Brasilia, 12 may (EFE).- La decisión del Senado de someter a un juicio político a la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, es apenas el primer paso de un engorroso trámite que puede durar meses hasta que se defina si será finalmente destituida o recuperará el cargo.
El próximo capítulo de esta larga novela política será hoy mismo, cuando el Senado deberá notificar oficialmente de su decisión en forma oficial, y por separado, a Rousseff y al vicepresidente Michel Temer.
Una vez notificados, Rousseff será separada del cargo durante los 180 días que puede durar el proceso y Temer asumirá la presidencia en forma interina, aunque con plenos poderes, durante ese período.
Por ese carácter interino, no habrá ninguna ceremonia de traspaso de mando ni una investidura propiamente dicha, aunque está previsto que Temer se dirija al país para anunciar sus planes de Gobierno y los miembros de su nuevo gabinete.
La gestión de Temer puede acabar junto con el proceso en el caso de que Rousseff sea absuelta, pero si es finalmente destituida el actual vicepresidente completará el mandato que vence el 1 de enero de 2019.
A partir de la semana próxima, la comisión especial integrada por 21 senadores que analizó los méritos jurídicos de las acusaciones, se reunirá para definir un calendario de trabajo para el propio juicio político, que puede durar meses y en el que serán escuchados los testimonios de la parte acusadora y de la defensa.
La ruptura entre el vicepresidente Michel Temer y Dilma Rousseff era ya casi definitiva. Apoyándose en uno de los políticos brasileños más polémicos y cuestionados, Eduardo Cunha, presidente de la Cámara de Diputados -imputado por desvíos y lavado de dinero-, Temer terminó de perfilar su asalto al poder
También podrán ser citados testigos que puedan contribuir para la producción de pruebas, tanto a favor como en contra de Rousseff, y será elaborado un informe final con las conclusiones del caso.
Ese informe será votado en la comisión y, en caso de ser aprobado por una mayoría simple, será encaminado al pleno del Senado, que en una única sesión decidirá si Rousseff será finalmente destituida.
Esa última sesión del proceso será dirigida por el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lewandowski, cuyo mandato vence el próximo septiembre y será sustituido por la magistrada Carmen Lucia Antunes.
Si para ese momento el proceso no hubiera concluido, esa última sesión sería presidida por Antunes, quien de esa manera dirigiría el trámite que pudiera poner fin al mandato de la primera mujer elegida para gobernar el país. EFE
Temer, de la conspiración entre bastidores a la Presidencia de Brasil
Río de Janeiro, 12 may (EFE/Mar Marín).- Frío, calculador y con una gran experiencia política, Michel Temer ha sabido aprovechar el poder que tejió entre bastidores durante décadas para saltar a la Presidencia de Brasil en el lugar de quien fuera su aliada y le abriera las puertas del Gobierno, Dilma Rousseff.
Michel Miguel Elias Temer Llulia, abogado constitucionalista, católico y descendiente de una familia de origen libanés, apenas arrastra el 3 % de intención de voto, según las encuestas, pero ha jugado hábilmente sus cartas para ocupar, de momento de forma interina, el sillón de Rousseff.
A sus 75 años, el líder del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el más importante del país, asume el desafío de calmar el huracán político que ha desembocado en el impeachment contra Rousseff, mantener las alianzas que le han facilitado el ascenso al poder y, sobre todo, reconducir la economía y recuperar la confianza de la sociedad brasileña en su desprestigiada clase política.
Temer asume interinamente tras acompañar a Rousseff como vicepresidente desde 2011, liderar durante quince años el PMDB y ocupar tres veces la presidencia de la Cámara de Diputados, una dilatada experiencia política que le permitió cultivar un importante caudal de influencia en la sombra.
Entre sus atribuciones como vicepresidente, rezaba hasta hoy la página oficial del PMDB, figuraba "la defensa de los intereses nacionales en foros, encuentros y negociaciones internacionales".
Hábil negociador en la sombra, Temer había mantenido hasta ahora un perfil público bajo y había cultivado una imagen de hombre serio y austero, de traje y con impecable peinado, que mide bien cada una de sus palabras y que prefiere las frases rebuscadas al lenguaje coloquial.
Pero Temer sintió que Rousseff le ignoró y no le permitió ni siquiera cumplir con las tareas básicas ligadas a la vicepresidencia; renunció a articular los vínculos entre el Gobierno y el Congreso y blanqueó su distanciamiento con la mandataria en una polémica carta que fue el preludio de la tormenta que se desató después y que ha terminado, temporalmente por ahora, con la Presidencia de Rousseff.
"Siempre tuve ciencia absoluta de la desconfianza de la señora en relación a mí y al PMDB", denunciaba el pasado diciembre en una carta en la que acusaba a Rousseff de tratarle como un "vice decorativo", "un accesorio" que "solo fue llamado para resolver las votaciones del PMDB y las crisis políticas".
La ruptura entre ambos era ya casi definitiva. Apoyándose en uno de los políticos brasileños más polémicos y cuestionados, Eduardo Cunha, presidente de la Cámara de Diputados -imputado por desvíos y lavado de dinero-, Temer terminó de perfilar su asalto al poder.
Mientras desde el Partido de los Trabajadores (PT) le calificaban de "traidor", Temer se adelantaba al veredicto del Congreso sobre Rousseff y en una grabación -supuestamente filtrada por error- se proclamaba el líder de un gobierno de unidad y salvación nacional cuando el juicio político apenas comenzaba.
No era la primera vez que se adjudicaba ese papel. En agosto pasado ya acariciaba la idea: "La situación del país es grave. Se necesita alguien con capacidad para reunificar el país", dijo entonces.
Pero, para cumplir su sueño de "salvar" a Brasil, Temer tendrá que esquivar antes una amenaza de juicio político que podría truncar sus planes, presentada por motivos similares a los que han obligado a Rousseff a apartarse temporalmente del poder: firmar decretos que facilitaron el maquillaje de las cuentas públicas en los dos últimos años.
Además, su nombre aparece en investigaciones del Tribunal Electoral sobre la presunta financiación ilegal de la campaña de 2014, en la que Rousseff y él fueron reelegidos.
Fue también mencionado en un proceso sobre supuestos sobornos políticos en 2009, precisamente el año en que fue distinguido como el congresista más influyente del país.
Hábil negociador en la sombra, Temer había mantenido hasta ahora un perfil público bajo y había cultivado una imagen de hombre serio y austero, de traje y con impecable peinado, que mide bien cada una de sus palabras y que prefiere las frases rebuscadas al lenguaje coloquial.
Una imagen que le valió el apodo del "mayordomo de una película de terror" entre sus adversarios políticos y que contrasta con su pasión por la poesía, que destapó en 2013, con la publicación de "Anónima intimidad".
El libro es una recopilación de los versos que acostumbra a escribir en servilletas de papel durante sus viajes, inspirados en buena parte en su tercera esposa, Marcela, una exmiss, 43 años más joven que él y madre de su quinto hijo, Michelzinho, de 6 años.
Aunque no es Marcela su única fuente de inspiración: "Embarqué en tu nave. Sin rumbo. Ni tu. Tu porque no sabías para donde querías ir. Yo porque ya tomé muchos rumbos sin llegar a ningún lugar".
Palabras premonitorias que bien podría haber dedicado a Dilma Rousseff. Parece que ahora, finalmente, Michel Temer ha encontrado el lugar que buscaba. EFE