Juan Carlos Cremata Malberti director de cine y teatro (CENSURADO)/ESPECIAL PARA ACENTO
LA HABANA. Cuba. Según dicta el Diccionario Larousse Ilustrado, publicado por el Instituto del Libro, en sus Ediciones Revolucionarias y en el convulso año de 1968, el vocablo revolucionario, ria: adjetivo y sustantivo. Perteneciente a la Revolución. Y es sinónimo de agitador, faccioso, insurrecto, alborotador, sedicioso, rebelde, revoltoso, turbulento, subversivo, tumultuoso, conjurado, amotinado, levantisco, sublevado e incendiario. Pero también de: innovador, novedoso, creador, modificador, transformador, original, desusado, nuevo, avanzado y adelantado. Habrá hoy que corregirlo. Porque ahora que la cosa se ha puesto bastante más fea de lo que siempre ha estado, parece que nunca ha sido aclarado, con mayor exactitud, el término entre nos. O cuales son los requisitos, para ser considerado como parte integrante de esta suciedad; perdón – nos traicionó el subconsciente – hemos querido decir sociedad, en constante “progreso, próspera y posible”. Por eso, he aquí, visto el caso, comprobado el hecho, pero sobre todo basándonos en la experiencia acumulada a lo largo de estos amargos años, algunas pautas elementales para corresponder (o aparentar servir, que es incluso aún más substancial, dado el fervor que ha ganado, en estos tiempos, la ausencia de moral y el enmascaramiento) con lo que, simple y llanamente, algunos al presente consideran comportarse como: “un buen revolucionario”.
1- En primer lugar, es capital que aunque usted no crea realmente en lo que declame, disimule concurrir, como un paladín acérrimo, en aquello que le manden a pensar, decir o hacer. Por ejemplo: defienda con apego, vehemencia y arrojo, como si fuesen únicamente suyos, los símbolos patrios. Nadie puede ser más nacionalista a su lado. Aunque no entienda mucho aquello de: “en cadenas vivir es vivir, en afrenta y oprobio sumidos”. Y considere una carrera de relevos lo de: “a las armas valientes, corred”. No se olvide que aunque, el himno haya sido usado primariamente para intrépidos patriotas que montaban a caballo, debe ponerse de pie en cuanto escuche sus primeras notas. Primero y antes que cualquiera. Si alguien le ha hecho notar que desafina un poco, cante bajito. Pero si quiere realmente destacarse frente a sus superiores, y demostrar así la fortaleza sumisa o maquiavélica de sus convicciones, utilice al máximo la potencialidad de sus cuerdas vocales, amén del daño que pueda causarle a los oídos de sus semejantes. De ser posible, duerma abrazado a la bandera. Más no se seque con ella. O mándese a hacer un tatuaje en el pecho con el escudo nacional, pues a la espalda, podrá agregar a la mismísima Caridad del Cobre, el Guerrillero Heroico o al Comandante en Jefe.
2- Cite, en toda contingencia posible, referencias a palabras dichas por el histórico máximo líder. No se preocupe si en ello no es exacto. ¡Total! Él habló tanto, durante tantos años, que algo cualquiera de sus extensos discursos, podrá servirle para argumentar diatribas. Muy pocos podrán refutarle si lo que dijo es cierto o no, pues casi nadie recuerda a cabalidad todo lo profusamente discursado. Recuerde que el ser humano sólo retiene en su mente el 20 por ciento de lo escuchado. Y si no puede ser minucioso, improvise, o mejor dicho: invente. Si aspira, incluso, a ser aún más respetado, recurra a frases del sagrado Apóstol. José Martí ha sido usado, reciclado y abusado en miles de campañas, mítines, reuniones, guateques, congresos, y hasta en peleas callejeras, demostrando ser muy efectivo en la conclusión del acto, para cualquiera de las partes y los contendientes. Además, como hace mucho que falleció, nadie podrá reclamarle los derechos de autor, o exigirle aquello de:“donde él dijo digo, digo Diego”
3- Arrímese lo más que pueda a la gente con poder. Adúlelos. Comparta con ellos hasta opiniones contrarias, malos pasos, onomásticos eternos, fiestas aburridas, chistes pesados, pésimas ideas o decisiones retrógradas, arbitrarias y con escasa visión de futuro. Nada de eso le dará garantías de que, en caso de que falle la gestión, alguno pueda tenderle la mano luego; pero mientras estén al mando, disfrutará a plenitud de todos los desvíos de recursos y desmanes asociados con el cargo. Claro, que puede también sufrir bastante, frente a un inesperado “truene” -o destitución del funcionario en jefe – y caer en desgracia al aplicarse la socorrida máxima de que paguen “justos por pecadores”. No se preocupe. Si su superior es socialista en serio, caerá hacia arriba en algún puesto acomodado. Y a lo mejor, si aún le reconoce, le ayudara nuevamente. Si en cambio, la medida es “plan pijama”, lo más aconsejable será agenciarse un buen colchón y marcar temprano en la cola del periódico matutino destinado a los jubilados.
