SANTO DOMINGO, República Dominicana.-El sociólogo Domingo Matías declaró que el sector que constituye una corriente de pensamiento conservador, racista, xenófobo y antihaitiano se comporta con múltiples incoherencias.

Dijo que esas incoherencias históricamente se han reflejado en el rechazo de ese sector a lo negro y el aprecio a lo blanco europeo y norteamericano, y al mismo tiempo se muestra encantado con el consumo de productos internacionales y en detrimento de la cultura nacional.

Explica que esos conservadores no tienen vínculos afectivos con los excluidos sociales, lo que contradice lo que la lucha de Gregorio Luperón, Manolo Tavárez Justo y Francisco Alberto Caamaño.

Argumenta que esa corriente pensamiento está representada por una élite beneficiaria del poder político.

A continuación el texto completo de las opiniones del profesional de las ciencias sociales:

Incoherencias en la conducta de los "patriotas" dominicanos

(Domingo Matías)

El República Dominicana el patriotismo estuvo impregnado por sangre y fuego. El gran poder de insurrección del patriotismo fue mostrado en las luchas por la independentista dominicana en el 1844 (contra el Estado haitiano) y en la lucha anticolonialista el período 1863-1865 (contra España). El desencadenante principal fue un proceso de socialización que creó un imaginario social que visibilizó a Haití como el enemigo principal de los dominicanos, los cuales habían decidido ser libre al igual que el vecino país. Si la I Guerra Mundial trajo como efecto el Nazismo y el Fascismo, la Independencia Nacional dominicana irrumpió en la creación de un sentimiento anti haitiano y xenófobo, en una parte de la población, el cual se sostiene como patriotismo irracional y con estrecha visión para una concepción más amplia del patriotismo racional o positivo.

"La Independencia Nacional irrumpió en la creación de una corriente de pensamiento conservadora con sentimiento anti haitiano, xenófobo, de desprecio por la negritud, y con alta dosis de patriotismo irracional o negativo"

¿Son patriotas los dominicanos que levantan consignas llamando a matar a quienes no comulgan sus creencias?. La respuesta es que sí, en una perspectiva cultural tradicional. En una perspectiva  política moderna  la respuesta es que no,  porque esa porción representa un patriotismo negativo. Harri Levison lo denominaría como pseudopatriotismo. Este grupo asume una fidelidad ciega, a veces contradictoria, a los valores que defienden (bandera, himno, héroes, etc.). Se comportan con una neutralidad asombrosa para criticar al sistema político y los grupos dominantes que ejercen el poder económico y social, cuando tienen prácticas contrarias a las enseñanzas de los patriotas de antaño, que dicen ser su referente.

Preguntar, también: ¿Son patriotas los dominicanos que quieren una sociedad más abierta, plural, tolerante a la diversidad racial y de respeto a los derechos humanos de los dominicanos de ascendencia haitiana y de los migrantes?. La respuesta es que si. Son patriotas que asumen los mismos valores y los mismos símbolos (bandera, himno, héroes, etc.) que corresponden a los del grupo que practican el patriotismo negativo, y lo trascienden con un esquema de comportamiento o conducta social basada en valores de tolerancia, defensa de la equidad social, pluralidad, unidad en la diversidad.

La patria se concretiza en un pensamiento que puede ser liberal-radical-conservador, que se toma cuerpo en una identidad simbólica-cultural y de afectos en el territorio donde se nace o con el que se tienen vínculos culturales. La patria es una configuración, que no necesariamente es abstracta, se concretiza en un territorio que es gobernado. El sentimiento patriótico de la corriente más conservadora de los dominicanos está estructurado de modo limitado, cerrado, con un grado de desarrollo muy bajo, involutivo, de carácter eminentemente tradicional y con visiones, prácticas y conductas incoherentes en relación a la esencia de la definición de la patria. Incoherencias que explicamos a continuación:

Primera incoherencia. El empuje del sentimiento patriota tradicional está moldeado por la confrontación armada por el control del territorio. En el caso de Haití no hay ejército. Hubo ejército en el año 1844 y durante la dictadura de Duvalier. También el colonialismo español tuvo ejército en el período 1863-1865, en el contexto de la Guerra de la Restauración, donde los patriotas dominicanos enfrentaron a dicho ejército. Ejército tuvo, y tiene, Estados Unidos cuando intervino en dos ocasiones el territorio dominicano (1916 y 1965). El chauvinismo de una porción de patriotas dominicanos quedó encantado con la defensa de la patria en relación a la agresión haitiana, dejando de lado la dominación española y las invasiones norteamericanas. El sentimiento de rechazo adquiere un carácter de exclusión racial, es más profundo hacia los negros haitianos que en relación a los blancos norteamericanos y europeos. El patriotismo es un sentimiento continuo o una memoria histórica sin ruptura, coherente en el aprecio de la patria como entidad histórica. Cuando hay ruptura del ciclo de la historia de agresión al territorio se es patriota a media tinta.

