El abogado Eduardo I. León Duarte afirmó que al embajador de los Estados Unidos en República Dominicana, James (Wally) Brewster lo han querido pintar con al personaje mitológico del “cuco”, capaz de cometer las peores cosas, sólo porque el diplomático se muestra en público como es, mientras muchos otros son los mismo en privado.

León Duarte expresa que el cuco LGBT, que en la persona de James Brewster también es presentado por sus detractores como “fusionista e injerencista”, no se había subido todavía en el avión con destino a este paraíso a República Dominicana cuando Monseñor Cedano decretó que “sufriría” si tocaba tierra dominicana.

Recuerda que de igual manera se expresaron los evangélicos al enterarse de su designación, y el cardenal Nicolás López soltó por su boca las perlas que conoce la sociedad dominicana, las mismas que hicieron falta cuando el caso del nuncio apostólico violador de niños Joséf Wesolowski.

A continuación el texto completo con los puntos de vista del abogado Eduardo I. León Duarte, quien sostiene que la sociedad dominicana no es conservadora, como afirman muchos, sino “arcaica”.

El cuco LGBT

Lic. Eduardo León/Abogado/@eduardoleond

El cuco es un personaje folclórico presente en varias culturas, ideado para asustar a los niños que no quieren dormir, comer o que se reúsan, en general, a obedecer. Nada causa más terror a la mente infantil que la idea de un ente maligno sobrenatural capaz de hacer las peores cosas a aquellos que no se someten a la autoridad.

Es, en pocas palabras, lo que el Diablo para los adultos.

En la República Dominicana el cuco ha evolucionado como herramienta política. El populismo ha creado innumerables cucos a fin de aglutinar los temores de la mayoría de la población y encauzarlos hacia un sinfín de objetivos particulares.

El cuco de la fusión con Haití, por ejemplo, viene sonando con fuerza desde que Balaguer vio en Peña Gómez a un formidable rival con potencial para sacarlo del palacio. El concurso de malignos organismos internacionales en dicha fusión no es más que un rumor iniciado por el caudillo al perder unas elecciones en las que no pudo hacer la trampa acostumbrada porque estaba siendo observado precisamente por dichos organismos.

Eduardo León Duarte
Eduardo León Duarte

Cuando el gobierno de los Estados Unidos hizo pública su intención de acreditar como embajador en el país a James Brewster, sin quererlo dotó de forma corpórea a un cuco que se venía gestando en la psique de la población dominicana.

El cuco LGBT, que en la persona de James Brewster es a su vez fusionista e injerencista, no se había subido todavía en el avión con destino a este paraíso de Dios cuando Mons. Cedano decretó que “sufriría” si tocaba tierra dominicana. Tronaron también los evangélicos al enterarse de su designación y Su Eminencia Reverendísima soltó por su boca las perlas a la que nos tiene acostumbrados (que falta hicieron, sin embargo, cuando de Wesolowski se trató).

Luego de su arribo, cada cosa que el cuco LGBT encarnado en Brewster ha dicho o ha hecho ha sido matizada con el estigma de su orientación sexual. No se le perdona que sea en público lo que tantos otros son en privado.

Fue patético el pataleo nacional cuando Brewster, el cuco LGBT injerencista, tocó el tema de la corrupción en nuestro país. La interpretación del malestar fue clara: “Sí, hay un problema de corrupción en RD, pero no se meta en eso porque usted es extranjero y encima de todo es gay”, o dicho más claramente: “que se meta en su embajada y como esposa que es de un señor que se ocupe de la casa”.

Se daban tan duro en el pecho evocando a Duarte ante esta “afrenta a la soberanía”, que muchos pensamos que el patricio toleraría más la depredación del erario que el hecho de que un gay extranjero señalara la falta.

Hasta la marcha del orgullo gay ha relucido más luego de que este cuco llegara, pues, aunque van ocho años consecutivos en que se realiza, por el bullicio,cualquiera pensaría que fue Brewster que se la inventó.

