NEW YORK, Estados Unidos.- El intelectual Silvio Torres-Saillant declaró que el doctor Marino Vinicio Castillo (Vincho), es un político que dirige un grupo irrelevante, por el que solo votan sus familiares y allegados, y que instrumentaliza los temas para sacar ventajas y provechos, y que a ese esquema se ha adherido el ex presidente Leonel Fernández, quien ha preferido igualarse a Vincho Castillo y a no a Juan Bosch, fundador del Partido de la Liberación Dominicana.
En la presentación del libro El reinado de Vincho Castillo, droga y política en la República Dominicana, de Fausto Rosario Adames, que se puso a circular en Nueva York en mayo pasado, el doctor Torres-Saillant hizo una radiografía del doctor Castillo, destacando “su irrelevancia política como cabecilla de un partido por el que solo votan sus familiares y allegados, su papel disociador en cada uno de los puestos gubernamentales que ha ocupado, su tendencia a vincular con el narcotráfico a toda persona que difiera de él en el plano de la ideas o que le haga una oposición contundente a su gobierno y su distorsión repugnante de la información para avanzar fines políticos como abanderado del líder de turno o para asegurar gruesas entradas monetarias en su lucrativa práctica privada de la abogacía”.
De acuerdo con el intelectual dominicano, el libro del periodista Rosario Adames ayuda a entender la realidad política dominicana, aunque se trata de un libro doloroso para todo aquel que ame a la República Dominicana.
“Con esta formidable radiografía del abogado Castillo, el autor nos brinda no sólo conocimientos invaluables sobre el funcionario sino también un modelo digno de emular por escritores interesados en practicar el género biográfico o la interpretación de personalidades, especies de la escritura que, como bien señala Andrés L. Mateo en sus palabras de presentación, hacen mucha falta en la bibliografía dominicana”.
Acento reproduce la primera parte de las palabras de Silvio Torres-Saillant, en la puesta en circulación del libro, en la Escuela Gregorio Luperón, del Alto Maniatan, el pasado mes de mayo:
Radiografia de un Funcionario y Clave del Mal Social: El Libro de Fausto I
Silvio Torres-Saillant, Syracuse University
- Preámbulo: Obra Dolorosa
Después de agradecer a Fernando Aquino y demás directivos del Colegio Dominicano de Periodistas la cordial invitación que me trae ante este auditorio y reconocer la generosidad de los cientos de compatriotas que han respondido a la convocatoria de nuestros anfitriones, quisiera glosar nuestra paradoja. Hemos venido a saludar un libro que no puede causar más que dolor a cada compatriota que albergue en el alma así sea una pizca de amor por su pueblo. La cuarta edición de El reinado de Vincho Castillo:Droga y política en República Dominicana (Santo Domingo 2013), el enjundioso estudio realizado por el destacado periodista Fausto Rosario Adames, parte el alma de todo conciudadano a quien le duela su gente. Nos presenta el cuadro desolador que hoy padece nuestra tierra. Lo hace con tal nitidez argumentativa, con tal claridad, con detalles tan desmenuzados, con evidencia tan palpable y pruebas tan fehacientes que nos deja indefensos. Nos despoja del privilegio de la duda que nos concedería el alivio, así fuese artificial, de negar la noticia enojosa que la obra nos trae. Si su investigación flaqueara en los datos que la sostienen, si titubeara el calibre de su análisis, si se embarcara en tesis tendenciosas, si padeciera de pobreza interpretativa, en fin, si nos diera pauta para tapar el sol con un dedo diciéndonos “qué va, esos son cuentos de camino”, mucho más llevadera se nos haría la lectura de la obra. Penosamente, otro es el caso.
Estamos ante un escrito que quita el sueño. En el mismo, cumpliendo con el requisito de José Martí para merecer el nombre de intelectual auténtico, el entrañable periodista Fausto Rosario Adames nos aturde con el peso insoportable de la veracidad de las cosas que nos cuenta. Nos describe un entramado social desolador en el que actúan a distintos niveles de complicidad nuestro liderazgo político, los medios de comunicación, el empresariado, el clero y la intelligentsia. El libro pone de relieve el predominio en la sociedad dominicana de una moral social cundida por un credo de antivalores orientado hacia la meta única de cada quien buscarse lo suyo sin escatimar la forma ni el fondo.
