Veo con tristeza la posición de la Iglesia Católica frente a los derechos de las mujeres en caso de que sus vidas estén en riesgo por un embarazo.

La Iglesia está aprovechando todos sus medios y cada uno de los espacios de presión e incidencia para obligar a que se apruebe un código que nos condena a la muerte, y es que para la Iglesia nosotras no tenemos derechos a decidir, y me pregunto ¿Acaso es este realmente el papel que debería estar jugando la iglesia de Jesús Cristo?

¿Por qué la iglesia no retoma su misión evangélica y profética, la misión que Jesús le ha encomendado? Dónde ha estado la Iglesia frente a cada uno de los actos de violaciones de derechos humanos que se cometen a diario en nuestra sociedad atentando contra la vida y la dignidad de los hijos-as de Dios, por qué mi iglesia calla en su misión profética frente a tantas cosas que pasan en la sociedad, ¿Acaso su misión es ponernos la carga más pesada? ¿Por qué la iglesia insiste en querer continuar crucificándonos con doctrinas o normas que van contra de nuestra dignidad y derechos a decidir?

Desde el 2010 los dominicanos/as de ascendencia haitiana hemos estado tocando las puertas de las diferentes iglesias frente a la situación real de desnacionalización masiva que venía ejecutando la JCE. Sin embargo, fueron muy pocas las manifestaciones de la Iglesia, ni siquiera la Sentencia 168/13 del TC le tocó la sensibilidad a la alta jerarquía frente a la situación de desnacionalización masiva que viven los dominicanos-as de ascendencia haitiana.

Es como si se consumara la complicidad de mi iglesia con aquellos sectores que dicen defender la vida, defender la patria, pero frente a las injusticias sociales, de derechos, de negación de oportunidades y de corrupción, se hacen los ciegos o sencillamente prefieren no opinar

Aún estoy esperando un comunicado del Episcopado Dominicano condenado dicha decisión, aún sigo esperando por aquella iglesia llamada a cuidar del migrante y sus descendientes. Desde las voces sonoras de la Iglesia la que más se ha escuchado ha sido la de aquel hombre que dicen ser el mayor representante de Dios y la Iglesia en la país, Nicolás de Jesús López Rodríguez, quien no ha hecho más que poner más pesada nuestra cruces y reprender a todo aquel que defiende nuestros derechos.

Sí duele reconocer que mi iglesia, de manera oficial, ha ignorado los sufrimientos de la población dominicana de ascendencia haitiana. El sufrimiento de tantas mujeres, niños y jóvenes con sus vidas truncadas, condenados a la inexistencia.

Es esa misma iglesia que hoy insiste en querer condenarnos también a no tener derecho a decidir frente a una situación de embarazo que ponga en riesgo nuestra vida.

Es como si se consumara la complicidad de mi iglesia con aquellos sectores que dicen defender la vida, defender la patria, pero frente a las injusticias sociales, de derechos, de negación de oportunidades y de corrupción, se hacen los ciegos o sencillamente prefieren no opinar.

Si la Iglesia invirtiera la mitad de los esfuerzos que está haciendo para conseguir que el congreso no despenalice el aborto en ninguna circunstancia, si al menos dedicara un poquito más de esfuerzo en otros asuntos sociales y de derechos, estoy casi segura que tendríamos una  mejor sociedad.

beliquea@gmail.com