Jerusalén, 18 jul (Daniela Brik/EFE).- El Ejército israelí ha iniciado una incursión terrestre en Gaza en el marco de la operación "Margen Protector", cinco años y medio después de la última invasión militar en la Franja de envergadura, la más devastadora en cuatro décadas.
Tras diez días de intensos bombardeos por aire y mar en paralelo al disparo de cohetes desde la Franja, cien en la víspera, el Ejecutivo israelí aprobó la siguiente fase de la operación y dos horas antes de la medianoche de ayer entraban en Gaza tropas de infantería, ingenieros y blindados.
El objetivo declarado de la incursión es "mermar las capacidades militares de Hamás", pero no derrocar al Ejecutivo islamista, advierten responsables militares.
"La entrada en las 'kasba' (abigarrados núcleos urbanos) puede ser una difícil trampa que podría prolongar en el tiempo la operación y causar numerosas bajas", afirmó un comentarista militar israelí
La misión es destruir los sofisticados túneles que las milicias palestinas han cavado estos últimos años entre la Franja e Israel, por los que han tratado de infiltrarse dos comandos terroristas en el transcurso de la operación que arrancó el 8 de julio.
El entramado de silos de cohetes y munición subterráneos y búnkeres donde se cree se refugian los dirigentes y miembros de los grupos armados también figuran entre los objetivos de la incursión, a la luz de que los bombardeos aéreos y marítimos no han podido reducir el disparo de proyectiles contra suelo israelí.
Expertos militares citados hoy por los medios locales apuntaban que a diferencia de combates como los desarrollados en territorios como el sur libanés en 2006, en esta ocasión las fuerzas israelíes permanecerán lo más cerca posible de la frontera o la costa.
Y es que de 42 kilómetros de largo por 12 de ancho y una población de 1,8 millones de habitantes, la Franja está considerada como uno de los territorios más poblados del planeta y no se antoja un terreno fácil para la lucha cuerpo a cuerpo.
"La entrada en las 'kasba' (abigarrados núcleos urbanos) puede ser una difícil trampa que podría prolongar en el tiempo la operación y causar numerosas bajas", afirmó un comentarista militar al Canal 10 de la televisión israelí.
El Ejército israelí se entrena desde hace años en ciudades que simulan este tipo de escenarios, unos ejercicios que proliferaron tras el conflicto contra Hizbulá en Líbano en 2006.
La actual incursión por tierra es la segunda de envergadura en Gaza desde que Hamás tomara su control -en 2007- tras la operación "Plomo Fundido" entre diciembre de 2008 y enero de 2009.
Aquella ofensiva que Israel también emprendió en respuesta al disparo de cohetes, causó en tres semanas cerca de 1.400 muertos palestinos según organizaciones independientes -aunque hay divergencia de cifras-, en su mayoría civiles, y 5.000 heridos palestinos, además de 13 israelíes, en su mayoría soldados.
Durante la invasión, las tropas israelíes dividieron la Franja en tres y cercaron la capital de Gaza, donde barrios como Zeitún, Tel Hawa o Shayaía, al este de la ciudad, fueron los más castigados.
Según la ONU, 3.540 viviendas fueron completamente destruidas y otras 2.870 resultaron severamente dañadas y más de 20.000 personas vieron sus hogares reducidos a escombros.
La operación, que se produjo en vísperas electorales, bajo el Gobierno de Ehud Olmert, concluyó con un cese del fuego tras los esfuerzos diplomáticos de diferentes actores internacionales, entre ellos seis gobiernos europeos que visitaron la región.
Naciones Unidas acusó a los dos bandos de cometer crímenes de guerra durante el conflicto en esta operación de envergadura que tuvo como precedente otras incursiones.
Así, Israel entró en Gaza con la operación "Lluvias de Verano" en junio de 2006, días después de la captura por parte de Hamás y otras dos facciones menores de Gaza del soldado israelí Guilad Shalit, en la que murieron 165 civiles palestinos en un mes.
Esta última, al igual que la del Líbano hace ocho años, tuvieron como detonante la captura de uniformados israelíes, situación que se asemeja al clima que precedió el comienzo de la operación en curso, la desaparición y asesinato de tres jóvenes israelíes en Cisjordania, del que Israel acusó a Hamás.
La actual ofensiva cuenta con "casi la totalidad de sus fuerzas regulares", según el comentarista militar del Canal 10 Alon Ben David, una cifra bajo censura pero que es "similar al número de efectivos hacia el final de la operación Plomo Fundido".
Hasta la fecha, Israel ha autorizado la incorporación a filas de 66.000 reservistas, la cuota más alta desde el último enfrentamiento con Hizbulá.
"Con todo -apunta el articulista Amos Harel, del "Haaretz"- no toda operación por tierra significa reocupar la Franja de Gaza. Es posible llevar a cabo una operación limitada de la que se haga pagar a Hamás un alto precio sin permanecer meses en el territorio". EFE