Presentación de la segunda edición del libro Reinado de Vincho Castillo, de Fausto Rosario Adames, el viernes 14 de junio de 2013, en la Biblioteca Pedro Mir, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD)

SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Para cualquier historiador es mucho más fácil describir un modelo que aislar y  analizar algunos de sus elementos concretos. Siempre he echado de menos  el que en la República Dominicana no se escriban los libros de coyuntura, no se produzcan las tesis que se aventuran con la historia en movimiento, ni se analicen las personalidades que juegan en el escenario de la historia sobre determinando los acontecimientos.

En países como México y Argentina, y también en España y en los Estados Unidos; éstos libros son  abundantes y propician descubrir el sentido originario  de la historia,  puesto que espían el flujo temporal y descifran  los hechos, y cuantifican las posiciones asumidas a lo largo de la historia tanto personal como de las instituciones, certifican con datos los cambios de posiciones,  y permiten observar una puja para definir quién fija las reglas  al propiciar las condiciones para el surgimiento del poder.  Hechos y personajes son sometidos al escalpelo del juicio, apostando a entender el presente, y a pautar cierto sentido de la historia futura.

El “Reinado de Vincho Castillo”, el libro de Fausto Rosario Adames cuya segunda edición ampliada ponemos a circular ésta noche, es, por lo tanto, uno de esos raros modelos de análisis sociopolítico dominicano que se encarama en el potro encabritado de la historia contemporánea, que aborda la inmediatez;  y dadas las circunstancias, y el personaje que pone en la picota pública a través de lo que saca a flote su autor, se puede afirmar que es también un libro valiente.

Últimamente hemos visto también el libro de Miguel Guerrero, “El rugido del León”, pero la sociedad dominicana actual es una sociedad secuestrada, temerosa;  una sociedad que lleva sobre sus espaldas 169 años de vida republicana, dentro de los cuales más de 135 son de expresión del poder autoritario; una sociedad que una y otra vez ha vivido la defraudación de sus amos, la frustración de sus aspiraciones, y la amargura que produce la eterna sucesión de un liderazgo que ha sucumbido ante la corrupción  y el despotismo, y cuyas propuestas deslumbrantes de redención  habían enardecido los espíritus. Una sociedad sin instituciones, con una justicia zurcida pensadamente como un manto de protección y de impunidad, y con personajes de toda laya que convierten la práctica política en un nauseabundo mercado persa.

A Vincho Castillo todos le tenemos miedo, su relación con los otros es siempre intimidatoria, y  la manera como se despliega su accionar político obliga a sojuzgar el juicio del otro

Sin dudas que el modelo de sociedad en que vivimos es esa que Jeremías Bentham llamó “sociedad disciplinaria”,  en la que se despliega un espacio disciplinario de los seres naturales, y hay un movimiento regulado de la riqueza, y se trata de organizar lo múltiple, de procurarse un instrumento de coerción para dominarlo. Y todos estamos subordinados a ese poder ya que somos uno de sus engranajes. Y todos sentimos que, por debajo del juego de las libertades se esconde el suelo férreo de la dominación.

Y es por eso que yo no tengo ninguna duda de que, si hay algo que deja claramente establecido la lectura de éste libro, es el papel  del “discurso-poder” de Vincho Castillo en la estructuración del miedo en la sociedad dominicana, y la forma perversa de empinarse sobre un positivismo jurídico intimidatorio cuyo objetivo, en última instancia, es producir el inmovilismo social.

A Vincho Castillo todos le tenemos miedo, su relación con los otros es siempre intimidatoria, y  la manera como se despliega su accionar político obliga a sojuzgar el juicio del otro.  Vincho es siempre el que maldice, el que persigue, el que reprocha o elogia,  el que disocia, el que rompe, el que da las alertas y avizora el desastre de la nación si no se hace lo que él quiere,  el que dice lo que hay que hacer, el que prescribe un futuro que es siempre sombrío si no es el que él dicta; él es el pensamiento a ras de su propia heroicidad, el persecutor, el fabulador, el calumniador; esa maquinaria inagotable de menoscabar la integridad moral de quienes le adversan.  El miedo, por lo tanto, es el arma fundamental de su “discurso-poder”.

Quienes lean este libro podrán escarbar en esa tortuosa cartografía todas las posturas que han caracterizado el largo periplo político del doctor Vincho Castillo, particularmente las que se originan  en su rol de dirigente político y funcionario, después de la desaparición de la tiranía trujillista, en la cual desempeñó también notables papeles de intimidación social y desempeñó cargos relevantes al servicio del dictador Trujillo.  Además, el libro  incluye referencias datadas de  otros papeles desempeñados por el doctor Vincho Castillo durante los gobiernos del doctor Joaquín Balaguer, como el muy nefasto destinado a alterar la expresión de  la voluntad  popular en las elecciones del año 1978, que culminó con la histórica alteración de la composición del Senado, garantizándole al doctor Balaguer el dominio del poder judicial y la impunidad. Y muchas otras peripecias vinculadas  al largo prontuario de la vida de un hombre conectado históricamente con los poderes del conservadurismo y la dictadura en nuestro país.

Sin embargo, como su nombre lo indica, “El reinado de Vincho Castillo”  es un análisis de coyuntura sobre su papel como dirigente político, y como funcionario público de los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana,  y del ascenso meteórico de su figura en la estima del doctor Leonel Fernández. Pero sobre todo, es una disección de la instrumentalización de la lucha contra el flagelo de las drogas que Vincho Castillo ha hecho, y de las numerosas posiciones oportunistas con las cuales ha ido consolidando su ascendencia en los  distintos gobiernos  del PLD.

El acopio de datos es abrumador, cada señalamiento se sostiene en una referencia periodística, o en las propias declaraciones del personaje, o en las crónicas levantadas de los hechos en los cuales él ha sido protagonista. Toda la sinuosidad de sus juicios, el cinismo con el que expande las ideas que él denomina siempre salvadoras, las contradicciones en las cuales se ha enredado su práctica, su servilismo frente a los poderes autoritarios, la impronta desaforada del abogado que es, al mismo tiempo, funcionario público y abogado de desfalcadores del Estado; el ímpetu con el que intimida a quien tiene una opinión diferente a la suya; todo, absolutamente todo lo que se consigna en este libro se sustenta en un dato documental. Y éste sí que es un procedimiento antivinchista, porque  el catastrofismo y el profetismo, y los aspavientos acusatorios con los que él suele descartar a sus opositores, carecen siempre de pruebas.

Me regocija presentar éste libro  ya que, como decía al principio, carecemos de libros coyunturales que se enfrenten a cierto tipo de personajes cuyo radio de acción en la historia empujan al silencio y al miedo. En cada sociedad hay que enfrentar la lucha de acuerdo al régimen de fuerzas que caracterice el dominio del poder.  Si en algo ha sido exitoso el poder erigido en este país en los últimos ocho años, ha sido en implantar el inmovilismo social como una opción tranquilizadora de la conciencia de la pequeña burguesía.  Aquí cada quien está dedicado a cultivar su jardín, como la sabia máxima de Pangloss.  Y si un libro como éste abre un espacio contra el miedo para desplegar su verdad,  somos más libres; porque toda verdad es un arma de lucha en el campo de fuerzas que es la sociedad.

Muchas gracias,

Andrés L. Mateo

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