Caracas, 19 abr (EFE).- El elegido por el fallecido gobernante Hugo Chávez como su sucesor, Nicolás Maduro, se convirtió hoy en el, en sus palabras, primer gobernante "chavista" del país, en una ceremonia en la Asamblea Nacional a la que no asistió la oposición.

Tras ganar uno de los procesos electorales más apretados en la historia del país, una votación que será auditada en un 100 %, Maduro comienza a dirigir el Gobierno en la Venezuela sin Chávez, un escenario incierto al que llega con el capital político mermado por el resultado electoral y tras días de gran crispación.

Considerado uno de los más incondicionales colaboradores de Chávez durante los últimos 20 años, y con fama de ser un negociador, defendió como "legal" y "constitucional" su elección como presidente tras ganar con una diferencia -aún no definitiva- de 272.000 votos, menos de dos porcentuales.

Algunos lo tildan de radical y todos coinciden en su indiscutible lealtad al proyecto de Chávez, del que no se separó en los últimos 20 meses mientras el presidente luchaba contra un cáncer que acabó el 5 de marzo con el deceso del hombre que gobernó Venezuela desde 1999.

A él lo ungió Chávez como su sucesor político y a él le correspondió dar la noticia de la muerte del líder de la revolución bolivariana.

Encabezó una campaña completamente enfocada en su figura, repitiendo que es "hijo" del gobernante y prometiendo continuar su legado siguiendo punto por punto su programa político.

Quienes le conocen aseguran que es un hombre de equipo, que sabe apoyarse en los grupos con que trabaja y tiene grandes dotes de negociación aprendidas durante su pasado sindicalista, del que también sacó una profunda y estructurada formación ideológica maoísta.

Después de convertirse en 2006 en el ministro de Exteriores más joven de la era Chávez, Maduro fue nombrado vicepresidente en octubre pasado, centrando todas las miradas y erigiéndose de facto, y sin demasiadas sorpresas, en el hombre fuerte del chavismo.

Antiguo líder sindical, de 50 años, antes de ser la cara de Venezuela en el exterior fue durante muchos años chófer de autobús, se ha codeado en la alta política internacional sin complejos y sin ocultar con naturalidad que no habla más que español.

Maduro hizo alarde durante la campaña de ese pasado de conductor y fue habitual verle llegar a los actos electorales conduciendo un autobús en el que iba con todo su equipo.

Nacido en Caracas en 1962 y criado en la popular barriada de El Valle, Nicolás Maduro es un convencido izquierdista que se inició en grado medio como líder estudiantil.

Conoció a Chávez mientras este cumplía condena en prisión por su fallido golpe de Estado de 1992, en un momento en que varios grupos se acercaban al teniente coronel.

En ese contexto también conoció a su pareja, la abogada y antigua líder parlamentaria del chavismo, Cilia Flores (nueve años mayor que él), una de las letradas que asesoraban a Chávez.

De sonrisa amplia bajo su bigote, contribuyó a la fundación del partido que llevó al mandatario al poder, el Movimiento V República (MVR), siendo elegido diputado en 2000 tras haber participado en la redacción de la nueva Constitución Bolivariana de 1999.

"Es una persona en el trato personal muy cordial, con buen sentido del humor, pero cuando tiene que apretar aprieta y con el adversario es duro, por supuesto", asegura el periodista y exviceministro de Asuntos Exteriores Vladimir Villegas, quien además estudió en la misma escuela que Maduro.

Sus detractores le acusan de haber destrozado la Cancillería sacando a diplomáticos de carrera y colocando a gente que le había acompañado durante su vida laboral y que terminó entrando en el Ministerio de Exteriores junto a él.

Hay quien también recuerda la visita que él y Flores hicieron al líder espiritual indio Sai Baba en 2005, algo que para algunos evidencia sus extraños hábitos religiosos, mientras que otros consideran que demuestra el carácter curioso de Maduro.

Durante la campaña sorprendió a todos asegurando que Chávez se le había presentado en forma de pajarito. El comentario generó bromas y burlas en la oposición y en las redes sociales, pero Maduro no se ha inmutado e incluso ha insistido en esa historia.

"Yo conté algo muy sencillo que me pasó ayer, sí, me sucedió, me sucedió. Y yo me siento feliz de que me haya sucedido, es mi espiritualidad y me dio la gana de compartirla con el pueblo", sostuvo durante un acto electoral. EFE

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