La noche del 2 de febrero de 1973 está marcado en las páginas de la historia como el día en que el coronel de Abril, Francisco Alberto Caamaño Deño, posteriormente conocido como “Román” desembarcó junto a su reducido grupo en Playa Caracoles, Provincia de Azua, a escasos metros de la carretera que lleva al Sur profundo de la Republica Dominicana. Nueve hombres desembarcaron del Black Jak, la pequeña embarcación en la que hicieron el periplo por el mar Caribe hasta la bahía de Ocoa: Hamlet Hermann Pérez, Alfredo Pérez Vargas,  Claudio Caamaño Grullón, Ramón Euclides Holguín Marte, Juan Ramón Payero Ulloa, Toribio Peña Jáquez, Mario Nelson Galán Durán, Heberto Giordano Lalane José,   y Francisco Alberto Caamaño Deño, líder de la expedición y símbolo patriótico de la Revolución de Abril de 1965.

A partir del desembarco, situaciones inesperadas parecieron entorpecer la acción guerrillera, que todavía no había sido detectada por las autoridades, con pérdidas de equipos y pertrechos así como el extravió de uno de los hombres de la columna, Toribio Peña Jáquez,  quien pudo llegar hasta la ciudad capital y allí ponerse en contactos con algunas personas relacionadas con el Coronel Caamaño.

En esas condiciones, y con el grupo reducido a solo ocho hombres, la columna guerrillera logró alcanzar la cordillera central y desde allí, luego de ser ubicada por las autoridades militares, iniciar movimientos defensivos en el que fueron afectados por la falta de alimento como uno de su principales problemas para consolidarse  y poder resistir la embestida de las tropas del gobierno de Joaquín Balaguer.

El 16 de febrero, después algunos combates en los que fueron diezmados paulatinamente, el Coronel Caamaño y algunos de sus compañeros fueron apresados y asesinados cobardemente, en una decisión del presidente Balaguer, bajo la responsabilidad directa  y evidente participación de los principales mandos militares, mientras que dos de los guerrilleros: Hamlet Hermann y Claudio Caamaño lograron salvar la vida. El primero fue apresado y presentado a la prensa, mientras que el segundo logró evadir la persecución, llegar a la capital y asilarse en la embajada de México, con lo que llegó a su fin la guerrilla de Playa Caracoles.

Todos los detalles relacionados con la expedición guerrillera del coronel Caamaño fueron aportados por Claudio Caamaño, en la entrevista que Claudio concedió  en la ciudad de México al periodista Juan Bolívar Díaz y publicada en el periódico “Ultima Hora”, del 4 al 8 de junio de 1973, la que a continuación compartimos con los lectores de acento.com.do, tal y como apareció en el referido periódico dominicano:

“En una entrevista exclusiva en México, antes de salir para Cuba. ÚLTIMA HORA logró que el guerrillero Claudio Caamaño Grullón le hiciera una historia detallada del movimiento guerrillero que encabezó su primo, el ex coronel Francisco Caamaño Deño, a nuestro enviado especial Juan Bolívar Díaz.

Esta es la primera parte de esa historia, que vivió y sufrió Claudio Caamaño.

Esa historia es la siguiente:

Por Juan Bolívar Díaz, Enviado especial a México.

“TUVIERON DESEMBARCO ERRATICO Y CON PROBLEMAS”

“En una entrevista exclusiva en México, antes de salir para Cuba, ULTIMA HORA logró que el guerrillero Claudio Caamaño Grullón le hiciera una historia detallada del movimiento guerrillero que encabezó su primo, el ex coronel Francisco Caamaño Deñó, a nuestro enviado especial Juan Bolívar Díaz. Esta es la primera parte de esa historia, que vivió y sufrió Claudio Caamaño. ¿De qué punto del Caribe partió el grupo guerrillero? ¿Qué entrenamiento tuvieron? ¿Por qué no tenían contactos con organizaciones políticas en el país? ¿Por qué no mandó Caamaño ningún pronunciamiento para que se hiciera público? ¿Por qué dejaron abandonadas mochilas y medicamentos y equipo quirúrgico? ¿Por qué vinieron por Playa Caracoles, tan cercana a la base naval de Las Calderas? Todas esas preguntas y otras muchas más están en la historia de Claudio Caamaño”.

