(*) El autor es coordinador de NAPSA, organización de jóvenes profesionales para el desarrollo de Haití.
Las contiendas legislativas que se van a celebrar el próximo domingo 9 de agosto están atrasadas de casi cuatro años. Este dato releva mucho sobre la debilidad institucional en Haití. Muchos esfuerzos infructuosos se han hecho para la realización de las elecciones en 2014.
La ausencia de la cámara de diputados y la falta de dos terceras partes de la membrecía del senado le han abierto mucho más las puertas del desorden institucional a Martelly.
De las votaciones del domingo, la cámara baja saldrá compuesta de sus 118 miembros y los 20 senadores faltantes serán elegidos. Dos meses más tarde, sea el 25 de octubre tendrán lugar las contiendas presidenciales y locales junto con la segunda vuelta de las parlamentarias.
Hecha esta contextualización, pongámonos a analizar el proceso electoral de cara al aporte que hará a la institucionalidad en Haití. Veamos los candidatos, el electorado, el organismo de gestión electoral y la comunidad internacional.
Respecto a los candidatos, Martelly tomó una decisión que generó un desorden generalizado en los partidos políticos en Haití, al reducir el número de miembros para la formación de los partidos políticos a 20 (según la ley electoral del 23 de abril de 2013) en vez de 500 que era, conforme a la legislación de 1987.
Esta disposición provocó la atomización del sistema de partidos políticos haitianos que de por sí era muy fragmentado. La consecuencia nefasta de esta descabellada decisión fue la presentación de 2039 ciudadanos como candidatos a las elecciones legislativas, 1777 para la cámara baja y 262 para el senado.
Gracias a algunas restricciones constitucionales (impedimento de doble nacionalidad para postularse) y administrativas (certificado de descargo), se redujo este número a 1800. Para las elecciones del domingo próximo, hay en promedio 12 candidatos para cada curul de diputado y 10 postulantes para cada escaño senatorial. El número de aspirantes a la silla presidencial supera los 50. En cuanto al perfil de los candidatos, hay muchos artistas y jóvenes. Los primeros esperan atraer la simpatía del pueblo al igual de Martelly, mientras que los segundos se presentan aprovechándose del vacío de liderazgo dejado por los políticos tradicionales
El excesivo número de candidatos en las elecciones es no solo facilitada por la nueva ley electoral sino también motivada por los quinientos mil gourdes que el organismo de gestión electoral haitiana, llamada, por su sigla en francés, CEP, reparte a los partidos en campaña. Esta situación viene a asestarle un golpe muy fuerte al sistema político haitiano que tiene más de 25 años con una transición democrática inconclusa e incapaz de entrar en una democracia electoral efectiva.
Si el número de candidatos ha crecido de manera anormal, la participación electoral, no obstante, ha ido reduciéndose. De las primeras elecciones presidenciales de 1990 a la contienda de 2010, la participación electoral bajó en más de la mitad, pasando de 50% a 22%.
La misma tendencia se observa en el porcentaje del electorado que elige un presidente. Aristide llegó al poder con una tercera parte del electorado en el 1990, mientras que Martelly asumió la presidencia con alrededor del 15% de las personas con edad de votar que son 6 millones, de los cuales más de 5.8 millones tienen cédula electoral.
Esta débil participación en las contiendas resulta, como revela la encuesta de BRIDES del pasado mes de julio, de la falta de interés y de la desconfianza en la política. La indeseada consecuencia de ello es la crisis de legitimidad política, ya que el elegido no cuenta con un apoyo popular mínimo. Por eso, las manifestaciones y piquetes callejeros suelen ser tan comunes.
Respecto al financiamiento de las elecciones, el mismo se estima a 66 millones de dólares segun el gobierno haitiano. Los fondos vienen de la comunidad internacional en su parte parte y el resto es aportado por el gobierno haitiano. El presupuesto está siendo manejado por el PNUD. Hasta ahora solo 36 millones de dólares disponibles. El faltante es prometido por la comunidad internacional y será desembolsado bajo la condición de que las contiendas legislativas sean exitosas.
