Perder, “ganando”

Las elecciones del 24 de mayo de 2015 han significado un cambio de rumbo de la política española. Se ha pasado del casi control total de las instituciones por el partido de derechas, Partido Popular, a que este pierda casi todos sus grandes centros de poder autonómico y municipal. Y eso pese a que, como proclaman sus portavoces, ha sido el partido más votado. Pero, en democracia, ser el más votado no garantiza el control si no se logra una mayoría absoluta. es decir, si la alianza, el compromiso, entre fuerzas políticas rivales asegura una nueva mayoría. Y este escenario es el que deja el recuento de los votos. Un PP en minoría frente al resto de adversarios.

El declive del bipartidismo

En segundo lugar, los comicios muestran un retroceso significativo del bipartidismo. Desde 1983 hasta las elecciones de 2011, el PSOE + PP concentraron la mayoría de votantes: 1983, 69,6%; 1987,57,4%; 1991,63,6%; 1995,66,1%; 1999, 68,7%; 2003,69,1&; 2007, 70,5%; 2011, 65,3%, y, 2015, sólo el 52,06%. El porcentaje más bajo de toda la serie histórica de datos. De 2007 al 2015 han perdido el 18% de los votos.

¿Significa esto el fin del bipartidismo? En mi opinión no. Los sistemas de partidos en las democracias occidentales suelen ser muy persistentes, muchos de esos partidos tienen una larga historia política lo que implica una especie de tradición de voto más o menos fiel. Por motivos muy diversos, desde el clientelismo típico de los gobiernos de la DC en Italia desde el fin de la segunda guerra mundial hasta finales de los años 80, hasta las razones ideológicas de los gobiernos socialdemócratas (de la “vieja” socialdemocracia) y corporativos: representaban no solo las ideas de gobiernos a favor de los trabajadores sino que estaban articulados con los sindicatos.

En definitiva lo relevante es que en España la derecha ha sido despojada por el voto ciudadano de su poder territorial y que ahora se pasa al momento político de las negociaciones

Cuando la socialdemocracia perdió su rumbo y se postró ante las ideas neoliberales abiertamente o bajo lemas como la “tercera vía”, o “New laborism”, para seguir haciendo políticas neoliberales –algo menos brutales que las de los partidos conservadores, todo hay que decirlo-, pero iguales de destructivas para las clases trabajadoras de todo tipo (manual, intelectual, de servicios, etc.), desarmaron el nexo político entre partidos-sindicatos-movimiento asociativo.

Esto condujo a que se les identificara con los partidos conservadores o de derecha, por los votantes: “son los mismos”, “todos los partidos son iguales”. Lo que se resume en la frase tan cargada de verdad como brillante de Gore Vidal: “Vivimos en un sistema monopartidista, pero con dos fracciones políticas”. Dicho de otro modo: un sistema neoliberal con turnos para el policía “malo” y el policía “bueno”, típico de los interrogatorios policiales.

El sistema bipartidista en España no está muerto pero si está en declive, y este es un buen augurio, porque la alternativa es la emergencia de otros partidos, otro personal político, y esperemos, otra manera de hacer política, menos burocratizada, más imaginativa y creativa, y más flexible. Y sobre todo menos corrupta, menos cínica, y menos cruel.

Los emergentes han emergido

Los nuevos partidos emergentes en España, a nivel de todo el estado, son básicamente dos: Podemos y Ciudadanos. Pero han surgido partidos o plataformas regionales que han tenido un despunte. El caso más llamativo es el de Compromís (Compromiso), liderado por una mujer Mónica Oltra, que puede ser la próxima alcaldesa de Valencia.

Compromís actúa en el territorio emblemático de la hiper corrupción del Partido Popular: el llamado Levante español, en la Comunidad Autónoma de Valencia. Allí llevaba reinando a sus anchas la derecha más corrupta. Solo me referiré a un caso que dice todo sobre la podredumbre moral de esos políticos conservadores: el director de la Cooperación Internacional de esa comunidad se robó el dinero destinado a la ayuda a Nicaragua, unos cuatro millones de euros, si la memoria no me falla.

En Barcelona, otra mujer, Ada Colau, líder del movimiento contra los desahucios, ganó las elecciones al ayuntamiento, en una coalición múltiple a la cual apoya Podemos. Y desplaza a CiU del ayuntamiento y pone en jaque el proyecto soberanista catalán. Dos por el precio de uno.