Segunda incoherencia. La reacción de los patriotas, ante aquellos que buscan la conquista del poder, la recuperación de la soberanía popular usurpada de modo ilegal, y aquellos que careen de la debida legitimidad democrática, es favorable hacia estos últimos. Los que buscan recuperar soberanía son calificados de antipatriotas. Los Héroes del 14 de Junio que vinieron por Constanza, Maimón y Estero Hondo a enfrentar la dictadura de Trujillo, quien hirió la patria durante 30 años, fueron menospreciados por los defensores de la bandera, el escudo y el himno que se cantaba en cada acto en honor a Trujillo. Lo mismo ocurrió con los combatientes de la guerrilla de Caamaño, en el año 1973,  cuando la patria y la democracia dominicana eran cercenadas por la dictadura de Balaguer.

Tercera incoherencia. Las Fuerzas Armadas son los principales instrumentos que se constituyen de modo legal para defender la patria de agresiones extranjeras. El territorio, la frontera, los mares y el espacio aéreo son símbolos y categoría jurídica de alta prioridad para las Fuerzas Armadas. Los flujos migratorios, la intervención de nuevos negocios ilícitos (drogas, prostitución, tráficos de armas, mercancías, órganos humanos, etc) han cambiado el comportamiento de los organismos de defensa de la soberanía y de la patria. La porción de patriotas, que manda a matar periodistas o que enfrenta con lenguaje violento las posturas contrarias de los otros patriotas, queda entrampada en los efectos del problema (millones de haitianos invadiendo el país, alto consumo de drogas, etc.) y no en las causas estructurales (desinstitucionalización y corrupción de los organismos de seguridad y de migración).

Cuarta incoherencia. La sociedad dominicana, en pleno, entró en el esquema de una estructura social con un fuerte impacto de la alienación de la cultura del consumo. El sustento de la globalización se afinca en un modelo neoliberal de economía abierta a los mercados internacionales, con alta predominancia de la oferta de servicios. La mundialización o globalización ha producido una ruptura con los sentimientos de los patriotas radicales o nacionalismo tradicionales.   Marcas de ropas de todos los continentes, tiendas de franquicias europeas y norteamericanas, fast food, hoteles de emporios internacionales; todos escritos en inglés, francés, alemán; nunca en kreyol, porque ofendería el sentimiento patriota y los "haitianos estarían adueñándose de la economía dominicana".  Este esquema de pensamiento retrotrae la concepción de "invasión" del siglo XIX, y obvia  las agresiones de Europa y Estados Unidos. Qué tan patriota somos si antes que comprar un vino de marca dominicana nos enfocamos en disfrutar de cabernet francés o un merlot español. O antes que comprar una camisa o chaqueta confeccionada por el sastre dominicano optan por comprar una Gucci o una Giorgio Armani.

Quinta contradicción. Si hay patria es porque hay vínculos afectivos. Los vínculos entre los que controlan el territorio, donde se concretiza la patria, y los ciudadanos, deben darse bajo la premisa del bienestar social, político, económico y cultural. Los vínculos con la ciudadanía por parte de jueces, legisladores, ministros, alcaldes y la tecnocracia, ubicada en el litoral del patriotismo que se está analizando, son de carácter instrumental; porque deberían hacer un ejercicio público que saque de la pobreza a millones de dominicanos que tienen identidad histórica con su país. Un ejercicio de lo público que reivindique patrimonio de las riquezas naturales, el uso transparente de los fondos públicos, que limite la hipoteca financiera del Estado, que erradique el patrimonialismo o enriquecimiento ilícito de las élites políticas y la construcción de una cultura democrática.  El patriotismo dominicano analizado, para reivindicarse como tal y ganar legitimidad, deberá responder a los intereses de todos los nacidos o vinculados. Y deberá romper con el conservadurismo histórico dejado como legado por Pedro Santana, Ulises Hilarión Heureaux Lebert (Lilís), Rafael Leonidas Trujillo Molina, Joaquín Antonio Balaguer Ricardo y todos sus herederos. Conservadurismo que constituye la negación del pensamiento de Juan Pablo Duarte, símbolo y referente máximo de la primera independencia nacional. La instrumentalización y manipulación de la figura de Duarte es la sublime negación de su espíritu patriota.

En conclusión: la Independencia Nacional irrumpió en la creación de una corriente de pensamiento conservadora con sentimiento anti haitiano, xenófobo, de desprecio por la negritud, y con alta dosis de patriotismo irracional o negativo. Esta corriente, representada por una élite beneficiaria del poder político históricamente, opera bajo un mapa de incoherencias reflejadas en rechazo a lo negro y aprecio a lo blanco europeo y norteamericano, de menosprecio a los patriotas dominicanos que enfrentaron dictaduras, defensora de los instrumentos responsables de los negocios ilícitos, encantada con el consumo de productos internacionales y en detrimento de la cultura nacional, y sin vínculos afectivos con los excluidos por los que lucharon Duarte, Luperón, Manolo y Caamaño.