SANTO DOMINGO, República Dominicana. – El lunes 8 de junio, las noticias publicaban que después de varios meses luchando contra el virus COVID-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo declaró como una infección pandémica, dando a entender al mundo que será parte del día a día, como otras afecciones con las que ya se convive.
El medio Más Noticias C.R lo comparaba con la selección natural de Charles Darwin, citando que “el que no se adapte, morirá”.
No dejan de ser palabras fuertes y tal vez difíciles de aceptar. “Sin embargo, la vida sigue”, decían al dejar entredicho que aún faltan familiares y amigos por perder.
En medio de la pandemia, la sociedad se enfrenta a una nueva manera de decir adiós, una nueva forma de vivir el duelo: un duelo en tiempos de COVID-19.
Según las especialistas Virginia Arredondo, vicepresidenta ejecutiva de Grupo Blandino; y Rosa Brea, psicóloga especializada en duelo; el mero hecho de experimentar la pandemia sitúa a toda la sociedad en un duelo colectivo.
Brea hace referencia a la separación de cosas tangibles e intangibles. Por ejemplo, la pérdida de un trabajo.
Ansiedad, irritabilidad, depresión, trastorno del sueño, son algunos de los desórdenes que, según explica, han experimentado muchos y muchas entre el impacto y la aceptación de la nueva realidad.
Hay muchas familias viviendo distintos duelos en este proceso, indica Arredondo, haciendo referencia a la separación física de un ser querido, la culpa de no haber estado allí y no haberlo despedido como de costumbre en una funeraria.
“No pudieron abrazarlo, no pudieron cuidarlos directamente porque pasaron la enfermedad en hospitales donde había un estricto protocolo”, Virginia Arredondo, vicepresidenta ejecutiva de Grupo Blandino.
El duelo en niños y envejecientes
Cada etapa de vida tiene sus retos y sus implicaciones. No es lo mismo vivir un duelo en la niñez, en la adolescencia, en la adultez o en la adultez mayor.
“Los niños deben ser incluidos. Así como los llevas a cumpleaños, a bautizos, a bodas, los niños deben ser llevados a despedir seres queridos”, recomienda Brea, al tiempo que enfatiza la importancia de la manera en que los adultos les comunican y transmiten la información.
“Los niños son muy fáciles. Saben llevar muy bien las experiencias, pero depende mucho de cómo los adultos le transmitan la información, porque le puedes crear mucho miedo a los niños, le puedes crear mucha ansiedad que puede repercutir en su estado de ánimo, en pesadillas que tengan, en situaciones de mucho miedo o de una hiperactividad, un comportamiento irritable, complicado. Igualmente, los adolescentes.”
Para los padres y madres que deben manejar una pérdida con menores de edad, Brea sugiere que se les diga la verdad, explicarle que papá y mamá van a estar tristes, hacer momentos de unión familiar y socializar lo que cada quien quiere hacer como despedida formal.
En el caso de los adultos y envejecientes, debe sumarse importancia a la compañía para evitar la soledad. Acudir a los medios virtuales, ir a visitarlo y cubrir todas sus necesidades.
“Ojo con esto. Las personas se creen que llamar 24/7 y estar acosando constantemente al doliente es la tarea que debo hacer. No. Hay que darles espacio también de descanso, de introspección, de decirle “yo estoy aquí para ayudarte”, facilitarle cosas en vez de estar preguntando, cómo fue o qué pasó. No agobiar, y sobretodo que la persona sienta que puede contar contigo.”
Los cambios en el ritual a raíz del COVID-19
En la Funeraria Blandino, una de las más frecuentadas por los residentes del Distrito Nacional, la primera medida que se implementó fue la digitalización de todo lo relativo a documentación, debidas autorizaciones y tipos de servicios a escoger.
Siguiendo las directrices de la industria internacional y del Ministerio de Salud Pública, cambiaron el protocolo de atención, se redujo al mínimo la cantidad de personas que pudiera asistir al velatorio en casos disociados del COVID. En adición, se redujo el tiempo de los velatorios a un máximo de tres horas.
“Los que optaron por entierro y la causa del fallecimiento era COVID, tuvieron que pasar por el traumático proceso de no tener velatorio. Sencillamente fueron fallecidos que fuimos a recoger y que colocamos de inmediato en una bolsa plástica hermética especializada, y planificamos despedidas en los mismos cementerios. Eran despedidas mucho más cortas, y donde realmente la familia, ya en el campo santo, guardando distancia social y usando mascarillas, le dio el último adiós a su ser querido”, cuenta Arredondo.
Para este momento, cuando el país está en la segunda fase del plan de desescalada, abren dos capillas para cada familia. Esto permite la presencia de 30 personas a la vez, quienes deben circular para que otros tengan la oportunidad de entrar.
El futuro cercano de los servicios funerarios
Debido a su cercanía con el proceso, Virginia Arredondo entiende que como consecuencia de los cambios que llegaron con el COVID-19, más personas se sentirán inclinadas a la cremación y los columbarios. Otros querrán optar por una vía combinada o hacer velatorios virtuales.
Sin embargo, dice que la esencia del negocio funerario es promover el acompañamiento, por lo que “yo sigo creyendo que hay un gran grupo, que siempre va a ser el más numeroso, que necesita ese abrazo.”