su propio hermano y el presidente estadounidense, Barack Obama en 2014 y culminado en 2015.
"Era un ícono, un símbolo, pero no ejercía el poder", finalizó Gamarra.
El profesor lamentó que debido a Castro, Miami "fue construida sobre la sangre y las lágrimas de miles y miles de personas que llegaron en los años 60, en los 80, que vivieron persecución y familias enteras que fueran dividas, gente ejecutada bajo hombres de Fidel". EFE