SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Criticar la vida de otras personas, fisgonear en sus privacidad, llevar cuentas ajenas, en fin, hacer del chisme un deleite es una inveterada costumbre en la historia de la humanidad, en todos los países y civilizaciones.
Muchos clásicos de la literatura occidental narran historias de chismes y calumnias en las más encumbradas familias reales. Guy Bretón escribió Historias de amor de la historia de Francia, asunto al que dedicó diez volúmenes, y vaya usted a ver las cosas que sucedían entre las más encumbradas figuras de los palacios franceses; y Honorato de Balzac, con Esplendores y miserias de las cortesanas, también recrea el mundillo de las cortes cargadas de intrigas y chismes . Y ni qué decir de todos los chismes de la familia real del Reino Unido, en la actualidad más vigente que nunca (y que lo digan los duques de Sussex).
Incluso hoy, en Gran Bretaña, España y EE.UU el periodismo de chismes sobre famosos y notables es una gran industria.
Existe el chisme en la política, en el mundo del espectáculos, en el ambiente laboral, en los círculos de amistades, en los negocios y en las relaciones profesionales.
Se sabe que muchos dictadores han utilizado el chisme para poner a sus serviles a espiarse unos a otros, y así mantenerlos bajo control.
En fin, que ni las familias ni las iglesias se libran de este vieja debilidad humana. Es igual en las clases altas, en las medias y en las de menos ingresos.
En el sondeo sobre gustos y apreciaciones populares, preguntamos:
¿En cuál clase social la gente es más chismosa?
-Clase alta o rica
-Clase media
-Clase pobre
¿En cuál actividad o ambiente la gente es más chismosa?
-En grupos de amistades
-En grupos o asociaciones profesionales
-En el trabajo
-En la familia
-En las iglesias
-En la política