Jorge Pérez Orsini/Especial para Acento.com.do
SANTO DOMINGO, República Dominica.- Un estudio realizado por el Latinobarómetro reveló que siete de cada diez dominicanos no confían en el Congreso Nacional.
Entre las razones, indica la investigación, está el hecho de que los aspirantes (luego congresistas) “inflan” las expectativas de la ciudadanía y “recurren al clientelismo”.
La información fue publicada en el portal oficial Observatorio Político Dominicano (OPD), una dependencia de la Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE).
En promedio, sólo un 30% de la población expresa confianza los actores que componen las cámaras legislativas del Congreso Nacional, y de ese total, sólo un 8% “siente mucha confianza”
El dato lo ofreció de primer orden Gaudy Crispín, coordinadora de la Unidad del Poder Legislativo del OPD, quien dijo que para que el Poder Legislativo supere esa crisis de confianza debe rendir cuentas y cumplir las expectativas de los votantes, así como salvaguardar los intereses sociales de manera “categórica”.
En promedio, sólo un 30% de la población expresa confianza los actores que componen las cámaras legislativas del Congreso Nacional, y de ese total, sólo un 8% “siente mucha confianza”.
Crispín explicó que para el análisis se comparó al Congreso Nacional con otras instituciones nacionales.
“Este elevado nivel de desconfianza solo es superado por los partidos políticos (71 %), la Policía Nacional (68 %) y la Administración Pública (66 %), e igualada por los ayuntamientos (60 %)”, indica la investigación.
Crispín precisó también que los datos coinciden con un estudio de la Unión Parlamentaria, órgano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que establece que uno de los factores causantes de la desconfianza social en los parlamentos es que los candidatos a esas instancias “inflan” las expectativas ciudadanas en periodos electorales.
La politóloga dijo también que el hecho de que el presidente Danilo Medina tenga una alta valoración y que no se refleje en su gobierno, se debe al peso de la “alta personalización de la carrera política” en América Latina.