Madrid, 15 dic (Javier Herrero/EFE).- La del sábado en Madrid no fue la primera vez que Joaquín Sabina temió desmayarse sobre el escenario. Ya en Tijuana (México), "hace unos tres años, tuvo un cuadro parecido, se pensó que podría ser algo del corazón, suspendió y al día siguiente hizo un concierto memorable", dijo a Efe su representante.
Él ha confirmado que se mantiene el segundo concierto en la capital española, previsto para mañana, y, a falta de hablar de nuevo con el artista, añadió que este se encuentra "bien" tras el episodio de pánico escénico que le llevó a terminar antes de tiempo el accidentado primer "show" en la capital española.
"Si Joaquín estuviese mal, sería el primero en pararlo", insistió, en un intento por apaciguar las aguas y tranquilizar a las más de 10.000 personas que asistirán a esta nueva cita y que agotaron en un par de horas todas las entradas puestas a la venta.
Fue el mismo Sabina quien reveló durante su primer directo en el Barclaycard Center (antiguo Palacio de Deportes de Madrid) que acababa de sufrir "un Pastora Soler", en referencia a un hecho similar que llevó a esta cantante andaluza a dejar temporalmente los directos y del que solo unos días antes hablaba con sus más allegados de la forma más "normal".
El sábado le tocó a él, pero cuando saltó a las tablas haciendo gala de su acostumbrado humor ácido, nada hacía presagiar cómo se desarrollaría después su concierto, más allá de unas declaraciones iniciales. "A mí Madrid me rejuvenece. Lo digo por los nervios que he pasado antes de juntarme con ustedes", comentaba.
Incluso se permitió bromear con el ictus que sufrió en 2001 y del que dijo que, "aparentemente", no le habían quedado secuelas.
Fue tras un receso en el que entregó el mando a dos de sus músicos, un interludio habitual en las actuaciones de este tour, quizás solo un poco anticipado respecto a citas previas, cuando Sabina volvió con el semblante cambiado y contó lo que le había sucedido.
"Hoy, por exceso de ganas de estar bien delante de mi gente de Madrid, me acaba de pasar -llegando a cosas feas- un Pastora Soler", señaló.
Aún así, aguantó estoico hasta completar el grueso del "show", casi dos horas en las que cumplió el cometido principal de la gira: celebrar los 15 años de la publicación de "19 días y 500 noches", desde "Ahora qué" hasta "Noches de boda".
Durante ese tiempo, como previsiblemente sucederá de nuevo mañana, Sabina desgranó casi todas las canciones que componen uno de sus discos de mayor éxito, con temas como "Barbie superstar", "De purísima y oro", la misma "19 días y 500 noches" o "Cerrado por derribo", además de una sorpresa incluida específicamente para Madrid, el clásico "Me bajo en Atocha".
El músico tendrá mañana la oportunidad de desquitarse y coronar el concierto ante su "gente" con los bises que no pudo realizar entonces, clásicos como "Contigo" o "Princesa", rescatado del álbum "Juez y parte" (1985), justo después de sus tiempos "cantautoriles" y "paleolíticos" en el famoso y extinto local La Mandrágora.
Desde aquellos locos años 80, es mucho trajín el que ha soportado y al que ha sometido Sabina tanto a su cuerpo como a su mente, unas veces por un agitado tránsito sentimental y en otras muchas por viajes de origen más químico, un tipo de vida a la que renunció tras sufrir el ictus. EFE