Martes 16 de Septiembre. California.
Mientras la lluvia del trópico hacía de las suyas en las calles de la ciudad, convertidas en cementerios húmedos nocturnales, el resplandor de la Televisión me trasladaba a la hora del Oeste norteamericano, diferencia de casi tres horas.
De repente estaba en un salón de la Biblioteca Ronald Reagan, decorado con alfombras rojas y azules y las iniciales gigantes de CNN, la cadena norteamericana que transmitía desde el lugar del hecho, aquel debate esperado.
Para más señas: Fue en el Simi Valley, California.
Tenía el interés de mirar, escrutar, con mis propios ojos, el juego escénico del inmenso pollo de granja, con todo y pollina rubia, de Donald Trump.
Todo anunciaba un gran debate y el posible desenlace de la enigmática y arrogante presencia de Trump, retrato ideal del hombre que se hace solo, el típico self made man norteamericano, cuyo ideal de la riqueza avasallante, es su ideología y su credo.
Las confusiones complacientes de Donald Trump: entre el debate político y las componendas televisivas
Brillante en el esquema USA de los negocios, agresivo en el campo operacional del especial universo de los casinos (factoría de ludópatas en un país donde el juego y la puesta son una enfermedad, como en el nuestro), Donald Trump tiene una historia personal. Estudió en la escuela de negocios de Wharton, de la universidad de Pensilvania. Es hijo de inmigrantes. Su madre nació en las Islas Lewis, escocesa de origen, y sus abuelos eran de origen alemán.
Aquí en este punto comprobamos que cuando habla de México, el muro y los inmigrantes mexicanos, ignora una película que puede darle mucha información de lo que sería en Estados Unidos, especialmente en el Oeste, Un día sin mexicanos. (Un día sin mexicanos / en inglés: A Day Without a Mexican, de Sergio Arau, 2004).
Con su visión de capitalismo salvaje, Donald Trump ha buscado la televisión para validar esa visión y ha logrado que este medio le sirva de lanzamiento personal creando unos modelos de producción televisiva que justamente desbordan el carácter toda posible compasión humana, en aras de una competitividad despiadada y sin escrúpulos.
Porque viene del reality show (The Apprentice), Donald Trump, que piensa que todo se puede aprender pagando, había logrado hasta anoche aplicar el juego temerario de su propio esquema televisivo: el jefe y los otros subalternos. La tele-realidad tiene sus límites y el carácter confesional de los reality. Bien sabemos que por cada episodio debe haber una eliminatoria, si el reality es ortodoxo, claro: anoche fue la noche de Trump.
Sus confusiones complacientes entre el debate político y reality show, el suyo, parecen que comienzan a buscar la senda amarga de una constatación: que no importa que tengas 4 mil millones de dólares, que no importa que grites a los cuatro vientos que eres un hombre de negocio con éxito en América, la televisión es lo más frío y traicionero que hay: Donald Trump lo sufrió ayer y todos lo vimos.
Republicanos belicistas o Donald Trump en el vacío de las ideas
En el debate de ayer, 16 de septiembre, el segundo con quienes tenían el liderazgo de las encuestas, el lenguaje y el sello republicano del belicismo a ultranza no se hizo esperar. Por ignorancia de política exterior Donald Trump, el magnate, no podía responder con la soltura adecuada a preguntas como:
¿Qué haría usted con Vladimir Putin?… El resto volvía a los esquemas del " terror rojo" a un nuevo lenguaje propio de la vieja Guerra Fría, aquella que se iniciaría en el año 1947, en el tiempo de los hermanos Dulles. Trump insistía en que se podía entender con Putin, pero sus argumentos eran de chistes, no estaban fundamentados en análisis de alto contenido, de conocimiento de asuntos internacionales.
He aquí algunos de los miembros del segundo debate.
Carly Fiorina
Donald Trump
Ben Carson
Rick Santorum
Robert Jindal
George Pataki
Ted Cruz
Marco Rubio
Mike Huckabee
Rand Paul
Jeb Bush.
Rand Paul, Marco Rubio y Rick Santorum son el fruto bendito de Tea Party, un movimiento conservador a la derecha del partido republicano cuyos miembros han creado muchos obstáculos a la administración Obama en materia de consensos bipartidarios.
La noche que Trump se hundió en la ignorancia
Boca suelta, misógino con pasión, se inauguró insultando a Hilary Clinton, diciendo que una mujer que no satisfacía a su marido, no podía ser presidente.
A Carly Fiorina, aspirante republicana, le criticó su rostro. Esa misma señora, anoche, le asestó varias bofetadas duras aprovechando el tema de la ludopatía y el de la ignorancia en asuntos de política internacional.
La televisión revelaba que Donal Trump lucía intranquilo, rojo como el camarón en parrilla, se mostraba que la ignorancia nada tiene que ver con tener millones y millones, y que siendo el peor de todos los republicanos que aspiran, sin embargo, era su ignorancia en materia política lo que le alejaba del grupo compuesto por republicanos de partido e ideología conservadora a toda prueba.
Se comprueba que, si los republicanos quieren ganar las próximas elecciones en los Estados Unidos, un partido descentrado y al parecer con su Tea Party de Sarah Palin (la pareja de Trump en ignorancia política, desde Alaska con amor) un poco a la deriva, tendrán que comenzar a establecer sólidas distancias con Donald Trump, quien anoche mostró el alma de su ignorancia al desnudo. (CFE)