Amparándose en el supuesto carácter conservador de nuestra sociedad, diferentes personajes han achacado al cuco LGBT la importación de los más terribles males. Es preciso anotar, sin embargo, que esta es una sociedad arcaica, no conservadora.

Conservadora es, a nuestro juicio, la sociedad singapurense, que castiga, no solo la homosexualidad, sino también la desnudez, la falta de “modestia pública”, los piropos y el adulterio, cosas que son aquí el pan nuestro de cada día y que no parecen ir en contra de los valores de la dominicanidad.

La creación reciente de una Cámara LGBT de Comercio en Santo Domingo, ha sido una de las últimas obras malignas del cuco LGBT. Al parecer, tampoco se les perdona a las personas de ese colectivo el hecho de que sean gente exitosa en sus áreas de trabajo independientemente de lo que hacen a la hora de la intimidad. Porque es por todos bien sabido que en la República Dominicana sólo pueden ser símbolo de éxito los hombres machos con segundas bases.

Pero la gota que derramó el vaso, que hizo temblar los altares y adelantó el apocalipsis para fines de este año,fue la visita de Brewster a un centro educativo en Santiago acompañado de su esposo. Los detalles de la conversación no han sido revelados, pero, al ser el cuco LGBT, se supone que estaba fomentando en esos inocentes niños las ganas de tener sexo homosexual desenfrenado.

Como dijera el veterano comentarista de televisión, Don Julio Hazim, los niños, al ver al embajador y a su esposo en la visita de cortesía pensarían en sus adentros: “Ah, pero para ser embajador hay que tener esposo… esa es la vía para tener éxito”. Consecuencia más que lógica, si nos ponemos a pensar.

El diputado por la FNP, el Doctor Vinicio Castillo Semán, escribió recientemente sobre el particular que “el ciclón LGBT amenaza RD”, dándole con ese titular a nuestro cuco poderes sobre los elementos.

Y es que, al parecer, el dominicano no entiende (o no quiere entender) que la orientación sexual no es algo que se contagie a las demás personas. Que una persona nace hetero, gay, lesbiana, bisexual o trans y que no hay forma de que su orientación sexual varíe un ápice sin importar los estímulos del medio. Quien dice que ha cambiado, miente descaradamente persiguiendo un fin malsano.

Lejos de ser una enfermedad contagiosa, en el espectro sexual residen las diferentes formas de manifestar el mismo punto: El placer sexual.

Porque, catecismos aparte, el acto sexual no se limita a la función reproductiva, sino que es una manera muy legítima de obtener y dar placer. Eso lo pueden testificar los cientos de hombres y mujeres que mantienen con su concupiscencia el siempre rentable negocio de las cabañas.

Si se tratara de una conducta aprendida o de una característica contagiosa, temo que no existiría la comunidad LGBT, porque nadie elegiría una orientación sexual que exponga al sujeto al escarnio y la burla de personas de mentalidad primitiva que no entienden que cada quien tiene derecho a ser feliz y obtener placer siempre y cuando sea en una relación consentida y entre adultos.

Pero hay un lado bueno, y es que el cuco LGBT, en la persona de Brewster, dejará cuando se retire como enseñanza a la sociedad dominicana, la idea deque lo que importa de las personas es que sean eficientes, productivas y realicen sus actividades con esmero. Que la orientación sexual del médico no importa a la hora de atender al paciente, como tampoco la del abogado, el político o la maestra al realizar sus funciones.

Porque si bien la inercia hace que los cuerpos (y las sociedades) se resistan a moverse, no menos cierto es que una vez que se ponen en marcha, la misma inercia provoca que se resistan a detenerse.

Luego de eso, el cuco LGBT no será más que un espejismo, un mero recuerdo de cuando nuestra sociedad andaba en pañales y creía en los monstruos inventados por mentes afiebradas.