4- Considere a cualquiera que le lleve la contraria, como un “contrarrevolucionario”. Es muy efectivo alzar la voz, maldecir, refunfuñar, poner mala cara, e inclusive, es bastante posible que le aplaudan el empleo déspota y opresivo de algunos golpes o maltratos. Mientras menos razón demuestre, más oportunidades tendrá de ser pronto parte integrante de nuestras aguerridas Brigadas de Acción Rápida. Se le tendrá en cuenta para un eventual Acto de Repudio. Ya cambio de una cajita de comida, o un pulóver diseñado con hermoso lemas contundentes, podrá pasarse todo el santo día gritando y evacuando sus peores más bajos instintos. Pegue lo mismo a un hombre indefenso, o mayor, que a una mujer que se le enfrente. Tenga presente que el que da primero da dos veces. Y escondido en el molote, reparta ramalazos a “trocha y mocha” hasta que crea poder cumplir con la fallada Zafra de los Diez Millones.
5- Utilice siempre al bloqueo y la injerencia imperialista, como los argumentos más eficaces para zanjar disputas. El legendario enemigo del Norte – aunque hoy parezca tendernos la mano – será el mejor aliado para discusiones sin sentido que no lleven a ningún lado. Toda la culpa será eternamente de ellos, aunque hayamos sido nosotros los que hayamos procedido mal en un principio.
6- Guarde cero solidaridades con sus coterráneos. Para sentir penas tendrá usted al resto del universo entero. Los subdesarrollados, porque son más pobres. Los países ricos, en cambio son detestables. Por ambiciosos, mezquinos y encarnar la semilla sempiterna del mal terrenal. A pesar de que exhiban sus buenos productos y parezca haber de todo allá. Tenga por seguro que, al igual que aquí, en esos sitios no hay lo mismo para todo el mundo. No obstante de este lado, carezcamos mucho más de algunas cosas. Pero nos sobra dignidad. Y de eso ellos carecen. Si bien no nos dará a la mesa, la cuadrada, algo más con que aderezarla y completar una adecuada digestión.
7- Castigue con saña el error ajeno, al tiempo que dedíquese a ocultar con minucioso esmero las faltas propias. Alimente la envidia. No solamente en los demás, sino sobre todo en las entrañas de su ser más íntimo. Eso le permitirá, además, cumplir con horas de vigilancia a los vecinos, o a sus compañeros de trabajo más cercanos. Y redactar informes exhaustivos de cada una de las actividades detectadas. A pesar de que con eso ponga en riesgo sus horas de descanso. No deje “títere con cabeza”. Ejercítelo primero con desconocidos. No obstante, sea capaz de denunciar hasta a su madre, si es preciso. Mientras más deshecha deje a su familia, más se le considerará apto para iniciar con bríos la construcción del socialismo. Intente a toda costa preservar su militancia, convertirse en informante, vanagloriarse de fidelista o alardear de“come candela”. La “chivatería” se le premiará, en su debido Acto Conmemorativo, con la entrega del correspondiente diploma, Certificado, Reconocimiento o Medalla al Mérito, que si bien no le servirán para nada en el Mercado Agropecuario (y mucho menos en las Tiendas Recaudadoras de Divisas) adornaran las gavetas, o paredes de su casa, junto a las fotos de esos líderes risueños que parecen ya ser parte de nuestra familia más cercana. Si tiene parientes fuera, trate de denostarlos. No mantenga contacto directo con ellos. Reciba lo que le manden de la manera más encubierta posible. Y aunque habite en una covacha inmunda, no prescinda de graffitear en cualquier muro un VIVA grande, a cualquiera de esos que de todas maneras existen, aunque mucho mejor que usted. Eso puede ser una marca conveniente en el hipotético caso, aún probable, de entrega, reparto o asignación de nuevas viviendas, en edificios multifamiliares con diseños similares y problemas de filtración, entre otros defectos en su construcción sin calidad y apresurada.
8- Aléjese lo más posible de cualquier información en contra. Todo lo que suene a distinto es sospechoso. El diversionismo ideológico (por más que la palabra convide a diversión o a entretenimiento) penetra con fuerza contumaz hasta en las mentalidades mejor preparadas por las Escuelas de Cuadros del Partido. Fíjese si no, en la cantidad de funcionarios recontra-probados, que han dado el batazo a la primera oportunidad y desertaron convirtiéndose en voceros contrarios de lo que antes defendían con fiereza. Catalogue, tilde y etiquete al resto de sus congéneres, colocándolos en grupos perfectamente identificables. Si por azar, no puede rotular a alguno, colóquelo entonces en un monto, o bando, con el epíteto de: desafectos. Aún a riesgo de que ellos puedan tildarle, en cambio de: afectado.
9- No pierda emisión alguna de los noticieros, las mesas redondas y las informaciones oficiales en la prensa escrita. Lea y relea, una vez más, los comentarios internacionales, para afianzar la magna idea de que estamos mejor que en cualquier parte. Y que el futuro pertenece, por entero, a “esto”que estamos construyendo, sin casi cemento, con pocos ladrillos y sin la más mínima idea de lo que se persigue o busca. Allá “arriba” lo tienen todo claro y bien pensado. Sólo siga con estricta disciplina y callada obediencia, el total de sus mandatos, lineamientos, caprichos, normas y orientaciones.