Esa historia es la siguiente: 

Por: Juan Bolívar Díaz,

Enviado Especial a México:

“Qué puedes decirnos sobre el origen de la guerrilla que encabezó el ex coronel Francisco A. Caamaño?

–El origen está en una concepción del coronel Caamaño después que sale de Santo Domingo. Mi idea era que no saliéramos en 1966, sino que  a pesar de los compromisos con el gobierno provisional, yo era de los que nos oponíamos a la salida de los militares Constitucionalistas y que siguiéramos la guerra en el país. Esa era una idea mía. Caamaño no la compartió aquella vez, por motivos que seguro él conocía más que yo. Y se fue a Londres. Estando allá fue donde él concibió el asunto de la guerrilla.

Después que nosotros nos juntamos en Cuba, que yo fui allá a visitarlo, ya Caamaño era netamente una persona que todos sus esfuerzos estaban encaminados a preparar un levantamiento armado en el país. Yo estoy cierto en esto, porque he pensado en esto las 24 horas del día, dos o tres meses corrido. Así que esto nace en la cabeza de Caamaño, producto de su convencimiento de que en nuestro país, y en ningún país del Tercer Mundo, no hay ninguna solución que no sea por la fuerza; que sea completa, que sea total. Esto de las soluciones es muy discutible, soluciones a medias en muchos casos. Entonces, por consiguiente, se preparó un movimiento que se gestó con muchas dificultades, porque la guerrilla más que nada es muy dura. Y entonces es muy difícil encontrar personas que tengan la firmeza, no solamente en el aspecto ideológico, que tengan la firmeza de carácter y esas cosas para poder ser guerrillero.

El coronel Caamano y sus compañeros desembarcaron en 1973

Una muestra de esto es que Caamaño no pudo conseguir un medico que se alazara. El pais, tu sabes que está lleno de médicos revolucionarios, médicos que hablan incluso de la guerrilla. Nosotros no conseguimos médicos que se alzaran con nosotros.

Entonces nosotros tuvimos una serie de problemas muy serios, porque aunque nunca pensamos ser un grupo mayor de treinta, pero tampoco un grupo inicialmente tan pequeño como nueve, sino treinta, que tiene bastante fuerza de choque. Y esto, con apoyo en las ciudades grandes del país. Que esa era la parte de los Comandos de la Resistencia. Esta era la idea original. Pero no pudimos hacer eso, por una serie de dificultades que se presentaron, internamente entre nosotros, producto más que nada, de la falta de firmeza de muchos componentes, que luego dejaron de ser de la guerrilla, y del organismo que nosotros creamos para hacer la guerra, que nunca le pusimos nombre.

–En qué época fue que tú llegaste a Cuba?

–Yo llegué a Cuba creo que en junio del 68, no estoy muy seguro de eso.

–Cuando Amaury Germán Aristy y su grupo caen en el choque de enero del 72, se tiene la impresión de que los contactos de ustedes están totalmente liquidados. E incluso la interpretación política que se le dio al documento que dejó Amaury fue de que las circunstancias habían cambiado mucho y ustedes no podrían ir a Santo Domingo como esperaban ellos. Ese hecho—la muerte del grupo—tuvo algo que ver con la determinación de ustedes un año después de desembarcar con sólo 9 hombres en una acción que se calificó de desesperada?

–Claro, nosotros teníamos que irnos conformando a las diferentes situaciones que se iban conformando; siempre hemos tenido una meta fija de lo que nos habíamos propuesto y creíamos posible conseguir nuestros objetivos en ese sentido. Claro, la muerte de Amaury nos hace a nosotros variar una serie de planes y esto determina una serie de cosas, pero desesperados, no, porque no hubo desesperación en eso, nosotros no estábamos desesperados ni creo que lo estoy yo en la actualidad ni lo está ninguno de los compañeros.

