2 mar (EFE) El Congreso español rechazó hoy con claridad al socialista Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, después de obtener 219 votos en contra por 130 a favor, procedentes éstos de su propio grupo y de los liberales.
El viernes día 4 tendrá lugar una segunda votación sobre la candidatura de Sánchez en la que le bastaría tener más síes que noes, aunque parece difícil que pueda conseguirlo por lo constatado en los dos días de debate con todos los grupos parlamentarios.
El resultado de hoy no supone una sorpresa, puesto que la posición de todos los grupos estaba clara desde hace días, en especial la del PP (centroderecha, 123 escaños) y Podemos (izquierda, 69), las dos fuerzas que pueden alterar el panorama.
Sánchez se presentó apoyado en los noventa escaños del PSOE y los cuarenta de los liberales de Ciudadanos, con lo que la semana pasada firmó un documento con cerca de doscientas medidas de reforma de los aprobado por el Gobierno del PP desde finales de 2011.
El resultado de hoy no supone una sorpresa, puesto que la posición de todos los grupos estaba clara desde hace días, en especial la del PP (centroderecha, 123 escaños) y Podemos (izquierda, 69), las dos fuerzas que pueden alterar el panorama.
Por eso en los dos días de debate ha insistido en que desea propiciar un gobierno de cambio, que deje atrás la etapa del PP, y para ello llamó al diálogo y el consenso como forma de hacer política, dada la amplia fragmentación del Congreso español.
El llamamiento de Sánchez tenía como principal destinatario Podemos, la formación creada hace poco más de dos años y que ahora disputa a los socialistas el liderazgo de la izquierda.
El intercambio dialéctico entre Sánchez y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, fue el más bronco de los registrados hoy, porque éste soliviantó a la bancada socialista cuando subrayó su cercanía con los "oligarcas" económicos y financieros.
Más aún cuando dijo de la gestión del expresidente socialista Felipe González (1982-96) que estaba "manchada de cal viva", en una alusión a casos de terrorismo de Estado que fueron investigados por los tribunales españoles.
En una estrategia popularmente conocida como "palo y zanahoria" Iglesias tendió también la mano al acuerdo con los socialistas siempre que Sánchez abandone el pacto firmado con los liberales y mire hacia su izquierda.
La respuesta de Pedro Sánchez fue recordar que los partidos de izquierda en el Congreso español suman menos que los votos de PP y Ciudadanos y advirtió de que no aceptará acuerdos con partidos que defienden la independencia de Cataluña, como los nacionalistas de ERC y DiL.
Al rechazo de Iglesias el aspirante socialista contestó que el hecho de que Podemos vote "no" supone aliarse con el PP "y se convertirá en lo que había venido a cambiar".
El jefe del Gobierno en funciones y líder popular, Mariano Rajoy, dijo que lo único que pretende Sánchez es "liquidar" lo que él ha hecho desde 2011, una labor de cuatro años que a su juicio ha servido para que España "no cayera en la situación de quiebra, empezara a crear empleo y mejorara la competitividad".
Para el dirigente de centroderecha un Ejecutivo dirigido por Sánchez "abriría la puerta de la desconfianza" y generaría incertidumbre económica que frenaría iniciativas empresariales.
Sánchez calificó a Rajoy de "tapón para la renovación y la regeneración del PP" y, de nuevo en un guiño a Podemos, aseguró que la peor de las propuestas que ha presentado en este debate es mejor que mantener en el poder al líder del centroderecha español.
El líder liberal, Albert Rivera, aprovechó para presentarse como hombre de diálogo y consenso y repartió críticas a PP y Podemos, una "extraña pinza que pocos votantes entenderán" y a los que pidió que dejen trabajar a PSOE y Ciudadanos.
Su llamamiento no tuvo éxito y la votación arrojó un resultado negativo que, aparte de los de socialistas y liberales, no tuvo ningún apoyo adicional (sólo hubo una abstención), porque las pequeñas formaciones nacionalistas negaron a Sánchez por no satisfacer sus pretensiones de autogobierno.
El viernes habrá una segunda votación en la que, si no hay sorpresas, Sánchez volverá a ser rechazado, lo que abre un período de incertidumbre.
Durante los dos próximos meses el rey Felipe VI podrá proponer nuevos candidatos – incluido de nuevo el propio Sánchez – si cree que alguno puede tener apoyos, pero si transcurre ese período sin nuevo presidente el Parlamento se disolverá y habrá elecciones a finales de junio. EFE