En 1980, el 14% de la población de los Estados Unidos era obesa. Sin embargo, hoy se estima que el 34% de los americanos son obesos, según las cifras que reseña la firma consultora Deloitte.
Esto equivale a un aumento de 20 puntos porcentuales en apenas una generación. En 1980, el 12% de los mexicanos eran obesos; hoy lo son el 28%.
José Luis de Ramón, socio de Economía de Deloitte, señala que los dominicanos también sufren este problema: en 1980 el 6% de la población era obesa, proporción que hoy asciende al 22%.
Apunta que la comunidad médica (y la economía), con razón, han decretado a la obesidad como la nueva epidemia del siglo XXI.
Las personas con obesidad tienen una esperanza de vida más corta. En España, por ejemplo, se estima 1 de cada 12 fallecimientos son atribuibles al exceso de peso.
Además de una mayor mortalidad, la población obesa registra una calidad de vida significativamente menor, por lo que requiere, como es de esperar, de la utilización de recursos sanitarios con mayor frecuencia y más intensidad que en el caso de las personas no obesas.
Asimismo, se estima que los obesos adultos gastan 42% más en los costes sanitarios directos que los adultos que tienen un peso saludable. El ausentismo laboral es mayor en los obesos y suelen recibir salarios menores al promedio.
Hay distintos estimados del costo para la economía de la obesidad. Para Estados Unidos, el costo se estima en más de 180 billones de dólares anuales.
La mayor preocupación de la comunidad médica con respecto a la obesidad es el sufrimiento físico y psicológico que genera en quienes padecen este trastorno.
La obesidad (gran paradoja) es una enfermedad del desarrollo. Menos trabajo manual, máquinas que nos hacen todo y alimentación barata basada en grasas y azúcares. Es notable que son los sectores de menores ingresos los que presentan mayores tasas de obesidad en todos los países.
No hay fórmulas mágicas, como sabe todo el que se acerca a una báscula. El problema se está enfrentando, pero de forma muy tímida. Se estimula al ejercicio y a una alimentación sana pero poco más. A inicios de los años 2000 las compañías de seguros decidieron cubrir los gastos de las operaciones bariátricas (que no están exentas de controversias sobre su eficacia). Este gasto supondría ahorros sustanciales en el uso de servicios médicos en el futuro.
El mundo está obligado a enfrentar este problema por razones médicas y económicas. En los países desarrollados se contempla empezar a tratar las grasas y los azúcares, en términos de impuestos y restricción al consumo, como se trató al cigarrillo. No será inmediato, pero definitivamente es esperable.