La mayoría de las páginas del libro pormenorizan la trayectoria del abogado Marino Vinicio Castillo, alias “Vincho,”con énfasis en su papel nefasto en los medios de comunicación, la discrepancia entre su gran influencia en los predios del poder y su irrelevancia política como cabecilla de un partido por el que solo votan sus familiares y allegados, su papel disociador en cada uno de los puestos gubernamentales que ha ocupado, su tendencia a vincular con el narcotráfico a toda persona que difiera de él en el plano de la ideas o que le haga una oposición contundente a su gobierno y su distorsión repugnante de la información para avanzar fines políticos como abanderado del líder de turno o para asegurar gruesas entradas monetarias en su lucrativa práctica privada de la abogacía. Vemos aquí a un personaje que se desplaza orondo por encima de la ley.
Dicho en palabras de Fernando Aquino, estamos ante un fulano a quien el gobierno dominicano le ha expedido una licencia para delinquir. Con esta formidable radiografía del abogado Castillo, el autor nos brinda no sólo conocimientos invaluables sobre el funcionario sino también un modelo digno de emular por escritores interesados en practicar el género biográfico o la interpretación de personalidades, especies de la escritura que, como bien señala Andrés L. Mateo en sus palabras de presentación, hacen mucha falta en la bibliografía dominicana (pág. 41).
- Biografía Ética del Personaje
La cuarta edición de El reinado de Vincho Castillo consta de varias secciones que arman una rica constelación de datos, explicación y análisis relativos al individuo estudiado. Las cinco piezas al principio operan como preámbulo compuesto que esboza a grandes rasgos el contenido (págs. 1-56).
La Primera Parte ofrece un examen invaluable del tráfico de estupefacientes cuyo consumo en las últimas décadas ha causado estragos en las sociedades del hemisferio. Analiza con hondura el aspecto manipulable de la llamada “guerra contra las drogas” que puede servir a los gobiernos de la región como un pretexto útil para enmascarar agendas antipopulares o mezquinamente partidarias, además de crear un renglón adicional para la inversión de los recursos del Estado con nuevas oportunidades de malversación del erario (págs. 57-162).
Obsérvese, por ejemplo, el plan de instalar rayos X en los puertos con fines de detectar casos de narcotráfico cuando el personaje aquí estudiado fungía como Director General de Ética e Integridad Gubernamental. El gobierno dominicano asignó el contrato multimillonario de los rayos X al oftalmólogo Salomón Melgen, un primo de Castillo radicado en la Florida quien a su vez empleó como representante legal a un hijo de su primo funcionario (31).
El primo Salomón no es un extraño para las autoridades de los Estados Unidos. En el 2012 su consultorio Vitreo-Retinal Consultants Eye Center de Palm Beach fue objeto de una redada de parte de agentes del FBI quienes buscaban posible evidencia de fraude por sus exorbitantes cobros al Medicare, la agencia federal que compensa a los galenos que atienden pacientes carentes de seguro médico privado.
En ese año Melgen cobró al gobierno federal la suma de 21 millones de dólares por tratar a 894 pacientes ancianos y con discapacidades. Según un artículo de Susan K. Livio aparecido en The Times, un periódico de Rochester, Melgen fue quien más cobró entre los 770,000 médicos adscritos al sistema de Medicare, ganándose una suma 60 veces mayor a la del promedio de sus colegas (Livio 10 abril 2014).
También llegó a las autoridades norteamericanas el nombre de Melgen a través de indagaciones relativas a su amigo y beneficiario el Senador Robert Menéndez, quien al parecer omitía de sus reportes de gastos de campaña las jugosas dádivas recibidas del destacado oftalmólogo y quien podría haber participado en alegadas fiestas sexuales con “prostitutas menores de edad” organizadas por Melgen en su mansión veraniega de Santo Domingo.
Aunque la tarea de cuidar a Melgen del alegado uso de menores de edad para sus diversiones carnales estuviera a cargo su hijo Vinicio Castillo Semán, el funcionario optó por hacerse portavoz del caso en la palestra pública quizás debido a que las denuncias lo incluían a él también entre los contertulios presentes en dichas bacanales. No obstante declarar que “no tenía idea” de quien pudiese haber dado las pistas que llevaron a un “sitio web conservador” en los Estados Unidos a hacer las denuncias, Castillo no vaciló en adelantar la especulación de que “esto podría estar relacionado con traficantes de drogas” (Ezra Fieser, “Narcos podrían estar detrás del ‘complot difamatorio’ contra Melgen”, El Nuevo Herald, 4 febrero 2013).
