Washington, 29 ene (EFE/Marc Arcas).- Si un espectador poco informado presenciase por primera vez un debate entre los aspirantes a la nominación del Partido Republicano y otro entre los precandidatos del Demócrata, raramente pensaría que ambos grupos persiguen el mismo fin: salir elegido presidente de Estados Unidos.

Aunque la tarea que deberá desempeñar y los retos a los que se enfrentará el futuro comandante en jefe de EE.UU. serán los mismos sea del partido que sea, las agendas republicana y demócrata difieren tanto entre sí que resulta incluso difícil encontrar temas que se solapen en ambos procesos de primarias.

En el bando republicano, están claros cuáles son los asuntos que más importan: combatir al terrorismo en casa, al Estado Islámico en Irak y Siria, llevar a cabo una reforma del sistema fiscal, desmantelar la reforma sanitaria impulsada por el presidente Barack Obama, lidiar con la inmigración y poner fin a la "inoperancia" gubernamental.

Para los demócratas, las prioridades también están claras: reducir las desigualdades económicas, regular la manera de operar de Wall Street, luchar contra el cambio climático, rebajar los costes de la educación superior, profundizar en los derechos de las minorías y aumentar el control sobre las armas de fuego.

En un país en el que la política está cada vez más polarizada, las primarias están reflejando tal grado de desconexión entre los espacios ideológicos de los dos principales partidos que lo único que se repite en uno y otro caso son los ataques personales

Estas son las cuestiones que con más insistencia han aparecido en los debates republicanos y demócratas, respectivamente, a las que más se han referido los candidatos en sus mítines y por las que más preguntan los encuestadores a los simpatizantes de cada formación.

"Tenemos que lograr que la economía funcione y que los ingresos aumenten para todos, incluyendo a aquellos que se han quedado atrás", apuntó en su intervención inicial en el último debate demócrata la exsecretaria de Estado y favorita a la nominación, Hillary Clinton.

"Lo que el pueblo estadounidense sabe es que tenemos una economía que está amañada, que los ciudadanos corrientes están trabajando más por salarios más bajos, que hay 47 millones de personas en la pobreza y que casi la totalidad de los nuevos ingresos y riqueza van al 1 %", lamentó su principal rival, el senador por Vermont Bernie Sanders.

Sanders, autoproclamado socialista en un país en el que esa palabra es rara avis y donde todavía despierta grandes recelos, ha sido en gran medida el responsable de que la desigualdad y el empobrecimiento de la clase media se hayan convertido en un tema capital de las primarias demócratas.

En el bando republicano, en cambio, esta es una cuestión que no ha llegado a plantearse en ninguno de los debates, y cuyas únicas referencias son frases como la que en alguna ocasión ha repetido el gobernador de Ohio, John Kasich, al recordar uno de los consejos de su padre: "Johnny, nosotros no odiamos a los ricos, nosotros queremos ser ricos".

Y es que los conservadores, como los progresistas, también tienen su libreta de temas fetiche, que aparecen casi sin excepción en todos los debates: inmigración, Estado Islámico y reforma fiscal.

El neurocirujano retirado Ben Carson es partidario de crear un tipo impositivo único entre el 10 y 15 %, el senador Ted Cruz también propone un tipo impositivo único del 10 % para hogares y 16 % para las empresas, y la exdirectiva de Hewlett-Packard Carly Fiorina quiere reducir la complejidad del código fiscal de las miles de páginas actuales a tres folios.

El magnate inmobiliario Donald Trump propone rebajar la presión fiscal a todos los ciudadanos, eliminar el impuesto de sucesiones y reducir los tipos impositivos de los siete actuales a cuatro; del mismo modo que el exgobernador de Florida Jeb Bush propone rebajas fiscales a los más ricos porque ahora pagan "una cantidad desproporcionada".

Alguien que haya dado seguimiento al proceso de primarias será capaz de recitar casi de memoria todo lo anterior, puesto que ha sido pregunta obligada en los debates y tema recurrente en los discursos, pero probablemente tendrá más problemas para saber qué proponen exactamente sobre esta cuestión los demócratas.

En un país en el que la política está cada vez más polarizada, las primarias están reflejando tal grado de desconexión entre los espacios ideológicos de los dos principales partidos que lo único que se repite en uno y otro caso son los ataques personales. EFE