Un aspecto a destacar es que aunque obtienen un millón de votos Izquierda Unida se convierte en irrelevante. Los errores de sus dirigentes de Madrid, Extremadura y otros lugares, han propiciado que sus votantes hayan preferido dar su voto a Podemos, que mantener sus siglas “inmaculadas”. Su nuevo líder emergente Garzón, junto a dirigentes como Cayo Lara y Gaspar Llamazares deben ahora tomar el toro por los cuernos. Limpiar la casa con inteligencia pero con audacia, para tratar de unir esa Izquierda al movimiento social en marcha. Por otra parte, el partido UPyD de la ex dirigente socialista vasca Rosa Díez desaparece del mapa político engullido por Ciudadanos.

Podemos

Podemos ha demostrado su fuerza electoral, aunque no ha podido sobrepasar al PSOE, y convertirse en el principal partido del espectro de la izquierda plural. No entraré en la discusión de si el PSOE es hoy más centro-izquierda que izquierda, admitamos que sigue siendo de izquierda, o parte de sus electores y parte de sus militantes y dirigentes, lo son, es decir, los que no son neoliberales. Miles de votantes del PSOE dividieron su voto apoyando a Manuela Carmena a la alcaldía y a Gabilondo a la presidencia de la Comunidad. Gran parte del electorado socialista quiere gobiernos de izquierda. Que tomen nota sus dirigentes y hagan oídos sordos a los que piden una versión española de la “Gran Coalición” (PP-PSOE) que sería la tumba del socialismo español.

Lo que tiene importancia política ahora, es que, pese a todas las descalificaciones mutuas que se han prodigado Podemos y el PSOE, tendrán ahora que envainar la espada, decir, digo, donde dijeron Diego, y negociar y llegar a compromisos entre ellos y con otros grupos. Ambos se necesitan. El PSOE, porque sus dirigentes – entre otros motivos-, no saben ni quieren ya vivir fuera de los cargos en las instituciones. Podemos, porque muchos de sus votantes no entenderíamos que no negocien para sacar a la podredumbre política, encarnada predominantemente por el PP, de los ayuntamientos y Comunidades autónomas, dónde la suma de sus votos hace ello posible. Estaremos atentos.

Ciudadanos

Otra fuerza emergente es Ciudadanos. Surgido hace unos ocho años –por tanto, no es un partido “tan nuevo”-, en Cataluña como Ciutadans, este partido se ha colocado -su líder lo proclama- como “tercera fuerza nacional” por votos. En realidad esto es una verdad a medias, o una media mentira. Podemos, no ha ido con sus siglas en muchos lugares sino apoyando alianzas plurales de izquierda o de movimientos sociales, por ende, como esos votos no se le pueden atribuir al partido Podemos, Ciudadanos tiene razón, en decir que ellos son la tercera fuerza más votada, pero en realidad todos sabemos que no es tan así, que Podemos y sus aliados o sus coaliciones tienen más fuerza política que ellos.

Ciudadanos ha sido bautizado como la “marca blanca” del PP, es decir, como una segunda etiqueta, que comparte las ideas más esenciales de la derecha o del centro-derecha. Sus líderes lo niegan y dicen que demostrarán que eso no es así. Ahora tendrán la ocasión de demostrarlo. Aliarse con el PP para ayudarles a que gobiernen, como en el caso de la presidencia de la comunidad de Madrid, o hacerlo, apoyando la constitución de gobiernos demócratas- progresistas, desplazando al PP en ayuntamientos. Como dicen los ingleses, la prueba del “pudding” está en comérselo. Pronto confirmarán si optan por pegarse al PP o por bailar pegado con el cambio de rumbo político.

El momento de hacer POLÍTICA para el pueblo

En definitiva lo relevante es que en España la derecha ha sido despojada por el voto ciudadano de su poder territorial y que ahora se pasa al momento político de las negociaciones. Como recordaba Rafael Moyano, el socialista Guy Mollet, quien tuvo que hacer numerosos pactos para gobernar, decía que gobernar con pactos y compromisos es aprender a llevar el zapato derecho en el pie izquierdo, o, viceversa, y caminar así sin que te salgan callos.

Veremos muy pronto si los “emergidos” españoles y los “establecidos” de centro-izquierda son, ambos, lo suficientemente maduros y flexibles, políticos, en fin, para merecer que los ciudadanos les hayamos votado para que comiencen a cambiar la deleznable manera de hacer política en España. En breve, que piensen en los ciudadanos, más que en sus parroquialismos de partido.

Torrelodones, 25 de mayo de 2015