Es, en concreto, el momento de asumir las consecuencias de estar bajo las pautas de una estructura espacial de producción de conocimientos, donde el punto de partida puede ser la intuición o un sucedáneo o alguna categoría afín, que pasa por potencializar la subjetivación individual libre de ataduras y prejuicios, intentar y avanzar hacia la concreción de los objetivos que dan lugar al proceso y finalmente asumir el papel de la proyección de lo pensado en medio de circunstancias adversas o no. En este proceso de construcción de conocimientos el maestro orienta y el alumno es responsable del proceso. Este último intuye, afina su subjetividad y la socializa, concreta lo que piensa, se proyecta en medio de sus circunstancias y escala a planos superiores sin referencias previas. Escalabilidad en circunstancias que de principio a fin no le son ajenas al profesor, quien acompaña al Ser ASE en sus búsquedas y comparte sus avances. Final que se torna inesperadamente exponencial en tanto refiere elementos que se fusionan según incidentes o accidentes de laboratorio con diversas implicaciones, rumbos imprevistos, inesperadas escalas de reproductibilidad y potenciales niveles de razonamientos no siempre inéditos, pero sí siempre sometidos a la crítica, la autocrítica y la presumida duda sobre su fiabilidad, a la manera de Popper.
Lo anterior señala al aula como un espacio abierto de alta expansibilidad. Siempre, en cualquier nivel, sistema o contexto, es un laboratorio experimental, zona de cultivo de la subjetividad, reflejo de la sociedad que la nutre y le da sentido. El Ser ASE es un constructor de intuiciones en busca de su concreción. El maestro, proyectista de un entramado individual/colectivo, es capaz de visualizar hacia donde se dirigen los proyectos, en medio de las circunstancias que los rodean. Es un vigía, un faro en medio de la oscuridad. Es un articulador de voluntades; proveedor de valor a la obra humana, capaz de colocar al aula en las coordenadas trazadas por la sociedad, de la que el sistema educativo es consecuencia y dador de sentido. Para estar a la altura de la encomienda social, en el aula debe darse una revolución copernicana bajo las energías creadoras de alumnos y maestros. Hoy no basta ser crítico y complejo, ni explorar las competencias en todas sus modalidades y experiencias. La demanda impuesta por las transformaciones tecnológicas exige del aula un pensamiento exponencial que primero ejercerá acción sobre sí mismo para conducir el tránsito de lo lineal a lo exponencial, el que, en su propia evolución, intentará la búsqueda ininterrumpida de su perfeccionamiento.
La otredad, el referente que es complemento dialéctico y dialógico en el creciente proceso de expansión del conocimiento, tiene en el aula un universo inconmensurable, con valor esencial: el Ser ASE. Él, el otro, aporta una suma de pensamiento ilimitada, que en su conjunto expansivo no puede ser superada por las más elaboradas herramientas digitales de procesamiento del conocimiento. Todo lo alcanzado y por alcanzar en el campo digital se enriquece permanentemente desde el aula en un proceso natural de instrumentación de la intuición. En el acto se torna tangible la visión del Sistema Educativo, enfocada a los escenarios del futuro, donde convergen la imaginación y todo el potencial que emana de la intuición acumulada en las aulas, alumbradas estas por millones de mentes brillantes cuyo esplendor rebasa cualquier fantasía. Son aulas por descubrir, por valorar su potencial, por interpretar sus alcances, en las que habitan seres como partículas de alta energía de todas las edades, que aparecen en el universo como una singularidad magnífica que se traduce en una gigantesca esfera de resonancia cognitiva emocional imposible de superar.
La avanzada del Pensamiento Exponencial en la educación
Al interpretar la magnitud de estos acontecimientos y sus implicaciones futuras desde la perspectiva del Pensamiento Exponencial, en el Centro Regional de Formación Docente e Investigación Educativa, en Comitán de Dominguez, Chiapas, hay conciencia de la relevancia del tema y la dificultad que entraña asumir que se avanza hacia lo desconocido; asumir, a su vez, que los referentes más evidentes se deben rechazar precisamente por que siembran redundancia y abortan la innovación. Los caminos con demasiados señalamientos, con rutas trazadas y vueltas a transitar, con códigos establecidos y normas que fijan los alcances mentales, han cumplido una notable misión, traer el conocimiento hasta aquí. De ahora en adelante todo será distinto, y si no todo, sí la parte sustantiva, la que permitirá adentrarse en las zonas oscuras de la inteligencia y tomar las riendas de la inteligencia artificial, con todos sus artificios y supersticiones. Es un caminar en la oscuridad en pos de conocer sus profundidades, sin miedo a tropezar, para dar fe del alcance de la mente humana con independencia de la edad y las culturas y los prejuicios y los niveles económicos y las taras y las normas. No es borrar la trayectoria de la mente en su esplendorosa aventura del conocimiento a través del tiempo. Hoy tiene el pensamiento exponencial la visión de, a futuro, dar fe de la grandeza del ser humano que es, el que sabe, y las inmensas posibilidades del ser que puede ser... per secula seculorum.