Amaury muere y una de las cosas principales consecuencias que lo llevan a la muerte es la falta de comunicación con nosotros. Amaury estuvo sin contacto con nosotros por más de siete meses como plantea él, y el documento que deja, si tú lo analizas bien y conociendo el temperamento de Amaury y la clase de persona que era, encuentras alguna desesperación, producto de la falta de comunicación, más que nada. Pero Caamaño era una persona tranquila, ecuánime, muy sensata, muy valiente, que no tenía por qué desesperarse por la falta de comunicación. En ese documento se vio que Amaury se encontraba no realmente desesperado, pero sí confuso, tenía cierta confusión producto de la falta de comunicación, que se debe, simplemente, a lo difícil que la hacia el enemigo, en este caso el enemigo norteamericano, el comunicarnos con Amaury desde Cuba.

Ya en el país, incluso, nosotros mandamos personas tres veces a hacer contactos con Amaury y ninguna pudo hacer contacto con él, ni él con nosotros.

El documento yo lo conozco después que Amaury muere; hasta entonces lo manejaba la dirección y yo no era miembro de ella, pero después que Amaury muere, el coronel Caamaño nos reúne a todos y nos planteó el contenido del documento; después vimos en la prensa dominicana parte del mismo. Una de las cosas que me asombró fue que ese documento cayera en manos de la opinión pública, de la Policía, me dio mucho que pensar.

Pero es cierto que no solamente la muerte de Amaury, sino muchas cosas, fueron conformando hasta tomar la decisión final de 9 hombres nada más, que esto es solamente una parte de la cosa. Claro, ya con la muerte de Amaury nosotros no pudimos tener a nivel nacional otra vez un tipo tan capaz como jefe local y esto fue bastante duro. Hicimos esfuerzos de reorganizar aquello de nuevo, y en definitiva no pudimos lograrlo.

Hay una cosa que quizás la gente no entienda, que es lo difícil que se hace mantener en secreto este tipo de actividad. Eso es difícil porque el enemigo tiene muchos medios y además sabe utilizarlos. El enemigo no está dividido, nosotros sí, muy divididos, más que nada en el país. A nosotros nos era muy difícil poder llevar a Santo Domingo personas para hacer contactos con Amaury y que pasaran inadvertidas. Tengo el caso de que una vez mandamos allá a Lalane, y fue reconocido por un miembro de una organización política de allá. (Nosotros tenemos como norma no discutir, no hablar, entonces cuando no discutía, la gente lo ubicaba como del grupo de Amaury). Una vez ésta persona se encontraba un poco molesta, por la rivalidad entre los grupos; detectaron al manco, a Lalane y fueron y lo vocearon en la Universidad. Le dijeron a Amaury: ustedes si están comparones porque les llegó Lalane de Cuba con instrucciones de Caamaño; así mismo se dijo en la Universidad. Lalane tuvo que hacer un contacto a medias y salir del país; todo esto como un ejemplo de las muchas dificultades que teníamos, no sólo con el enemigo, sino hasta con gente de allá.

Se ha dicho, y es muy posible que sea cierto, que los norteamericanos incluso tenían personas de mucha capacidad frente a organizaciones que se ocupaban exclusivamente del caso nuestro; esto no lo puedo decir a ciencia cierta que sea verdad pero nos llegaron bastantes versiones en ese sentido. Los problemas eran más que nada por la falta de unidad nuestras; si nosotros estuviéramos más unidos en el país no hubiéramos tenido contratiempos.

–Cuáles eran los objetivos reales del movimiento guerrillero?