En cuanto al Consejo Electoral Permanente (CEP), ha de tener profesionalismo, independencia y capacidad técnica para poner las reglas de juego y aplicarlas. Sin embargo, en el caso haitiano, de manera tradicional, el CEP no pone las reglas; tampoco las aplica. Un ejemplo palmario de ello es que las crisis postelectorales son siempre dirimidas por y bajo presión de la comunidad internacional, mientras que la resolución de las disputas en torno a los resultados de las elecciones es de la incumbencia del aparato electoral.
Por otra parte, este organismo gestor es muy poco creíble, ya que es conocido por su historia de elecciones fraudulentas, y sufre de un problema de legitimidad. El CEP (Consejo Electoral Permanente), elegido por 10 años por mandato constitucional, nunca ha sido permanente sino provisional. Sin contar los vaivenes de colegio transitorio de consejo electoral permanente desde el 2012, de 1987 al 2015, ha habido 15 CEP, mientras que debía de haber tan solo tres.
Por otra parte, el organismo electoral haitiano, como se puede imaginar, tiene una capacidad técnica muy limitada. Suele haber mucha desorganización en las elecciones como enviar a un elector a una ciudad o provincia que no es la que le toca, cantidad considerable de votos nulos, violencia, etc.
Para las elecciones del domingo, el CEP ha tomado una decisión que puede perjudicar el proceso electoral. En efecto, la ley electoral estipula que todos los partidos políticos que están en la contienda tendrán su representante en los centros de tabulación, mientras que el CEP limita el número de dichas personas a cinco frente a los más de cien partidos que compiten. De ahí resulta la violación de la ley y un problema de legitimidad del organismo electoral, lo cual los partidos perdedores podrán utilizar como argumento para rechazar los resultados.
Además, la situación de violencia observada durante la campaña en varias provincias, el reclamo del candidato del partido del ex-presidente René Préval en las elecciones presidenciales, el cual fue expulsado por falta de un certificado de descargado (el cual es un documento entregado por la cámara de cuentas a un alto funcionario que da fe de que no hubo irregularidades, mucho menos malversación, en la gestión del interesado), la voluntad de Martelly de imponer los candidatos de su partido, PHTK (como suele ser el caso del presidente de turno), son entre los factores que pueden fragilizar el proceso electoral.
Sin embargo, hay que reconocer que en este año, hay algunas señales de mejora como evitar que la gente vaya a un centro de votación diferente a la suya, y la expulsión de postulantes que no cumplieron con los requisitos para hacerse elegir.
No se puede analizar las elecciones en Haití sin tomar en cuenta la comunidad internacional. La misma financia, observa e influye en los resultados. Sin embargo, si la comunidad internacional juega un papel relevante en la calidad de las elecciones sobre todo por su experticia técnica y los fondos que aporta, ella no puede decidir de la parte más importante de las contiendas, o sea su legitimidad. En efecto, ésta emana de la participación del pueblo y de que éste acepte los resultados. Sin embargo, la realidad ha mostrado lo contrario, ya que en muchas ocasiones bajo influencia de la comunidad internacional, ha habido más selección que elección.
En resumidas cuentas, las elecciones del domingo se celebraran con una multitud de candidatos, entre ellos artistas y jóvenes, poca participación del electorado, preocupantes debilidades técnicas de un CEP con poca credibilidad, y la gran influencia de la comunidad internacional. Este panorama augura una crisis potencial postelectoral, la cual fragilizaría aún más la poca estabilidad sociopolítica de Haití y comprometería seriamente la realización de las elecciones presidenciales del 25 de octubre. Lo positivo en todo ello es que finalmente tendrán lugar estas elecciones cuyo retraso ha hecho tanto mal al país.
!Ojalá que bajo influencia de alguna variable incontrolable en el marco de nuestro análisis las elecciones no conlleven a ninguna crisis sino que constituyen un paso más en la demasiado lenta transición democrática haitiana!
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