SANTO DOMINGO, República Dominicana.- A solo horas de vencer el plazo otorgado por el gobierno para que extranjeros puedan regularizar su residencia en el país,la desesperación se apodera de decenas de miles de inmigrantes en las largas filas en espera de ser aceptados e inscritos en el Plan Nacional de Regularización de Indocumentados.

Tras horas de espera, los residuos de comidas y bebidas, y los envases plásticos llenas de un líquido amarillento bordean los alrededores del elevado de la Avenida 27 de Febrero, próximo al edificio de Oficinas Gubernamentales Juan Pablo Duarte, conocido como El Huacal.

Miles de personas esperan acostadas en pedazos de cartones bajo la sombra que proporciona la enorme estructura vial erigida justo en la esquina superior del Huacal, uno de los tantos lugares que ejecuta el Plan de Regularización de Extranjeros.

Los rostros muestran el cansancio acumulado con las horas de insomnio, hambre, calor y sed. Ancianos, adultos, jóvenes y niños, unos sentados en el borde y otros en el extremo del triangulo de los muros levantados bajo el elevado. El lugar se ha tornado intransitable, tanto para peatones como para vehiculos.

Yan Pie muestra su única identificación que prueba es cañero desde el año 1972 cuando fue llevado desde la frontera de Haití y República Dominicana hacia la región Este del país.

"Trabajé en muchos ingenios durante toda mi vida, los cuales son el Barahona, Catarey, Porvenir, Josuey y ahora tengo tres hijos nacidos aquí en la República Dominicana”, dice Yan Pie.

"Ellos dicen que no pueden dar papeles permanentes, hay que pedirle dizque un permiso a Migración, y no puede ser así ya que tenemos muchos años trabajando aquí"

Ganaba 35 centavos por cortar la caña desde los 13 años de edad. Ahora tras más de 40 años, solo espera no ser deportado de la República Dominicana.

A pesar de llevar días acudiendo al Huacal, no ha podido ser inscrito ni avanzar desde el elevado de la Avenida 27 de Febrero, donde se encuentra parado, hasta las oficinas donde inicia el proceso.

Pie es rodeado por varios hombres más jóvenes que dicen ser hijos de esos cañeros haitianos a los que se les dio una ficha de identificación que acreditarán el servicio que prestaban.

Se empujan para poder avanzar mientras son detenidos por las pantallas y las macanas que llevan los agentes de la Policía Nacional y del Ejército apostados en el inicio de la larga fila.

De 400 a 500 personas entran cada 3 ó 4 horas, primero pasan por el proceso de inscripción para luego tomársele los datos biométricos que servirán para su legalización.

Sentados en muebles de cemento y varilla, algunos consumen lo que llevaron y otros lo que pudieron adquirir allí.

En el exterior, la Cruz Roja Dominicana atiende a un hombre de 62 años de edad que dicen sufrió una baja de presión por el ambiente caluroso, mientras más allá una mesa sostiene varios recipientes con agua que le ofrecen a los allí presentes de manera gratuita.

“Muchas personas se nos acercan y nos preguntan si el agua es gratuita porque ha sido difícil para ellos estar parados bajo el sol por tanto tiempo, por eso también trajimos varios médicos y una ambulancia para dar asistencia a los que vienen a regularizarse”, explica el doctor Leonardo Arias.

“Tenemos días viniendo con los niños que tampoco los hemos podido reconocer”, vocifera una mujer acercándose para narrar su situación.

Su esposo es nacional haitiano y ella también; llegaron en el 1998 y sus hijos nacieron en la República Dominicana, pero aun no han sido reconocidos como ciudadanos dominicanos.

Critica el no saber cuál será su situación desde este miércoles 17 de junio cuando se termina el tiempo para inscribirse dentro del plan de regularización para poder seguir el proceso legalización en el país.

La falta de información entre ellos es notorio y según relatan nadie se ha acercado a ellos a explicarles cuál será su situación tras el termino del plan que había sido propuesto para concluir hace unos meses.