SANTO DOMINGO, República Dominicana.- José Báez Guerrero, periodista y polemista, columnista del diario Hoy, responde este viernes un artículo publicado ayer por ese diario del escritor Andrés L. Mateo, en el que lo acusa de tener un sesgo en sus artículos y de olvidarse de los políticos del Partido Revolucionario Dominicano.

Báez Guerrero, Presidente del Consejo de Directores de la Empresa de Transmisión Eléctrica Dominicana (ETED), se queja de que Andrés L. Mateo critique la riqueza de Reinaldo Pared, secretario general del PLD, pero se olvide de las flaquezas éticas y morales de Orlando Jorge Mera, secretario general del PRD. Lo dice de este modo:

“Porque si resulta fácil y cómodo ridiculizar a un presidente del Senado que anda en un automóvil digno de un lord inglés, ¿no sería de justicia comparar su conducta completa, incluida su estimación de arrogancia, con las actuaciones públicas de su contraparte del PRD, entre cuyos atributos está plagiar artículos de la prensa chilena para publicarlos aquí como propios o escurrir el bulto de una situación judicial que envuelve la ley de cheques?”

Báez Guerrero también se queja de que el doctor Andrés L. Mateo critique al actual ministro de Obras Públicas, Víctor Díaz Rúa y se olvide de la casa faraónica que construyó el presidente del PRD, ex ministro de Obras Públicas, Miguel Vargas Maldonado.

“¿Y si resulta útil proponer como paradigma de eficacia política, y como consecuencia de ello su alegado enriquecimiento, al actual ministro de Obras Públicas, por qué no fortalecer su argumento señalando el boato y ostentación de su antecesor, cuya villa en La Romana deslumbra hasta a las propias estrellas?”.

Báez Guerrero escribe cada viernes en las páginas editoriales del diario Hoy, mientras Andrés L. Mateo lo hace los días jueves en las mismas páginas. Báez se lamenta de que los críticos del actual gobierno sean tan severos y no se ocupen de ser un poco más imparciales.

A continuación, los dos artículos de la polémica:

 

Mis bandidos favoritos

José Báez Guerrero

Vengo de leer un buen artículo del distinguido Andrés L. Mateo publicado el jueves en el diario Hoy con el título “Las cuentas de mi rosario”, en el que acertadamente se pregunta “qué puede valer un puñado de pensamientos, una propuesta de regeneración social, un libro magistral, una lírica lección de la historia, un poema a secas; frente a un modelo del pragmatismo político, un senador, un diputado, un ministro, un militante destacado”.

Tras ponderar los méritos de Espaillat, Pedro Henríquez Ureña y Bosch, y compararlos irónicamente con políticos del PLD y del PRSC quienes según él “de la nada se han transformado en grandes señores”, el doctor Mateo arriba a la triste conclusión de que “la sociedad dominicana que hoy vivimos es un mundo en el cual el pensamiento es finalmente inútil”.

Puede que el doctor Mateo ande cerca de la verdad. Pero si así fuera, es una pena que su ejercicio de explicación del pobre estado del ánimo social dominicano deje fuera de su análisis a los políticos del PRD o aquellos otros que no son peledeistas o de cualquiera de los desprendimientos del balaguerismo.

Porque si resulta fácil y cómodo ridiculizar a un presidente del Senado que anda en un automóvil digno de un lord inglés, ¿no sería de justicia comparar su conducta completa, incluida su estimación de arrogancia, con las actuaciones públicas de su contraparte del PRD, entre cuyos atributos está plagiar artículos de la prensa chilena para publicarlos aquí como propios o escurrir el bulto de una situación judicial que envuelve la ley de cheques?

¿Y si resulta útil proponer como paradigma de eficacia política, y como consecuencia de ello su alegado enriquecimiento, al actual ministro de Obras Públicas, por qué no fortalecer su argumento señalando el boato y ostentación de su antecesor, cuya villa en La Romana deslumbra hasta a las propias estrellas?

La cuestión es que el maniqueísmo político de varios de los mejores articulistas criollos infecta su razonamiento y desmerita sus conclusiones; aun cuando anden por el vecindario de la verdad terminan en un callejón sin salida: no puede ser que todos los malos estén de un solo lado ni que del lado del que escribe estén todos los buenos. Muchos de los más severos críticos del gobierno, cuyo trabajo admiro y estimo imprescindible, serían más creíbles si al “conceptualizar” –¡ah, verbillo molestoso!—fueran más imparciales.

