Brasilia, 5 oct (Eduardo Davis/EFE).- El segundo lugar logrado en los comicios celebrados hoy en Brasil por el socialdemócrata Aécio Neves, que se enfrentará en una segunda vuelta a la presidenta Dilma Rousseff, ha reforzado el papel de los partidos tradicionales, censurados por la ecologista Marina Silva, que finalmente quedó tercera.

Silva, que hasta este sábado figuraba en todas las encuestas como la favorita para llegar a una segunda vuelta frente a Rousseff, pasó toda su campaña prometiendo implantar una "nueva política" y acabar con la "vieja", que según ella encarnan los partidos tradicionales.

Durante semanas, las encuestas dieron a entender que su discurso calaba y su intención de voto subió en forma exponencial, aunque tan rápido como aumentó comenzó a decrecer en las últimas semanas.

Las urnas finalmente confirmaron esa última tendencia y Rousseff fue hoy la más votada, con un 40,96 %, seguida de Neves (34,30 %) y Silva, que se queda fuera de la segunda vuelta, con un 21,14 %, con el 92,88 % del censo escrutado.

Neves pertenece al Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que gobernó el país entre 1995 y 2002 con Fernando Henrique Cardoso, y es uno de los más tradicionales de la política nacional.

La irrupción de Silva en las encuestas llegó a poner en peligro la condición del PSDB de mayor fuerza opositora en un país que, desde 2003, cuando Cardoso le entregó el poder a Luiz Inácio Lula da Silva, está gobernado por el Partido de los Trabajadores (PT), al que también pertenece Rousseff.

El gradual movimiento del PT de Lula y Rousseff hacia el centro del espectro ideológico desplazó en los últimos años al PSDB, que fue perdiendo las banderas que enarboló en su momento con Cardoso.

Los programas sociales que el PSDB impuso en los tiempos en que gobernó fueron mantenidos pero ampliados por Lula, las bases de las políticas económicas de Cardoso también fueron adoptadas por el PT y a los socialdemócratas les quedó muy poco para presentarse como una alternativa realmente diferente.

Ahora, Neves tendrá otras tres semanas de campaña para intentar convencer a los brasileños de que el PSDB puede recomponer la golpeada economía del país y recuperar las banderas sociales que el PT le arrebató en los últimos años.

El PSDB perdió el poder en las elecciones de 2002, las primeras ganadas por Lula, cuando postuló a la Presidencia a José Serra, que como ministro de Salud de Cardoso había revolucionado la asistencia sanitaria en el país, sobre todo con pioneros programas contra el sida que la ONU consideró un "modelo" para el mundo.

Sin embargo, el carácter gruñón de Serra y la economía debilitada que dejaba Cardoso fueron aplastados por el carisma irresistible de Lula, que para entonces ya había adoptado un tono más conservador en su discurso, con el que conquistó hasta a los mercados financieros.

En 2006, con Lula herido por serios escándalos de corrupción en su primer mandato, el PSDB postuló a Geraldo Alckmin, un eficiente gerente con mucho calado electoral en Sao Paulo pero desconocido en el resto del país, que tampoco pudo frente al popular líder del PT.

El PSDB creyó que la oportunidad de volver al poder se presentaba finalmente en 2010, cuando Lula no podía aspirar a un tercer mandato por preceptos constitucionales y escogió como sucesora a Rousseff, una tecnócrata sin experiencia electoral y de un tosco carácter.

Pero a la falta de carisma de Rousseff, que tuvo a Lula como gran arquitecto y protagonista de su campaña, el PSDB opuso otra vez el áspero temperamento de Serra, que volvió a ser derrotado.

La resurrección se busca ahora con Aécio Neves, economista de 54 años, con experiencia como parlamentario y gobernador y nieto de Tancredo Neves, que en 1985 fue el primer presidente civil elegido en Brasil tras 21 años de dictadura, pero murió antes de ocupar el cargo en un episodio traumático para el país.

Tiene por delante la tarea de desplazar del poder a Rousseff y al PT, que actualmente es la fuerza política más estructurada, con el mayor poder de movilización del país y que además tiene en sus filas al carismático Lula.

Cualquiera sea el resultado, las urnas sí han confirmado que la mayoría de los brasileños ha optado por respaldar a los partidos tradicionales, frente al discurso de la "nueva política" manejado por la ecologista Marina Silva. EFE