–El objetivo final de nuestro movimiento eran los cambios totales de estructuras en el país y por consiguiente los cambios sociales; esto no lo veíamos en función de derrocar a Balaguer u otro gobierno de ese tipo para asumir nosotros el poder. Nosotros entendíamos que esto iba a ser una guerra muy larga porque conllevaba que el triunfo nuestro se conseguiría únicamente contra los americanos que tienen su hegemonía como potencia imperialista. Y esto no es cosa tan sencilla; ahí comienza el asunto este de la no comprensión de nosotros. Aunque es verdad que no había explicación de parte nuestra, pero la iba a ver en un futuro, claro está, bastante amplia en la medida en que las etapas se fueran desarrollando, la íbamos a ir explicando, no teníamos objetivos que nosotros llegáramos allá con banderas finales. No es que queríamos engañar a nadie, pero tampoco saltar etapas.

El objetivo inicial era instalar un foco guerrillero. Desde ese punto nosotros sí éramos, y somos foquitas convencidos, y aunque nosotros fracasamos de esa manera, o sea de una manera muy cruenta, con pérdidas muy sensibles, yo soy una muestra de que la guerrilla puede subsistir. Claro, yo no hice vida guerrillera al final, yo no era la guerrilla golpeando para crecer; yo era un individuo solo, y mi único objetivo era salir vivo en ese momento. Pero yo pude subsistir sin tremendo deterioro en los últimos días.  Claro, esto no es una prueba evidente que demuestra que la guerrilla es eficaz. Hay que tomar en cuenta que la guerrilla en el caso nuestro era muy frágil; podría romperse en cualquier momento y desaparecer, como pudo haberle pasado a la cubana en su momento. Viet-Nam y cuba son muestras de que la guerrilla puede ser efectiva, una solución.

–Pero no hay diferencias fundamentales entre el inicio de la guerrilla en Cuba y Viet-nam con la guerrilla de ustedes en la Cordillera Central, no?

–Claro, es que no pueden ser iguales.

–Pero la guerrilla en Viet-Nam y Cuba no fue estrictamente foquista, sino que tuvo el respaldo de movimientos revolucionarios de las ciudades y un fuerte aparato político que ustedes no tuvieron, no?

–Fíjate, eso lo conforma más que nada que fueron diferentes el hecho de que la nuestra no es la lucha que tuvo Cuba, ni la de Cuba, la de Viet-Nam; nosotros íbamos a hacer la guerrilla y todo el mundo sabía que íbamos a hacer la guerrilla, e incluyendo al enemigo; por lo menos habían esas sospechas. Nosotros teníamos que batirnos en esto con demasiados secretos.  No podía ser de ninguna manera una revolución calcada.

Portada de Ultima Hora con el reportaje desde México de Juan Bolívar Díaz

–Ustedes no confiaban definitivamente en las organizaciones políticas ó tenían previsto para una etapa posterior hacer contacto definitivo con organizaciones políticas de masas?

–La posición nuestra en ese sentido era la siguiente: después que los Comandos de la Resistencia son golpeados en su cabeza, queda un evidente deterioro y no pudimos nosotros reorganizar aquello. Nos dimos cuenta que nos iba a tomar años y no lo haríamos nunca, por la vigilancia que tenía el enemigo en ese sentido. Cuando digo el enemigo, me refiero a los norteamericanos en primer lugar, y al régimen del país, que es una dependencia de él, pero lo ponemos junto todo porque el enemigo es uno solo.

Esto que yo te digo a ti no quiere decir que ésta sea toda la verdad; la verdad pura y real está en nuestras concepciones. Podríamos estar equivocados. Pero mira, en el país es difícil que surja una organización política como la de los Comandos de la Resistencia que a pesar de todo el esfuerzo de mantenerla en secreto, con una compartimentación extrema, que nos dificultaba muchísimo el trabajo en todos los sentidos; a pesar de eso, la organización fue muy permeable en el país, fue penetrada varias veces; penetrada incluso por tipos que llegaron a tener cierta categoría dentro de los servicios de seguridad del Estado, y eso nos costó varias muertes y nos costó muchas dificultades.

