Washington, 4 abr (EFE/Miriam Burgués).- El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, acude a la VII Cumbre de las Américas para consolidar, más con gestos que con anuncios concretos, el histórico acercamiento hacia Cuba, elogiado por todo el continente pero cuestionado en su país por políticos tanto republicanos como de su partido.
No obstante, las tensiones con Caracas, exacerbadas por la "emergencia nacional" declarada por Obama por la "amenaza" que, a su juicio, supone la situación en Venezuela para la seguridad de su país, pueden hacer que la cumbre no sea un camino de rosas para el presidente estadounidense.
En cualquier caso, "en términos simbólicos" la cumbre que acogerá Panamá la semana próxima "es muy importante", dado que marcará "el fin definitivo de la guerra fría entre Estados Unidos y el resto del hemisferio", explicó a Efe Cynthia Arnson, directora del programa de Latinoamérica en el Centro Woodrow Wilson.
Arnson cree que, más allá de saludarse como lo hicieron en Sudáfrica durante el funeral del expresidente Nelson Mandela, Obama y el mandatario cubano, Raúl Castro, hablarán durante la cumbre, aunque sea "muy informalmente".
"Sin duda, habrá un apretón de manos entre Obama y Castro en la cumbre", vaticinó a Efe Harold Trinkunas, director de la Iniciativa para América Latina del Instituto Brookings, al anotar que ese gesto sería interpretado por los observadores externos como una prueba del "éxito" del encuentro continental.
En la misma línea, Roberto Izurieta, profesor de la Universidad George Washington, dijo a Efe que espera un "saludo cordial" entre Obama y Castro, y esa "será la foto de la cumbre".
Si los analistas coinciden en que es muy probable ese primer cara a cara entre Obama y Castro tras la conversación telefónica que mantuvieron en diciembre previa al anuncio histórico del acercamiento bilateral, también se muestran bastante cautos en cuanto a las medidas concretas que pueden salir de la cumbre.
Obviamente Cuba está interesada en proceder hacia la normalización, pero "más lentamente de lo que a Estados Unidos le gustaría", aseguró Trinkunas.
A su juicio, la salida de Cuba de la lista de países a los que Estados Unidos considera patrocinadores del terrorismo "sería un paso importante" hacia la apertura de embajadas en Washington y La Habana.
El proceso de retirada de Cuba de esa lista requiere de una notificación formal de Obama al Congreso estadounidense, que tiene desde entonces 45 días para estudiarla, por lo que "parece poco probable" un anuncio de apertura de embajadas antes o durante la cumbre a menos que haya algún "avance inesperado" en las actuales negociaciones, según Trinkunas.
Arnson también considera "improbable" un inminente anuncio sobre la apertura de embajadas, debido a que quedan varios temas "espinosos" por resolver como las cifras de personal en cada legación, la movilidad de los diplomáticos estadounidenses en la isla o el acceso bancario de la representación cubana en Estados Unidos.
Desde el anuncio de la normalización, Estados Unidos ha tomado medidas para simplificar el proceso para los estadounidenses autorizados a viajar a Cuba, ha levantado las limitaciones a la exportación a la isla de equipos de telecomunicaciones y va a permitir la importación de algunos bienes y servicios fabricados por el sector privado cubano.
Más recientemente, Estados Unidos sacó a 45 compañías, individuos y embarcaciones de Cuba de una lista de sanciones por apoyar al terrorismo o al narcotráfico, y esta semana funcionarios de ambos países mantuvieron una reunión preliminar sobre la metodología y la estructura de su futuro diálogo sobre derechos humanos, uno de los puntos más conflictivos del acercamiento.
Son precisamente las violaciones de derechos humanos en Cuba, ejemplificadas en arrestos arbitrarios de opositores y ataques a la libertad de expresión, la base en la que se apoyan la mayoría de los congresistas estadounidenses que se oponen a levantar el embargo económico impuesto a la isla, como ha pedido Obama.
Entre ellos no solo hay republicanos, sino también influyentes demócratas como el senador Robert Menéndez, que hace piña con otros legisladores de origen cubano, al igual que él, como Marco Rubio o Ileana Ros-Lehtinen.
De la cumbre de Panamá se esperan nuevos llamados al fin del embargo de Estados Unidos a Cuba, así como la reiteración del rechazo al decreto de Obama contra Venezuela expresado por varios organismos regionales, entre ellos la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
Obama, por su parte, asistirá a las plenarias de la cumbre, tendrá un par de encuentros bilaterales con mandatarios como el de México, Enrique Peña Nieto, o la de Brasil, Dilma Rousseff, y evitará el contacto directo o "la foto" con el presidente venezolano, Nicolás Maduro, según Izurieta. EFE