Subtitulada “El persecutor”, la Segunda Parte de El reinado de Vincho Castillo ofrece una valoración documentada de la vida pública del abogado Castillo. Aquí leemos sobre un ser cuya ética–sin temor a cometer la más mínima injusticia–podemos denominar cloacal (págs. 163 et passim). El capítulo XXX recoge juicios de varios observadores del acontecer nacional que desde posturas ideológicas diversas en distintos momentos han repudiado los actos del abogado Castillo (págs. 305-346). Luego viene un artículo de 1997 publicado por Fausto en La Gaceta Judicial sobre la embestida del abogado Castillo, ya encumbrado por el Presidente Leonel Fernández a la jefatura del Consejo Nacional de Drogas, contra el entonces Fiscal del Distrito Guillermo Moreno (cap. XXXI). A éste le sigue un reportaje del autor publicado en la revista Rumbo en agosto de 1997 que documenta el afán doloso del abogado Castillo de mantener en prisión por más de seis años “sin derecho a juicio” a Luis Rafael Sánchez Alfonseca. A Sánchez Alfonseca se le vinculó con la muerte del guardaespaldas del abogado Castillo, Danilo Jorge Infante, sobre quien pesaba un expediente en la policía por delincuente y quien al parecer tuvo participación en el homicidio del cambista Héctor Méndez, crimen que pasó al consenso popular como un asesinato político (cap. XXXII).
Fausto Rosario Adames cierra El reinado de Vincho Castillo narrando uno de los pocos casos en que el abogado Castillo ha pagado por su conocido uso público de la mentira con fines pecuniarios o políticos. La narración cubre las distintas circunscripciones de los tribunales que condenaron al entonces zar de las drogas por acusar de narcotraficante a Hernani Salazar. Salazar había sido funcionario del anterior gobierno del PRD, partido que Castillo ha combatido sin tregua desde el 1961. En ese año los primeros directivos del PRD, ya muerto el cleptómano dictador, se lanzaron a sentar las bases para una transición democrática y se encontraron con la pasión trujillista del fogoso diputado Castillo, ferozmente reacio a reconocer que había terminado el reinado criminoso de su venerado “Titán”. Ahora funcionario del gobierno del PLD, el abogado Castillo difamaba de Salazar con fines ulteriores de implicar al gobierno anterior, estrategia que le había servido cuando, operando como testaferro del fraudulento Balaguer, logró desacreditar al ex presidente perredeísta Salvador Jorge Blanco.
Aprovechando el drama nacional suscitado meses antes por el descubrimiento del más sonado caso de tráfico de drogas en nuestros tiempos, el protagonizado por el oficial de las Fuerzas Armadas Quirino Ernesto Paulino, en marzo del 2005 el abogado Castillo dedicó tres ediciones de su programa televisivo a calumniar al ex-funcionario vinculándolo con el notorio caso.
En esa ocasión no tuvo el éxito acostumbrado de burlar la justicia, viéndose forzado a indemnizar a Hernani Salazar por el daño moral hecho a su persona (cap. XXXIII). Profundo es el acierto del al autor al cerrar El Reinado de Vincho Castillo con un caso que interrumpe la impunidad del abogado Castillo e involucra a jueces con suficiente honestidad. De otra manera el libro no daría tregua a la posibilidad de la esperanza para nuestro pueblo. Nos dejaría la impresión de que la calaña del funcionario es nuestra suerte, de que nos toca la tragedia de una sociedad donde sólo la bajeza tiene perspectiva de triunfo. El Castillo que se pasea por estas páginas podría encarnar la fatalidad de nuestro destino como pueblo.
El libro de Fausto nos cuenta mucho sobre el triunfo de la vileza en el país. Vemos, por ejemplo, como Castillo se vale del margen permisivo que confiere la estructura formal de la democracia para predicar preceptos, defender prácticas y cometer actos típicos de la dictadura asesina a la que sirvió fielmente a partir del 1954 y a cuya ideología férrea ha seguido adscrito hasta nuestros días. Es promotor consuetudinario del fraude electoral. Lo vemos detrás del plan macabro de viabilizar la violencia militar para desconocer a la mala el voto del pueblo dominicano contrario al amañado Joaquín Balaguer en el 1978.
Más de tres décadas después aparece pidiendo un referéndum que permitiera a su actual líder Leonel Fernández reelegirse de nuevo después de agotársele los tres períodos permitidos por la Constitución. A la vez, se torna guardián celoso de la transparencia electoral en su denuncia constante del fraude que siempre achaca al partido opositor, al cual atribuye el dolo de dar cédulas a “los haitianos” a cambio del voto favorable. Aparte del denuesto personal contra todo adversario, la narrativa de su denuncia enhebra imputaciones recurrentes, como recibir financiamiento del narcotráfico pan-hemisférico o tener vínculo con la conjura internacional que busca fusionar a la República Dominicana con el vecino país de Haití.