SANTO DOMINGO, República Dominicana-Este domingo, 6 de marzo, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) celebrará su vigésimo novena (XXIX) convención para elegir a su candidato presidencial para las elecciones del próximo año, con el reto de quedar cohesionado y reencontrarse con su esencia liberal abandonada.
Compiten por la candidatura presidencial perredeísta dos candidatos de estilos muy distintos: el ex presidente Hipólito Mejía, de 70 años, agrónomo, hombre locuaz, efusivo y abierto, y el ex candidato presidencial Miguel Vargas Maldonado, de 61 años, ingeniero civil de profesión, hombre de ánimo sereno y de poco hablar, cuya notabilidad ha provenido más de su rol de empresario que de su ejercicio político. Su proyección pública tomó fuerza cuando se decidió a competir por la Presidencia de la República.
No hay diferencias ideológicas notables entre estos dos dirigentes, que son esencialmente conservadores, aunque ambos se dicen discípulos y seguidores de José Francisco Peña Gómez.
Para el PRD, el más antiguo de los partidos vigentes en la República Dominicana, lo que está en juego más allá de quién resulte electo candidato presidencial, es su futuro como organización que aspira a retornar al poder y a seguir ejerciendo el papel de partido fundamental en el actual sistema político.
Desde 2004 ha sufrido cuatro derrotas electorales consecutivas: 2004, 2006, 2008 y 2010, y se encamina a cumplir ocho años fuera del Poder Ejecutivo.
Aunque el PRD cuenta con una presencia importante pero no decisiva en la Cámara de Diputados (73 de 183) y en las alcaldías (57 de 155), está totalmente ausente del Senado, en donde el PLD obtuvo 31 de las 32 senadurías, y el PRSC 1. Esta situación contrasta con lo ocurrido en los comicios de 2002, cuando el PRD, que venía de ganar las elecciones presidenciales, arrasó en las de medio término con 29 de 32 senadurías, la mayoría de los diputados y las alcaldías (entonces ayuntamientos).
Después de la muerte de José Francisco Peña Gómez, el 10 de mayo de 1998, el PRD, aunque ha mantenido sus estructuras vigentes y ha llevado a cabo un proceso de reestructuración, no ha podido mantenerse como el gran partido de las masas y de las ideas liberales democráticas de la República Dominicana.
En un intento por replicar el giro a la derecha del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), también fundado por Bosch, que luego del pacto con el Partido Reformista Social Cristiano y su líder, Joaquín Balaguer, logró atraerse el segmento conservador y derechista de la sociedad dominicana, el PRD de Hipólito Mejía y Miguel Vargas ha coqueteado con ese mismo sector, pero con resultados fallidos.
En consecuencia, el PRD no ha sumado un porcentaje significativo de votos conservadores, y a cambio ha perdido apoyo en los sectores en los cuales tradicionalmente se sustentó su fortaleza: los liberales de la clase media y las masas integradas por los menos pudientes.
No han faltado dirigentes importantes que han advertido sobre este error (Milagros Ortiz Bosch, Hugo Tolentino Dipp, entre otros).
Este es el gran reto de los dos aspirantes a la presidencia en la convención de este domingo, Mejía Domínguez y Vargas Maldonado, no por simple ideologismo o nostalgia de los tiempos en que el liderazgo de Peña Gómez era determinante para su partido y gran parte de la sociedad, sino porque seguir intentando competir en un terreno donde el PLD ha sentado raíces profundas, no sería lo más inteligente políticamente hablando, el espacio social conservador está agotado para el PRD.
La gran interrogante es si Hipólito Mejía o Miguel Vargas, que en su trayectoria política se han mostrado muy conservadores, tendrán algún interés por reencauzar al PRD hacia las ideas liberales, hacia la socialdemocracia, hacia la centroizquierda, y así reconquistar al sector liberal dominicano, en donde siempre estuvo una gran porción de sus votos duros.