SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La ciencia ya hizo lo suyo. Ahora solo resta que la comunidad internacional apruebe sacar de los laboratorios a las especies modificadas genéticamente para poner fin a un mal que solo este año matará a entre 450.000 y 700.000 personas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el inmunólogo colombiano Manuel Elkin Patarroyo, descubridor de la primera vacuna contra la malaria, respectivamente.
La revista Nature Biotechnology publicó el trabajo de un equipo dirigido por los biólogos del Imperial College de Londres Andrea Crisanti y Austin Burt, que demuestra cómo se modificó un gen que altera el desarrollo sexual de las hembras Anopheles gambiae para volverlas infértiles.
La modificación genética incluye el que los machos Anopheles gambiae puedan propagar a su vez el gen debilitante a la progenie. (Las picaduras de Anopheles se producen en la noche o en condiciones oscuras. El mosquito Aedes aegypti que transmite el dengue, muerde únicamente durante el día).
La técnica ha demostrado ser sencillamente exitosa en pruebas de laboratorio
La malaria o el paludismo es provocada por un parásito y transmitida por este insecto Anopheles gambiae, cuyas poblaciones estarán obligadas a autodestruirse gracias a la técnica del equipo de Crisanti, que en las pruebas de laboratorio ha demostrado ser sencillamente exitosa.
Las poblaciones de laboratorio de los mosquitos pueden así ser llevadas a la extinción en once generaciones, lo que provocará el desplome de las poblaciones silvestres en cerca de cuatro años, de acuerdo con los modelos computacionales utilizados.
La alteración del gen afecta solo a las hembras, que desarrollan características sexuales ambiguas y así no pueden picar. Los machos, por su parte, continúan propagando el gen alterado hasta que ya no se ponen más huevos.
“Se verificó la reducción progresiva de la producción de huevos hasta el punto del colapso total de la población. Debido a la restricción funcional de la secuencia, no se produjo selección de alelos resistentes al impulso del gen en estos experimentos de laboratorio”, se lee en el estudio.
Cuando en el laboratorio se introdujeron machos con el gen modificado a jaulas con mosquitos comunes, las poblaciones se aproximaron a la extinción en solo siete generaciones (en once generaciones en algunos casos).
Se descartó que el mecanismo se transmita a especies como las abejas
“No estamos diciendo que esto sea a prueba de resistencia al cien por ciento, pero sí parece muy prometedor”, escribió Crisanti y descartó expresamente que el mecanismo se transmita a otras especies como las abejas, por ejemplo. “Eso no es posible”, subrayó de manera tajante.
En una primera reacción al estudio, el diario New York Time consultó al respecto a Kevin Esvelt, quien estudia la evolución de los impulsos genéticos en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
Si esta mutación genética se propaga a otros insectos, el huésped más probable sería otra especie del mosquito Anopheles, sostuvo Esvelt y remató: “El daño comprobado que causa la malaria sobrepasa por mucho cualquier posible efecto secundario ecológico planteado hasta ahora”.