Entonces teníamos que ser con las personas muy selectivas, no podíamos hacer una organización masiva, teníamos que fijarnos en la calidad de la gente, más que nada; el entrenamiento se le daba posteriormente, porque nosotros no aguantábamos, como no aguanta ninguna persona que quiera hacer algo en el país, la forma que utiliza el enemigo de combatirnos; tuvimos una experiencia muy fea en ese sentido, tuvimos que ir muy poco a poco, siendo chiquiticos, y al final fíjate como quedaron los Comandos de la Resistencia.

Entonces, qué decidimos nosotros? No organizar aquello, no tener aquel apoyo que hubiese sido muy útil, pero también podíamos emprender la lucha sin ese apoyo, partiendo de lo siguiente: Caamaño era una figura conocida, una figura querida, más bien conocida en el aspecto sentimental, como el héroe de Abril, la dignidad nacional; eso conformaba unas condiciones especiales en el caso de Caamaño que no las ha tenido nunca para partir ningún líder guerrillero en el mundo. Ese era un factor, pero no era que se creía que con la presencia de Caamaño en la montaña el pueblo se iba a virar en su favor.

–Pero ustedes creían en la posibilidad de que la presencia de Caamaño produjera un desbordamiento de masas?

–Desbordamiento de masa era una posibilidad, pero como nosotros no teníamos ningún tipo de organización que pudiera organizar esas masas, queríamos evitar eso. Que muchas personas fueran a las calles a hacer manifestaciones y que fueran masacradas duramente por las tropas de represión. Nosotros acabando de subir a la montaña sin tener nada que ofrecerles, y las masas desarmadas por la represión en las ciudades. Nosotros queríamos evitar eso inicialmente. Nunca creímos en un desbordamiento, que se virara la tortilla, y que Caamaño quedara de líder ni que solamente su presencia conllevara el triunfo. Nosotros concebíamos un triunfo en términos de 20 años.

–Veinte años en la montaña?

–Yo te pongo 20 años por decirte un número de años, pero muchos años. Íbamos a estar en la montaña mientras los americanos estuvieran manejando el mundo, porque el dia que los americanos permitan que en Santo Domingo se cambien las estructuras y exista un régimen revolucionario real es porque ya no tendrán ni siquiera una uñita que mover.

Decimos que no podíamos crear nada grande en el país que no fuera penetrable, ¿qué preveíamos nosotros allá con la presencia de Caamaño como factor fundamental en la guerrilla? Pues ir radicalizando los diferentes partidos políticos de izquierda. Eso era, simple y llanamente, porque allá los partidos políticos hablan mucho de la guerra, pero nuestra creencia real es que ninguno de ellos va a llegar a ninguna guerra; hubo contactos con todos (en el pasado) con quienes a nuestro juicio podíamos hacer contacto, y en definitiva todos eran opuestos a la guerra.

Entonces ya nosotros no podíamos contar con nadie, más bien tratamos de unir; nuestra posición, dentro y fuera del país, fue ayudar a los compañeros revolucionarios que podrían en un momento dado tomar acciones de guerra, incluso con gene del Partido Revolucionario Social Cristiano (PRSC). Ya que no pudimos llegar a una unidad más o menos de principio, entonces qué podíamos hacer en aras de la unidad revolucionaria?; pues tener cooperación abierta y amplia con todos los que podíamos. Unos lo aceptaban, otros no lo aceptaron.

–En definitiva, cuando ustedes desembarcaron el 2 de febrero, ninguna organización, ni siquiera los Comandos de la Resistencia, tenía noticias de que ustedes llegaban?

–Absolutamente nadie.

–Llegaron entonces totalmente aislados de las organizaciones políticas?

–Sí, totalmente aislados. Tu comprenderás lo peligroso que era con el trabajo que hace el enemigo allá, producto sobre todo de nuestra desunión, lo peligroso y vulnerables que estaríamos nosotros 20 días en un yate por el Caribe; eso tenía que ser un secreto absoluto.

