Brasilia, 5 ago (EFE/Eduardo Davis).- El Senado brasileño ha ignorado la "tregua olímpica" que propone hoy la inauguración de los Juegos de Río 2016 y avanza en el juicio de destitución de la mandataria suspendida, Dilma Rousseff, quien parece cada vez más sola.
El Senado fue notificado oficialmente de que el proceso contra la presidenta continúa tras la aprobación de un informe que la acusa de "atentar contra la Constitución" y ese trámite supuso el comienzo de la fase final del juicio instaurado el pasado 12 de mayo.
Mientras se cumplía el trámite, la convocatoria a manifestaciones para exigir el retorno de Rousseff al poder del que fue suspendida para responder al juicio político tuvo hoy escasa respuesta y sólo unos pocos millares de personas las respaldaron.
El siguiente paso del proceso será dado el próximo martes, cuando totalmente ajeno al clima deportivo en que Brasil se sumerge desde hoy, ese informe que pide despojar del mandato a Rousseff será sometido a una primera votación en el pleno del Senado.
Esa sesión será dirigida por el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lewandowski, y será realmente maratoniana, pues se prevé que durará unas veinte horas y concluirá la mañana del miércoles.
Aunque Rousseff y sus partidarios insisten en que el proceso es "ilegal" y constituye un "golpe", todo el trámite es supervisado por el Supremo, que avala su constitucionalidad y que ahora estará a cargo directamente de la fase final.
En la sesión del martes, el informe que propone la destitución de Rousseff será aprobado si cuenta con los votos de 41 de los 81 senadores, algo que hasta los partidarios de la mandataria dan como un hecho.
La senadora Gleisi Hoffmann, del Partido de los Trabajadores (PT) y una de las más fervientes defensoras de Rousseff, admitió hoy que esa primera votación en la Cámara Alta "es un juego de cartas marcadas".
Aunque afirmó que el PT "no desiste de defender la democracia", Hoffmann reconoció que los favorables a la destitución cuentan con mayoría suficiente para esa primera votación en el pleno del Senado, aunque afirmó que en la segunda esa situación será "revertida".
En esa segunda y última votación, que se realizaría a fines de este mes, Rousseff será despojada de su mandato si así lo decide una mayoría calificada de 54 votos, que parece consolidarse día a día.
Los allegados al presidente interino Michel Temer, quien seguirá en el cargo si Rousseff es destituida, calculan que cuentan con por lo menos 60 votos y sostienen que aún pueden recabar más apoyos.
Rousseff, recluida tras ser suspendida de sus funciones en el Palacio de la Alvorada, la residencia oficial de la Presidencia que aún ocupa, ha dado señales de que está consciente de su inminente destitución y ha anunciado que prepara una "Carta a los Brasileños".
En ese documento, según adelantó, se comprometerá a que, si fuera absuelta y recuperase el poder, convocará a un plebiscito para consultar a la sociedad sobre la realización de nuevas elecciones en el plazo más corto posible.
Esa propuesta, sin embargo, ahondó aún más sus diferencias con el PT, que la llevó al poder y que en las últimas semanas ha estado más concentrado en la preparación de la campaña para las elecciones municipales de octubre que en la defensa de Rousseff.
A la propuesta le salió al paso el presidente del PT, Rui Falcao, quien sin ocultar el abismo que parece abrirse entre Rousseff y su partido, dijo que unas nuevas elecciones presidenciales "no tendrían ninguna viabilidad".
Según Falcao, esa propuesta no cambiará la opinión de la mayoría contraria a la mandataria que se percibe en el Senado y que debería aprobar la convocatoria a un plebiscito.
El presidente del PT fue incluso más allá y afirmó que no está dispuesto a respaldar "artificios para intentar engañar a quien no quiere ser engañado".
Por el contrario, sostuvo que Rousseff debería proponerle al país "un cambio de la política económica" de corte liberal que impulsó en su gestión y ofrecer una "recomposición" de su Gobierno, en el que participaron fuerzas de centro y derecha que ahora apoyan a Temer.
Esa posición fue respaldada por otros miembros de la dirección nacional del PT, como Washington Cardoso, presidente regional de esa formación en Río de Janeiro, quien declaró que la política económica de Rousseff agudizó la crisis que la llevó al juicio político.
"Esas políticas contrariaron a su base política y no ayudaron en nada al PT" de cara a las municipales de octubre, afirmó. EFE