10- No cese de hablar del pasado oneroso y vacío, que existía antes del 59. O del futuro promisorio y esperanzador que se nos avecina, quien sabe si algunos cuantos siglos más tarde y por venir. Bajo ninguna circunstancia, recurra al presente. Pero si se viera obligado a ello, proponga que no es el momento, ni el lugar adecuado. O que el pueblo, a pesar de ser gratuitamente el más culto y educado, no está preparado para resolver un enredado entuerto. Si tiene hambre, aguántese. O tome agua y mátese la sed. Un verdadero rebelde está más que dispuesto por largas caminatas de 62 Km., por marchas enérgicas y viriles de un pueblo combatiente, por períodos especiales en tiempos de paz, por trabajos voluntarios, guardias cederistas, mítines de repudio, actos de reafirmación, asambleas de servicios, guardias obreras, comités de defensa, cuerpos de vigilancia y protección, una eficiente y mordaz Seguridad del Estado y hasta por el mismísimo centinela omnipresente Ministerio del Interior.
11- Si percibe que todos elevan la mano, levántela también. Aunque no haya entendido nada, o hubiese estado pensando en otra cosa. No escatime el uso exacerbado de consignas, congas, estribillos y charangas, hasta quedarse casi ronco. Grite “pin pon fuera, el que no salte es gringo y abajo la gusanera” Por un elemental sentido del ahorro económico, absténgase, actualmente, de lanzar posturas de huevos. No estamos en las mejores etapas de la Industria Avícola. Ya vendrán, de seguro, tiempos mejores en que nuestras abnegadas gallinas pondrán más todavía. Aún así, no dude nunca de la fuerza de sus principios. Aunque sienta que está casi llegando el final. O que lo mucho que ha sufrido, por luchado, no ha servido bastante para casi absolutamente nada. Porque todo está igual o peor que antes. Igual, sonría. Si hay algo que un astuto dirigente sabe hacer, es salir sonriente en una buena foto. Alce su mano como signo inequívoco e imperecedero de victoria. ¿Sobre quién? Eso no importa. Usted ha ganado. Lo demás, ya será historia.
12- Censure, obstruya, limite el paso y no oiga razones. La “penetración” enemiga se cuela por todos lados. Mientras menos inteligencia demuestre, más ocasiones se le darán para ocupar altos cargos, o puestos importantes. Eso, sí, una vez que se posesione en la cima, o cerca de sus aspiraciones, no dude en hacer cualquier cosa por mantenerse en el puesto el mayor tiempo posible. Puede inclusive usar seudónimos en gacetas o publicaciones oficiales (en formato impreso o digital) para denigrar, blasfemar o destruir la carrera y la vida de sus compatriotas. Mientras más rojas, falaces y desvergonzadas sean sus opiniones, más se le tendrá en cuenta en las altas esferas de gobierno para proporcionarle un buen descanso, con toda la familia original, o amantes de turno, en alguna villa del Partido, casa de visita, u hotel “todo incluido” en Cayo Largo o Varadero. No se duerma en los laureles. Después de ese descanso bien ganado, deberá volver con saña a la pelea. Los revolucionarios no se toman vacaciones. Se las agencian y ganan a fuerza de perseguir o anular la vida del resto de todo el mundo.
13- Por último, manifieste todo el tiempo su disposición de dar el paso al frente, echar pá alante, “morder el cordobán”, bailar con la más fea y joder con fiereza al que se enfrente. No olvide encabezar siempre sus misivas colocando debajo de la fecha, el nombre heroico y siempre socorrido del año en curso. Y cerrar antes de la firma con la frase mágica e indispensable que diga: revolucionariamente. Puede inclusive atreverse a agregar un:venceremos. Suele ser efectivo y sugerente.
NOTA DE ADVERTENCIA: Las anteriores recomendaciones tienen fecha de vencimiento. Pues, la denominación y calidad del revolucionario, últimamente, se mueve acorde al antojo, o criterio personal e intransferible, del autócrata, cabecilla o paladín alterno, que sustente a su arbitrio la autoridad. Si está contra él, olvídese de los peces de colores. Será catalogado como disidente, conflictivo, poco confiable o discorde. Y se le presionará con argucia y tino su salida al exilio, o a sobrevivir las bondades del sistema, en apartado silencio y retiro, sin saber siquiera ni usted mismo de su propia existencia. Será una sombra. O no será. Así ha sido, y parece que siempre acontecerá, en este archipiélago rodeado por agua y desbordado por la intolerancia, la insensatez y el cosmos en contra, adverso, ajeno, rival, hostil y refractario. Archívese para la memoria. Y consérvese para la posteridad en que nuestros sucesores se cuestionaran sin dudas, cómo pudimos coexistir o cohabitar de esta manera.
“Con esa fe ciega, obtusa, intolerante e imperecedera en el mañana, seguiremos cosechando aún más triunfos e iluminando y construyendo el alabado por glorioso porvenir”.