SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La tragedia que costó la vida a tres adultos y dejara herido a un niño de apenas 4 años ha consternado a los vecinos del barrio La Toronja, en Santo Domingo Este.

Agentes policiales ahora vigilan el lugar, mientras los vecinos no cesan de comentar lo ocurrido y repiten una y otra vez que esa desgracia se veía venir, porque hace muchos años que las familias envueltas en la tragedia del miércoles estaban enfrentadas por un conflicto alrededor del uso de un espacio de estacionamiento.

Los vecinos del raso policial Juan David Cuevas Acosta y de su padre, el señor Simón Cuevas Peña, describen lo sucedido el miércles a las 1:00 de la tarde como la "Crónica de una muerte anunciada", como el libro de Gabriel García Márquez.

Aseguran que hace varios años persistía una diferencia, "una guerra sin final", entre ambas partes, debido a que el dueño de taller, hoy occiso Miguel Luis Sosa, utilizaba el estacionamiento de su casa y al mismo tiempo ocupaba el espacio frente de la vivienda de la familia Cuevas para estacionar y reparar los vehículos de sus clientes. Esta práctica había sido rechazada de manera constante por los Cuevas, pero Sosa no atendía a los reclamos y desafiaba las advertencias de sus vecinos.

Personas consultadas por el periódico Acento.com.do y que prefirieron mantener su nombre en el anonimato por temor a represalias, explicaron que el hecho inició cuando la madre y la hermana de Cuevas le reclamaron al dueño del taller,  Sosa, que moviera un vehículo que estaba estacionado en la entrada de su casa y que les obstaculizaban la entrada.

Detallan que ante la situación el propietario les respondió a las mujeres de forma ofensiva y se mostró renuente a movilizar el vehículo. Ante este hecho, que al parecer fue la gota que rebosó el vaso, el raso Cuevas, quien se encontraba de descaso, salió en defensa de su familia y cruzó palabras fuertes con Sosa.

Narran que luego de la acalorada discusión, el joven policía se calma y se retira a conversar con otro vecino que lo abordó, pero cuando regresaba a su casa uno de los empleados de Sosa lo embiste con un tubo, golpeándolo fuertemente en la frente y en cabeza, acción que a seguidas habría desencadenado la tragedia… el raso tomó su arma y abrió fuego, hiriendo de muerte a los tres adultos. Una bala alcanzó a un niño en los glúteos, quien sobrevivió  y se encuentra bajo cuidados médicos.

Agregan que lo más desgarrador fue el hecho de que el padre del raso Cuevas, el señor Simón Cuevas Peña, frente a todos los vecinos, tomó un machete y "remató" a los tres adultos heridos de bala.

Un joven discapacitado que luchaba por su futuro

“Fue un hecho horrendo, entre los cuerpos había un joven de unos 25 años con discapacidad y no era empleado del taller,  Jeyson Fernández, quien vestía el t-shirt (camiseta) rojo, él estaba herido. Un vecino logró sacarlo del taller y salió a buscar un motor para llevarlo a emergencias, pero el padre del raso no le importó que habíamos personas ahí y le lanzó un machetazo que le abrió la cabeza… Ese hombre tenía el mismo demonio”, dice una vecina que aún no logra salir del espanto.

La mujer, con rostro atribulado, narra que Jeyson Fernández se graduaría este año con honores en la licenciatura de contabilidad cursada en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Explica que el joven tenía problemas de discapacidad en un brazo, pero tenía tantos deseos de superarse y ayudar a su madre que se dedicaba a lavar vehículos, y en sus momentos libres acudía al taller donde le pagaban por hacer mandados, ayudar a comprar piezas de repuestos.

Una niña

Los moradores relatan que ese taller ha generado muchos problemas en el sector, puesto que muchas veces son tantos los vehículos, que obstaculizan el paso de los peatones.

Relatan que el pasado 6 mayo se cumplió un año de la muerte de una niña de seis años que perdió la vida en ese mismo lugar.

“La calle estaba llena de carros, la niña estaba cruzando de una cera a otra cuando uno de los trabajadores del taller estaba dando reversa, y no se percató que la menor intentaba cruzar… chocó a la niña, la cual quedó pegada a una puerta de metal con un golpe en la cabeza”, recuerdan con tristeza los vecinos de La Toronja.

El barrio no se repone de esta tragedia. Está de luto. Sus calles se muestran tristes, apagadas. Pero su gente no pierde la esperanza de que se haga justicia y se ponga fin a un conflicto que pudo resolverse sin apelar a la violencia.