–Ustedes qué creían que ocurriría en el desembarco?

–El desembarco salió bien, como pudo haber salido mal, que nos cogieran en alta mar navegando. Nosotros teníamos instrucciones precisas del coronel de que, si se acercaba alguien, como estábamos vestidos de civil nosotros no aguatábamos registros, sino que ocuparíamos el barco y desde allí íbamos a combatir; desde el nuestro no podíamos. Cualquiera que viniera a registrarnos, fura grande o chiquito, teníamos que tomarlo, o tratar de hacerlo.

–Definitivamente, de dónde partieron ustedes?

–De Guadalupe. Nosotros originalmente pensábamos salir de Antigua, pero después cambiamos para Guadalupe, pero pudo haber sido cualquiera otra isla del Caribe con esas mismas condiciones. Nosotros llegamos a Guadalupe y nos metimos en un hotel pequeñito muy selectivo, donde hacíamos vida pública de millonarios, y ahí en Guadalupe y Antigua, donde también estuvimos, nosotros podíamos pasar por todo, menos por revolucionarios, que ya eso era una cosa mala. Nos reunimos en Guadalupe simple y llanamente porque es una isla que es más elástica en eso de las nacionalidades, lo que permitió que Caamaño y otro compañero que tenían pasaporte colombiano pudieran entrar.

–Qué tiempo estuvieron en Guadalupe antes de salir?

Claudio Caamano junto a Fafa Taveras y Lorenzo Sencion Silverio.

–Fíjate lo del tiempo en Guadalupe antes de salir es muy relativo. Hubo personas que se movían en Guadalupe hacía meses, como el caso de Hamlet y Galán. Ellos entraban y salían. Yo me movía más por Trinidad y Puerto España. Así que nos manteníamos en el área, y hubo personas que tuvieron varios meses. Pero yo no conocía más que de mí y dos compañeros de los que yo era responsable en ese momento, y que un día me iba a reunir en un punto con unos compañeros.  Ellos podían haber estado meses, fueron incluso ahí primero que yo; salir primero o después que yo de Cuba. Yo no sabía dónde estaban ni cuando salían.

–Cómo fue la partida de Guadalupe, no hubo ninguna dificultad?

–Tuvimos un riesgo ahí sencillo, un descuido al salir, el bote se encalló en una piedra por un descuido de Hamlet, que era el capitán del bote y el responsable de la navegación y conducción del yate al sitio. En realidad, había cuatro navegantes, pero Hamlet era el responsable, se había preparado para eso, no era Caamaño. Al salir con ese descuido de un sitio que no es un puerto sino un pobladito en una pequeña bahía muy pequeña que no recuerdo su nombre, no había muelle ni nada. El único yate que había en esa área era el nuestro. Hamlet y Nelson tenían muy buenas relaciones con la alta sociedad de Guadalupe, tanto en el aspecto social, como con el gobierno de Guadalupe. Hamlet ahí hacia lo que quería.

–Recuerdas la fecha en que salieron de Guadalupe?

–No, fíjate, no tengo precisión en la fecha que salimos de Guadalupe, pero fue nueve o diez días antes de llegar a Santo Domingo.

–Y en el trayecto qué incidencias tuvieron?

–Bueno, no tuvimos ninguna incidencia en el trayecto; más que esa en la salida, pero lo resolvimos en cuestión de 15 ó 20 minutos. No tuvimos ninguna incidencia seria que no fuera ya llegando a Santo Domingo. Fíjate, Caamaño llegó con gripe al barco, yo lo encontré en la playa. Hasta ese momento no sabíamos para dónde íbamos sólo Caamaño sabía dónde íbamos a desembarcar, aunque uno tenía idea por donde era. Después que estábamos en el yate, la compartimentación se hizo menos rígida. Aún cuando llegábamos al yate nos manteníamos simulando cosas, porque no estábamos seguros de que no hubiese equipos electrónicos en el barco, pero después de cuatro o cinco días de navegación, nos soltamos porque ya no había otra salida: sin nos cogieron, nos cogieron…. Teníamos ideas de que pudiera haber equipos electrónicos de seguimiento.