 

Las cuentas de mi rosario

Andrés L. Mateo

¿Qué puede uno sentir que es  en medio de tantas deudas sociales, viviendo la contradicción de ser un universo marginal del mundo globalizado, y agazapado en la mentira perpetua de quienes nos han dirigido y nos han querido hacer creer que somos lo que no somos en esta media isla? ¿Qué puede valer un puñado de pensamientos, una propuesta de regeneración social, un libro magistral, una lírica lección de la historia, un poema a secas; frente a un modelo  del pragmatismo político, un Senador, un Diputado, un Ministro, un militante destacado?

Me asalta ahora, de nuevo, Ulises Francisco Espaillat. Pensador idealista, llegó al poder en el 1876, y en medio de las tribulaciones se declaró perdido para todas las causas. Había suscitado sueños nuevos, y sentido el agotamiento de una generación que había vivido las bacanales salvajes del manigüerismo criollo, y que no conocía sosiego en las guerras caudillistas de finales del siglo XIX. Entonces proclamó el discurso de deseo de gobernar con un ejército de maestros, aireó a los cuatro vientos la idea pionera de que la educación es la única vía que tenemos para encaramarnos en el sentido del desarrollo,  y nombró, sin titubeos, todos los males de la Patria. Hay un signo prohibido en la historia dominicana, un atisbo doloroso de nuestra desgracia, por el que pasan los grandes espíritus fundadores de este país. Es por eso que Ulises Francisco Espaillat y Juan Bosch se parecen tanto, y es por eso que ambos son cadáveres en un armario.

¿Quién es un paradigma válido en la sociedad dominicana de hoy? ¿No vale más Amable Aristy Castro que Pedro Henríquez Ureña? ¿Qué puede significar  esa intención de sacudir el sueño de Espaillat, ante la arrogancia, el pragmatismo  y la fortuna de Reynaldo Pared Pérez? ¿Qué puede significar la roca desnuda de la moral boschitaante las tentaciones de la riqueza fácil? ¿ Un solo sarcasmo, uno solo, de Felix Bautista, no es el signo indignante de que la sociedad dominicana se ha entregado a las cosas; que ha hecho su propia enajenación por el dinero? ¡Oh, Dios! "El alma está cautiva"- decía Maurice Clavel- porque lo cierto es que  es el éxito económico lo que borra cualquier tribulación impía de la conciencia.

En la sociedad dominicana de hoy el centro ya no está en el pasado, pero el pasado no se ha ido. Una sociedad en la que coexiste lo tradicional, lo viejo, y el impulso a la modernidad; produce también estos personajes. Y tenemos computadoras de última generación, internet, más de ochenta canales de televisión, una excelente red de comunicación. Pero flotamos en la periferia de la globalización como en éxtasis, como deslumbrados, porque hay un ancla que nos ata al pasado, y esta sociedad ha perdido todos sus paradigmas. ¿Pedro Henríquez Ureña muriendo en un tren camino a su cátedra en una provincia del interior de la Argentina, pobre, ignorado por una clase dominante que no ha necesitado nunca de la cultura para legitimarse? ¿Juan Bosch, un Napoleón del pensamiento, descifrando el alma machucada de los dominicanos?  ¿Ulises Francisco Espaillat, desnudo a los ojos de una historia espantada de corrupción y personalismo? ¡No! Los paradigmas hoy son otros. Díaz Rúa, Juancito Sport, Felix Bautista, Roberto Salcedo, Héctor Rodriguez Pimentel, Reynaldo Pared Pérez, Euclides Gutiérrez, Alejandrina Germán, y muchos otros. Todos seres exitosos, dotados de las cualidades más excelsas que puede albergar la modernidad dominicana.

Propongo que en las escuelas se enseñe la vida de todos los triunfadores, y que  nos miremos en el espejo de quienes de la nada se han transformado en grandes señores. Soy apenas un escribidor y no puedo llamarme a engaños. Sé perfectamente que la sociedad dominicana que hoy vivimos es un mundo en el cual el pensamiento es finalmente inútil, y que invocar ahora a Ulises Francisco Espaillat o a Juan Bosch ,  o a  Pedro Henríquez Ureña, es rechazar ese juego de máscaras que exacerba las incertidumbres de la historia nacional, y nos pone a ver los escombros y los falsos dioses que nos han gobernado. ¡Oh, Dios!