SANTO DOMINGO, República Dominicana.- “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”, dice un refrán que las trabajadoras sexuales dominicanas rechazan se refiera a ellas o que de algún modo las describa.
“Yo me puedo poner cualquier ropa, salgo a la calle y puedo decir que soy señora no trabajadora sexual”, dice Elizabeth, quien lleva un embarazo de siete meses.
Elizabeth se retiró del oficio y se preparó en varias áreas, como repostería y sastrería en el Movimiento de Mujeres (MODEMU) que ofrece distintos cursos a las mujeres que se afilian allí.
"Estoy estudiando psicología y hay muchas que son profesionales, eso son cosas de la gente. Eso es discriminatorio"
“El trabajo sexual no se ve en la cara, cualquiera puede ser trabajadora sexual y no importa la categoría”, manifiesta.
Al igual que Elizabeth, Guadalupe resalta que está casada “con velo y corona” desde hace algunos años y a pesar de ello sigue realizando el trabajo sexual.
“Los hombres se adaptan. Yo tengo mis hijos y nietos. Eso es mucha mentira”, señala Guadalupe.
Asimismo, Jafreisy es Teóloga e imparte la materia de religión en un colegio privado. “Cada quien tiene derecho a elegir lo que quiere hacer con su vida”.