–Una de las cosas que produjo dudas sobre el desembarco fue el que lo hicieran cruzando la bahía de Ocoa, cruzando la base naval de Las Calderas. ¿Cómo fue posible eso?

–Fíjate, si nosotros vamos hacer un desembarco naval en Santo Domingo, tenemos que tener primero que nada el factor sorpresa, y esto es lo que determina que se haga por ahí. Hay que suponer que nos esperaban en otros sitios. Ahora, otra posibilidad fue el desembarco aéreo que nosotros tuvimos barajando; nosotros nos entrenamos para desembarco aéreo; como parte de nuestro entrenamiento aunque eso no era un objetivo definido, si había que saltar en paracaídas estábamos preparados; yo, además, soy piloto y podía conducir un avión. Nosotros  vimos la posibilidad de un desembarco aéreo. En América, con dinero, se puede adquirir cualquier cosa; así como adquirimos un yate, pudimos adquirir un avión. Claro, pero eso conllevaba más dificultades. Como teníamos tiempo, a nosotros el tiempo no nos desesperó. Lo más que nos condicionó a nosotros, hizo cambiar planes y proyectos, era casi siempre el enemigo. Si nos cogían esto o aquello íbamos variando.

El desembarco por Ocoa se manejaba a nivel de la dirección, y la dirección en ese momento para la lucha armada era Caamaño, Lalane y Galán. Esas cosas ellos la manejaban en secreto. Yo no sé decir por qué escogieron a Ocoa, pero hay una cosa y es que nuestra lucha siempre se conformaba de acuerdo a los medios y la oportunidad del enemigo.

Nuestros planes siempre fueron audaces, como el desembarco. Nosotros pasamos la base naval viniendo del Sur a Oeste, rozando la base, por la bocha de la bahía, como a dos o tres kilómetros de la base (Las Calderas). El pasar por ahí era parte de nuestra audacia; a nosotros siempre se nos esperaba por el norte y por diferentes sitios, pero por donde no nos esperaban era por la bahía de Ocoa, porque si por ahí tienen la principal base naval del país, no creían que íbamos a entrar por ahí. Incluso Caamaño enfocaba con sus binoculares hacia la base “para ver si divisaba a algún oficial conocido”.

Hamlet Hermann apresado y presentado a la prensa.

–Cómo fue el desembarco?

–Nosotros habíamos adquirido los equipos de navegación en un mercado de yates, compramos un bote de goma, lo buscamos de condiciones específicas porque nosotros habíamos practicado en diferentes botes y después escogimos un bote determinado. Hicimos unos 15 o 20 desembarcos en ese bote (durante el entrenamiento) hicimos no, yo no hice ninguno en ese bote, porque en esa etapa yo no estaba; después se tomó en cuenta que del grupo el que más sabia de mar era yo, por mi afición a la pesca submarina; después sólo me dijeron lo que yo tenía que hacer, sin practicarlo. SE prevenían todos los detalles; dónde se sentaría uno, dónde pondrían la mochila, quién iría al timón, todo estaba detallado y previsto. Por qué? Por si se hacia el desembarco con mucha presión, con algo imprevisto, que nos detecten, ya no se podía averiguar, sino que cada uno sabía lo que tenía que hacer.

