KIEV, Ucrania-En unas elecciones parlamentarias con ramificaciones históricas, los ucranianos reafirmaron abrumadoramente el domingo su apoyo a los ideales de la revuelta de febrero en el Maidan y el desplazamiento del país hacia Occidente, al tiempo que rechazaron a los partidos nacionalistas de extrema derecha.

Así lo resalta la crónica de David M. Herszenhorn, publicada en The New York Times, que subraya que con este resultado -la victoria de los partidos políticos pro-europeos encabezados por el presidente Petro O. Poroshenko y el primer ministro Arseniy P. Yatsenyuk al ganar el mayor número de escaños en el Parlamento- se solidifica la autoridad de un gobierno que, a pesar de respaldo firme de Occidente, no ha podido reprimir un violento movimiento separatista pro ruso a lo largo de la frontera oriental de Ucrania.

El reto que constituyen las preocupaciones en la región del este de Ucrania se agudiza por el hecho de que fue imposible realizar la votación en muchas áreas de la región, donde los rebeldes pro rusos cumplieron en gran medida su promesa de bloquear las elecciones. La votación tampoco se realizó en Crimea, región que se anexó Rusia en marzo de este año. Como resultado, 27 de los 450 escaños en el Parlamento -12 en Crimea y 15 en el este de Ucrania- permanecerán sin cubrir, por lo menos inicialmente.

Sin embargo, el partido de Poroshenko estaba en camino de ganar un mayor número de las carreras en los distritos individuales que cubren la mitad de los 450 escaños del Parlamento, asegurando así, virtualmente, que sería la fuerza dominante en cualquier coalición mayoritaria.

En Moscú, el ministro de Asuntos Exteriores, Sergey V. Lavrov, dijo a periodistas que Rusia estaba dispuesta a aceptar los resultados de las elecciones, a pesar de que repitió frecuentes críticas del Kremlin de que el gobierno de Kiev fue el responsable de fracturar Ucrania

Como un indicador de hasta qué punto los ucranianos querían romper con su pasado soviético, no fue elegido ni un solo candidato del Partido Comunista. En un mensaje en Twitter, Poroshenko señaló que sería la primera vez en 96 años que los comunistas no están representados en la legislatura ucraniana.

Poroshenko asemejó el Parlamento actual, llamado Verjovna Rada, con entidades soviéticas que existieron después de 1917.

Sin embargo, más importante para la situación actual de Ucrania fue la pobre actuación de los partidos de extrema derecha que Rusia había acusado de hacerse con el control de la política ucraniana, y que según dijo el Kremlin, fueron una razón para su invasión y anexión de Crimea.

El sector de la derecha, presentado como la punta de lanza de un golpe de Estado neofascista por los medios de comunicación controlados por el gobierno de Rusia desde el derrocamiento del expresidente Víctor F. Yanukóvich F., recibió únicamente el 1.6% de los votos, muy por debajo del umbral mínimo del 5% para estar en el Parlamento.

Sin embargo, un líder del sector de la derecha, Dimytro Yarsosh, aparentemente tenía ganado un asiento al postularse como un candidato independiente en su región natal de Dniepropetrovsk.

Al parecer, el resultado fortalecerá las posiciones de los actuales líderes de Ucrania y es muy probable que les dé el amplio apoyo en el Parlamento que necesitan para seguir adelante con los cambios urgentes y potencialmente dolorosos, mientras el país batalla con una economía al borde del colapso.

No obstante, la gran mayoría pro-europeísta también crea un reto. A medida que los líderes pro-occidentales tratan de poner fin a la insurrección en el Este, van a tener que convencer a la gente de allí que ellos también estarán representados equitativamente en Kiev.

“Nos esperan tiempos difíciles”, reconoció Yatsenyuk en un comunicado después de cerrados los colegios electorales el domingo, “pero juntos vamos a superar todas las dificultades”.

En Moscú, el ministro de Asuntos Exteriores, Sergey V. Lavrov, dijo a periodistas que Rusia estaba dispuesta a aceptar los resultados de las elecciones, a pesar de que repitió frecuentes críticas del Kremlin de que el gobierno de Kiev fue el responsable de fracturar Ucrania.

En Washington, la reacción fue mucho más positiva. El presidente Obama emitió una declaración felicitando al gobierno de Ucrania y a su gente, al tiempo que acusa a los separatistas apoyados por Rusia de hacer imposible la votación en la asediada región Este. Hizo un llamamiento a Rusia para que utilice su influencia con los separatistas.

La votación del domingo constituyó un éxito impresionante, personalmente para Yatsenyuk, un tecnócrata experto respetado por sus colegas políticos en Occidente, pero que careció de “chispa” en la campaña electoral. Su partido superó ampliamente las predicciones de las encuestas de opinión pública previas a la votación del domingo, y la demostración de fuerza parecía asegurar que podría mantener el puesto de primer ministro. Incluso el día de elección, reconoció que eso era incierto, y que su futuro político dependía de los resultados de la votación.

Un partido que se considera, en general si no del todo, como pro-ruso, superó el umbral del 5% necesario para formar una facción en el Parlamento. El partido, el Bloque de Oposición, incluye a muchos de los antiguos aliados de Yanukóvich y podría resultar decisivo para cualquier solución política a la crisis en el este de Ucrania.

El lunes por la noche, el Bloque de Oposición había ganado un 9.8%. Yarosh, el líder del derechista partido Sector de Derecha, dijo que su grupo no aceptaría los resultados de las elecciones debido a la participación del Bloque de Oposición y los antiguos aliados de Yanukóvich.

El gobierno dijo que no hubo mayores problemas durante la votación del domingo. Los observadores internacionales le otorgaron a las elecciones altas calificaciones técnicas en sus conclusiones preliminares, diciendo que el gobierno había hecho un buen trabajo, por lo menos en las zonas en las que controlaba los centros de votación.

Otros dos partidos que estaban seguros de tener delegaciones considerables en el Parlamento son: un nuevo partido llamado Self-Help (Autoayuda), liderado por el alcalde Andrey Sadovyi, de Lvov, la ciudad más grande en el oeste de Ucrania, y el populista Partido Radical, liderado por Oleg Liashko, un legislador extravagante conocido por sus trucos para llamar la atención, incluyendo misiones con el fin de “capturar” a los separatistas.