¿Qué nos ocurre? Los botes de goma no aparecen en las islas, no es una cosa corriente, había que pedirlos a Estados Unidos. SE había previsto el tipo de yate con todas sus características, una de ellas era la que tenía que reunir el bote de desembarco, todo obedecido a un plan escrito, estudiado, analizado. ¿Pero, qué sucede? Que Hamlet adquiere un bote ligeramente más pequeño que en el que se había practicado el desembarco. Así llegó de Estados Unidos. Parece que Hamlet pensó que eso no era fundamental y que como era sólo ligeramente más pequeño llenaría el mismo cometido y acepta el bote. No tuvo el cuidado de verificar si el bote más pequeño podría llevar a nueve hombres con sus equipos. Y cuando hemos llegado al punto en la bahía donde se consideraba que íbamos a anclar el yate; cuando subimos ya las nueve mochilas y faltan dos compañeros por subir, ya se nos estaba subiendo el lagua al bote y vemos que podría haber dificultades si subían los otros dos compañeros; ahí rápidamente el coronel toma la decisión de dividir en dos el desembarco, en dos grupos de cuatro y el que manejaba.

Según lo que estaba previsto, de acuerdo con sus características personales, el que estaba señalado para conducir el bote era Toribio Peña Jáquez. Entonces Caamaño ordena que vaya  con cuatro compañeros primero y le pregunta a Toribio, si es capaz de llegar al punto de desembarco que estaba previsto en Estevanía; estaba previsto que, se hiciera de noche, a oscuras, porque no se veía en la bahía; habíamos entrado con todas las luces puestas, pero ya entonces habían sido apagadas, estábamos anclados tranquilos en la bahía, y Caamaño le pregunta si es capaz no solo de llegar, sino también de regresar al yate, y Toribio le dice: sí señor, soy capaz de llegar. Entonces, él le dijo que buscara una estrella que estuviera en la misma dirección del yate para que se orientara; eso no se había practicado porque no estaba previsto. Pero era la creencia de que aunque pasara como a 50 ó 60 metros de distancia del yate lo iban a ver; el grupo original, el primer grupo que sale del yate está compuesto por el coronel Caamaño, el compañero Braulio, Juan, que es Nelson Galán, yo, y Toribio en el motor. Allí fue un pequeño mal entendido producto de la cosa nueva: debió de venir cada compañero con la mochila en las piernas, pero se quedan las mochilas de Caamaño y la mía a bordo del yate. No nos preocupamos porque el bote iba a regresar a buscar a los compañeros, entonces en el bote nada más llevábamos tres mochilas con nosotros y cinco personas. La mía y la de Caamaño se quedaron definitivamente en el yate. Nunca volvieron. Cuando llegamos a tierra el bote hizo un poco de agua y Toribio me dijo: vamos sacando el agua, que mejor dé la vuelta con el bote, cogimos los equipos, los pusimos en tierra y le digo vete, sácale el agua en el camino; porque de todos modos iba a regresar por donde las olas eran más fuertes y lo iban a volver a llenar; era eso de las ocho de las noche.

Toribio sale hacia el yate, el bote de goma lleva un cable, una soga de nylon amarilla, con el cual se amarra al yate para remolcar; como lo habíamos bajado el bote, un poco antes, en previsión de alguna cosa imprevista para que nos pudiera auxiliar, entonces qué pasa? Esa soga se enrolla y se mete con el oleaje y en la oscuridad se salió y nadie se dio cuenta. Toribio no tuvo cuidado de ver si estaba bien y jamás supimos de Toribio. Toribio no estuvo en tierra ni un minuto. Caamaño me preguntó si tenía una grada y le dije: no, el equipo mío se quedó allá; entonces, le pedí una granada a Toribio, nada más fue darme la granada y dar la vuelta. Toribio partió a toda máquina saltando sobre las olas, y jamás lo vimos, jamás llega al yate, jamás se sabe de él.

*Continúa………. 

(Los textos fueron tomados de las siguientes fuentes: “Claudio quiso dejar su fusil a Plinio”, Ultima Hora, 4 de junio 1973; Juan Bolívar Díaz, “Tuvieron desembarco errático y con problemas”, Ultima Hora, 7 de junio 1973, pp. 1,4,5,6,7; Juan Bolívar Díaz,  “Muerte de Braulio traumatizó grupo”, (continuación),  Ultima Hora, 8 de junio 1973. Pp. 1, 2, 3, 4,5).